Y de golpe, amaneció para Soria

Se concretó con todo el sigilo que fue posible. Y se plasmó luego de al menos dos suspensiones.

Estas características tuvo la organización de la reunión que mantuvieron más de un centenera de dirigentes peronistas convocados para organizar el respaldo a la candidatura a gobernador por el PJ rionegrino del titular de la SIDE Carlos Soria.

Todo sucedió en Villa Regina, el sábado.

Y a horas de realizarse el encuentro, surgen estas conclusiones:

* Tras la derrota del PJ provincial en octubre, Soria comenzó a trabajar para su postulación. La crisis nacional y sus obligaciones como un miembro de gravitación en la bancada peronista de la Cámara de Diputados, determinaron que esa labor se concretara con un énfasis desigual.

* Esa marcha a media máquina respondió también a un problema de instalación. Soria forjó todo su periplo político en el PJ rionegrino. Pero jamás su imagen estuvo fuertemente afincada en todo el mapa provincial del partido. Y es así ya por estilos y formas propias de hacer política o como consecuencia de las devastadoras pujas internas que sacuden al peronismo. Es más, su paso significativo por comisiones investigadores del Congreso de la Nación – casos AMIA y Embajada, entre otras, como de la comisión de Asuntos Constitucionales – desde donde junto con pares radicales estructuró los argumentos que impidieron la re-reelección de Carlos Menem- nunca le sirvieron para abulonar fuertemente su imagen en su propio terruño. En toda esta cuestión Soria comprobó la vigencia de una reflexión de Lisandro de la Torre: «En política, lo propio suele ser lo más ajeno».

* De octubre a enero Soria tenía en sus manos dos datos relacionados con sus eventuales posibilidades de ser candidato del PJ. Uno: En función de no lastimar al partido más de lo que está y de organizar el camino hacia el 2003 vía el mayor consenso posible, el senador Miguel Pichetto confesó que estaba dispuesto a apartarse de la carrera por la gobernación. Dos: El viedmense Eduardo Rosso -aún hoy en línea de largada para el 2003-, no mostró a lo largo de estos meses una disposición franca a inyectarle proyección a su proyecto.

* Con Eduardo Duhalde en la Casa Rosada, Soria llegó a la SIDE. Entonces, se sentó en un tronco caído de su chacra de Roca. Entrecerró sus ojos y recordó que la política suele ser esquiva a dar segundas oportunidades. Luego reflexionó: Si nos va bien en el gobierno nacional, ¿por qué no ser yo candidato en mi provincia? ¿Quién en el peronismo rionegrino ha tenido las responsabilidades políticas que asumí yo desde el Congreso, o siendo ministro de Seguridad bonaerense y ahora desde el gobierno nacional? Si me llaman, por algo será».

Conclusión sobre este tema: independientemente de la decidida aspiración de ser candidato que albergaba Soria antes de llegar a la administración Duhalde, esta inserción consolida aquel proyecto. Pero también lo ata en mucho a la suerte del actual gobierno.

O sea, para Soria y su candidatura, todo será bueno o malo según juegue la historia por venir. «Devoto o la gloria», dice el refranero político.

* Lo concreto es que Soria retroalimentó sus aspiraciones en procura de un todo o nada. Y, como De Gaulle en el `58 a los franceses, miró hacia el interior del PJ rionegrino y dijo «yo estoy dispuesto». Un mensaje deslizado sobre un justicialismo escaso de poder. Y donde el existente está muy repartido. Como sucedía en la Francia de aquel año.

* Pero no es poca igualmente la franja de poder peronista que está cohesionando detrás de su proyecto. Veamos:

* La reunión de Villa Regina deja en claro que al menos hasta hoy, Soria está desgajando a las alicaídas huestes de Remo Costanzo de no pocos de los arcabuceros más leales que supo tener aquel senador de patético final para su mandato. De ahí provienen, entre muchos otros, los diputados Rubén Giménez, Oscar Díaz y el abogado riocoloradense Carlos Peña.

* Soria suma también al senador Miguel Pichetto y sus falanges. De ahí llegan, entre otros, Esther Acuña, Juan Bolonci, Miguel Caleri.

* El líder de este sector defendió con vehemencia en Villa Regina la candidatura de Soria. Y rechazó con un gesto muy decidido la pregunta que le formularon no pocos de sus más fieles carboneros: «¿Y por qué no tu candidatura, Miguelito?»

* Pero al encuentro asistieron también varias más de cinco docenas de dirigentes que aun encuadrados en distintas líneas, igualmente se manejan con autonomía de criterios. Entre otros figuran en ese lote el roquense Alejandro Correa y el barilochense Osvaldo Nemirovsci.

La concurrencia fue organizada vía rigurosa invitación. Correa – por caso -, milita en la lista Azul, que lidera un ex socio de los fatigados periplos políticos de Soria y Pichetto: el abogado roquense Rodolfo Ponce de León. Pero éste no fue invitado. Se quedó en Roca, ratificando a los cuatro vientos que él no está de acuerdo en sustentar pactos que eviten legitimar una lucha franca para elegir candidatos.

* Tampoco estuvieron el timonero del INDEC Juan Carlos Del Bello y el diputado nacional Ovidio Zúñiga. Al primero, Soria cree que lo irá seduciendo lentamente. Máxime si se computa que Del Bello volvió a un plano importante del gobierno nacional por decisión del presidente Duhalde. Por razones varias, con Zúñiga la seducción parece más compleja de lograr. Hasta ahora, sin duda. Porque en política, todo suele ser cuestión de tiempo más que de coincidencias absolutas.

* Y, claro está, entre los organizadores del encuentro nadie pensó en contar con la presencia del titular del bloque del PJ Eduardo Rosso. No fue invitado. La razón es simple: para Rosso, el 2003 también tiene un sabor muy especial. Esto es así al menos hasta hoy.

Entonces, ¿para qué mezclar la hacienda?

Carlos Torrengo