¿Cómo se financian los que viven viajando?

Tres trotamundos y una pareja que tuvo a sus cuatro hijos en el camino responden a la pregunta del millón. Aunque cada uno encontró su propia fórmula, el punto en común es la pasión en forma de mística viajera. ¿Buscás inspiración para salir a la ruta? Esta es tu nota.

Hay personas que viven viajando. O viajan viviendo. Son una especie de tribu itinerante que se las rebusca para recorrer miles de rincones del mundo. Son hombres y mujeres de todas las edades, desde niños que van con sus padres hasta jóvenes que andan a pie con sus mochilas, pasando por parejas que cuentan con vehículo. Todos ellos escucharon decenas de veces la misma pregunta: ¿cómo se financian para vivir viajando?

Hay tantas formas de viajar como personas. Desde vivir con lo que consiguen a diario hasta saltar a la ruta con un proyecto que demandó esfuerzo y planificación. Otros fueron armando –encontrando– el camino a medida que avanzaban. Tras hablar con decenas de viajeros que llevan años –algunos décadas– recorriendo el globo, algo queda claro: no hay recetas únicas. Eso sí, detrás de ellos hay mucho esfuerzo y pasión. Al menos en las historias que “Río Negro” repasa a continuación.

El biólogo

Julián de Almeida (Buenos Aires, 1975) es licenciado en Biología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y doctor en Neurociencias por la Universidad de Barcelona. A diferencia de otros viajeros, lo suyo se fue dando de una manera más azarosa. Su primer viaje largo fue de dos meses, en los que llegó hasta Ecuador, pasando por Perú, Chile, Bolivia. Después hizo viajes de un mes y medio, como a Tailandia y Turquía, entre otros. O más largo, cuando fue a España, donde se quedó estudiando.

En el 2012 llegó el punto bisagra: nueve meses con una mochila y por tierra desde Buenos Aires hasta México DF. Volcó sus vivencias en su blog ( partedeexistencia.com), que se convirtió en “Parte de existencia. Un biólogo por Latinoamérica”, un libro de lectura ágil y entretenida que es una de sus fuentes de ingresos. A esto le suma colaboraciones en revistas y sitios web. Lo que le da más estabilidad es la renta de un pequeño departamento en el barrio porteño de Boedo. “Lo alquilo y salgo a viajar. Mi presupuesto es alto para los más hippies y bajo para el europeo, que no puede creer que ande con 20 dólares por día”.

Desde hace unos años De Almeida recorre la Argentina. Hace unos meses que está en el norte del país y uno de sus objetivos es volver al Amazonas para generar material sobre los chamanes. “Podés viajar con cualquier presupuesto. Hay gente que viaja sin plata. Trabajan cada tanto en lugares, hacen una temporada, y siguen. La clásica es hacer artesanías y tirar el trapo para vender. También conocí gente que se echa a dormir donde los agarra la noche y piden comida en restaurantes. O hay campamentos hippies”.

De Almeida por momentos cree que podría viajar toda la vida. “A veces me cuesta arrancar el viaje y cuando cruzo a Bolivia me cuestiono por no haber salido antes. Salgo y no sé qué hay después. Es un poco vertiginoso no saber cuál va a ser la próxima cama. También puede ser algo estresante. Pero tener la libertad de conocer gente y caminar por lugares es como vivir en otro mundo”, dice.

El fotógrafo

Ariel Mendieta (Buenos Aires, 1976) cumplió este año dos décadas viajando como fotógrafo free-lance. “La financiación primera es el ingenio”, afirma, tras visitar más de 90 países. “La fotografía, en mi caso, es lo que más me aporta”, dice. Su profesión le permite generar dinero y viajes como enviado. Sus trabajos ilustraron tapas de revistas o artículos periodísticos –en México, Colombia y Argentina, entre otros países–, se convirtieron en libros y pasaron a integrar bancos de imágenes.

“Requiere hacer muchos malabares. Uno tiene que acotarse al dinero que mueve. Viajar es alucinante y requiere estar bien atento a los números. Por momentos, hay que ser muy ajustado”, comenta, y agrega que saber idiomas también es importante: “En mi caso son una gran herramienta el portugués y el inglés. Me han servido en innumerables oportunidades, tal vez no para ganar dinero pero sí para gastar casi nada, quedándome a trabajar en Brasil o Portugal”.

A su vez, este fotógrafo está muy agradecido a la magia, ya que los trucos también le dieron la posibilidad de crear vínculos. “Me ha hecho zafar muchas veces para poder poner un plato de comida en la mesa, además de que ayuda muchísimo para hacer fotos en los lugares en los que uno no puede comunicarse de manera fluida por el idioma”, explica. Y deja un consejo: no atarse a esquemas rígidos porque “el modelo es dinámico, se altera constantemente”.

La familia

La historia de los Zapp (Herman y Candelaria) es cinematográfica. Tras dejar sus trabajos, el 25 de enero de 2000 salieron a recorrer el mundo en un Graham Paige de 1928, renovaron el amor, tuvieron cuatro hijos en el camino y siguen viajando con ellos. Derribaron la idea de que no se puede viajar con hijos.

“Cuando empezamos, sin niños, el presupuesto era de 20 dólares por día. En ese momento la mayor parte del tiempo acampábamos. Ahora nos hospedan en todos lados pero no sabría decirte cuál es el presupuesto, ¡no somos de anotar nada!”, dice Candelaria Zapp (Buenos Aires, 1970).

“Es mucho más lo que podés lograr con ganas que con dinero”, sostiene Herman (California, 1968). Candelaria acota: “Es increíble todo lo que uno puede resolver si está en situaciones que nunca imaginó. En un momento pintamos con acuarelas y vendimos cuadros”.

¿Cómo se financian? “Hace años, con nuestro libro, ‘Atrapa tu sueño’, que se vende en librerías en Argentina, al lado del auto donde estemos, en ferias o en las charlas que damos. Se puede encargar en nuestra web ( argentinaalaska.com) y lo mandamos a cualquier lugar”, dice Herman.

Los Zapp afirman que no cuentan con ninguna renta, propiedad u otro negocio que les dé dinero. “Nuestros sponsors son la gente local, el mecánico que quiere ser parte, el doctor, el que nos abre las puertas de su casa, el que lleva el auto gratis en barco, el que nos compra nuestro libro. Vivimos en un mundo con una humanidad increíble. El 99% de la gente es maravillosa”, dice Candelaria.

El libro –en inglés, chino, italiano, coreano y español– lleva vendidos más de 100.000 ejemplares. “Cada ejemplar vendido nos regala un amigo, kilómetros para avanzar y la posibilidad de despertar ese sueño dormido que está dentro de la gente”, dice Candelaria. “Hay que jugarse y ser uno mismo. ¿Quién es uno? Uno es su sueño y hasta que no lo realices no te realizás como persona. Hay que empezar y ese es el punto más difícil de un sueño. Luego te preguntarás por qué no empezaste antes”, añade Herman, convencido de que ser viajero es más barato de lo que muchos imaginan: “No tenés que cambiar el sofá, el televisor o arreglar el techo. Sólo necesitás un poco de comida, visas y nafta. Lo demás se va consiguiendo”.

La escritora

Aniko Villalba (Buenos Aires, 1985) salió a la ruta en el 2008 con un objetivo: viajar y contarlo. “Me costó tres años poder vivir directamente de la escritura”, dice. Desmitificando que una mujer no puede viajar sola, empezó a los 23 años, escribiendo un blog para el diario “La Nación”. “Con eso me podía sustentar. Después colaboré en revistas. Ahorraba, tenía pocos gastos y viajaba por lugares muy baratos, quedándome en casas de gente y tomando el transporte local”, dice, tras recorrer ya más de 40 países.

“Comía afuera si era barato como en Asia o vivía a arroz y fideos durante meses. Pude vivir más tranquila de la escritura cuando publiqué por mi cuenta los libros”, dice Villalba, autora de “Días de viaje” (2013) y “El síndrome de París” (2016). Las grandes editoriales suelen pagar entre un cinco y un diez por ciento por derechos de autor. En tanto, la autoedición deja un margen de ganancia de entre el 60 y el 80%. Esto implica ocuparse de todo lo que hace una editorial: diseño, corrección, ilustración, edición, impresión, distribución, promoción y financiación.

“El primer libro me ayudaron a financiarlo los lectores. Hice una preventa y cubrí los costos. Poco a poco se empezó a vender, mucho por el boca a boca”, dice Villalba, que lleva vendidos más de 6.000 ejemplares de sus libros. Importante: cuenta con más de 130.000 seguidores entre las redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram) y su web ( anikovillalba.com). “El blog es fundamental”, señala.

Villalba recuerda que cuando empezó a viajar quería contar “lo lindo que era viajar y que se puede hacer”. Después vino la desidealización: “Me pasó hace dos años, cuando publiqué un artículo sobre el lado oscuro de los viajes. No todo es color de rosa. Hay una idea de que, si no viajás, no sos libre y sos un esclavo de la oficina. En algún momento lo sentí. Luego encontré un punto medio. Mientras viajo, trabajo. Mi oficina es un café, la habitación de una casa, una plaza”, cuenta.

Ariel Mendieta, el fotógrafo que hace magia

Aniko Villalba, del blog a los libros

Julián de Almeida, el biólogo que eligió las rutas

Los Zapp, una familia rodante

Visas laborales, dedo

y hospedaje gratis

Datos

Tiene 40 años y lleva 20 años viajando.
Visitó más de 90 países.
Es fotógrafo, vende imágenes a medios y publicó seis libros con diferentes editoriales.
Saber trucos de magia lo ayudó: “Muchas veces me puso un plato de comida en la mesa”
La frase: “No hay que atarse a esquemas rígidos: el modelo es dinámico, se altera constantemente”.
Tiene 31 años y lleva ocho viajando. Visitó 40 países.
Cuenta sus viajes en un blog, hace fotos y publicó dos libros autoeditados: “Días de viaje”
($ 235, e-book $ 115) y
“El síndrome de París” ( $ 250, e-book $ 129).
La frase: “Mi oficina es un café, la habitación de una casa, una plaza. Pero sigo teniendo una oficina y el trabajo lo sigo haciendo”.
Tiene 41 años y su viaje bisagra fue en el 2012.
Es biólogo, tiene un blog, escribe en revistas, publicó un libro autoeditado (“Parte de existencia”, $ 250) y cuenta con la renta de un departamento.
La frase: “Podés viajar con cualquier presupuesto. Hay gente que viaja sin plata. Trabajan cada tanto en lugares, hacen una temporada, y siguen”.
Herman (48) y Candelaria (46) viajan hace 16 años: más de 60 países y 260.000 km. Tuvieron 4 hijos en el camino.
Autoeditaron el libro “Atrapa tu sueño” ($ 266, e-book $ 135) y dan charlas.
La frase: “Lo mejor que nos pasó fue quedarnos sin dinero a los seis meses de empezar el primer viaje. Es mucho más lo que podés llegar a lograr con ganas que con dinero”.
Varios países brindan las llamadas “working holiday”, que son visas temporales para trabajar para jóvenes (como Australia, Canadá, Estados Unidos, Irlanda, Dinamarca, Nueva Zelanda o Francia, entre otros). Algunos hacen una base de dinero en países con moneda fuerte y luego viajan por países más económicos. Otra opción es ofrecer trabajo (intelectual o físico) a cambio de alojamiento y comida. También hay plataformas para hacer de voluntario en diferentes partes del mundo a cambio de hospedaje y comida, como www.helpx.net, wwoofinternational.org y www.workaway.info.
Para no gastar en alojamiento también se puede buscar en www.couchsurfing.com, una suerte de red social para ayudar a los viajeros y donde se ofrece hospedaje gratuito, además de paseos por la ciudad. Para ahorrar en traslado, se puede viajar en los transportes locales y no en los exclusivos para turistas. También hay viajeros que cruzaron continentes enteros a dedo. Hay varias webs (como www.hitchwiki.org/) que te pueden orientar y dar información de los mejores lugares para hacer dedo en diferentes partes del mundo.

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