Villa Pehuenia y una eterna seducción: “Uno se siente en Narnia cuando sale de la cabaña, es increíble”
Cuando llega el invierno a Villa Pehuenia, el paisaje se vuelve mágico. Alexis Valladares llegó a este rincón del sur hace varios años, se enamoró de su pureza y nunca más se pudo ir.
Las imágenes que Alexis Valladares captura con su drone son impresionantes. La vista aérea del Lago Aluminé, Villa Pehuenia cubierto de nieve, parece sacada de un cuento de hadas. “Uno se siente en Narnia cuando sale de la cabaña. Los bosques de araucarias cubiertos de nieve son simplemente increíbles”, comenta y jura que el encanto no solo radica en sus paisajes de ensueño, sino también en la calidez de su gente. Por eso, Alexis y su familia encontraron allí, un nuevo hogar y otra forma de vida que a pesar de los desafíos, les da “una recompensa inmensa”.
Desde Pehuenia, el joven recuerda el día en que él y su familia decidieron cambiar la agitada vida urbana de Buenos Aires por la tranquilidad y el frío de la Patagonia. “Nos vinimos a vivir acá hace 11 años. Yo tenía 19 años y ahora estoy por cumplir 30”, cuenta. Primero se trasladó él, sus padres y hermanos llegaron en poco tiempo a instalarse este pequeño paraíso escondido en el sur.
La decisión fue fácil. Cambiar el bullicio de Buenos Aires por el frío, la nieve y los paisajes increíbles de la Patagonia trazaba un camino de ida. “No hay arrepentimiento. En Buenos Aires vivíamos en uno de los lugares más fríos, en Palomar. Allí, en invierno, caían heladas y era muy húmedo. Acá el frío es diferente, más seco, se soporta mejor y tiene el plus de la nieve y los paisajes. Pero te tiene que gustar el frío, si no, no es fácil”, asegura.
A los seis años ya iba con su familia a Pehuenia. Era el lugar al que escapaban de la ciudad en vacaciones, donde descubrían y disfrutaban la tranquilidad y la naturaleza. A los 19 años, en un giro inesperado, decidió dejar todo atrás y mudarse, justo cuando muchos de sus amigos estaban sumergidos en la vida universitaria y las aventuras de la juventud. Dejó sus estudios de Hotelería en la Facultad de Morón, donde había terminado el primer año con buenas notas, y se sumergió en el proyecto familiar de construir y alquilar cabañas.
“Me atrapó, me enamoró con su promesa de una vida diferente, una vida de montaña. Llegué con una mochila cargada de sueños y me encontré con una realidad que requería de mí mucho más que entusiasmo. Aprendí a usar una motosierra, a cortar leña, a construir cabañas desde cero. No fue fácil, pero cada reto superado me hizo sentir más vivo”, cuenta.
Más que una estación del año
El invierno, para Alexis, no es un simple cambio de estación, es una transformación completa del paisaje y del ritmo de vida. Por la mañana se quiso dar una ducha, pero no había agua porque los caños estaban congelados. Pero ahora, por suerte, ya saben el lugar exacto en el que se congelan y lo solucionaron rápido. Fue más complicado los primeros años.
Se calefaccionan con estufas a pellets, una energía renovable que es mucho más eficiente y cómoda que la leña. Y resueltas las cosas de la vida diaria, en aventuras todo es ganancia.
«Salimos con amigos a las montañas, exploramos nuevas pistas de esquí y snowboard, desafiando las laderas más exigentes. Las pistas son variadas, desde las que desafían a los expertos hasta las más accesibles para principiantes. Pero lo que realmente nos apasiona es el esquí de travesía. Con algunos amigos, subimos montañas y descendemos en busca de nieve virgen. Es una experiencia mística”.
A su memoria viene esa travesía, que hicieron con sus amigos en medio de la pandemia. Subieron al cerro Moquehue y la idea era acampar dos noches. La primera noche los sorprendió con una helada de 15 grados bajo cero.
“Llevamos carpas, bolsas de dormir y hasta frazadas. La segunda noche, la luna llena iluminó un paisaje congelado, y aunque las horas de sueño fueron pocas, esos momentos eran magia”, recuerda. El descenso final fue apresurado por la necesidad de bajar antes de que el frío se volviera insostenible. El agua se había congelado, el gas escaseaba, y conociendo la montaña y sus tiempos, sabían que era una decisión sensata.
“Estar preparados es clave para estas excursiones, llevamos radios y nos mantenemos en áreas con señal por cualquier emergencia. Estas aventuras, aunque desafiantes, nos brindan momentos que no se pueden vivir de otra forma”, cuenta y se apena porque esta temporada no lo podrá hacer. Se cortó los ligamentos cruzados y lo operaron así que “toca guardarme”, dice.
Turismo en Villa Pehuenia
El turismo se convirtió en el motor de su nueva vida. Tienen un complejo de cabañas, que empezaron de cero y de a poco fue creciendo. Alexis y su familia miran a la temporada que está por venir con esperanza, aunque también con pocas certezas sobre su éxito.
“Estamos con mucha expectativa. Por suerte, se ve un invierno bueno en lo que es nieve. Mucha gente viene a disfrutar de la tranquilidad. Nosotros trabajamos mucho en la promoción del lugar, mostrando lo lindo que es Pehuenia”.
Los turistas que los visitan llegan a disfrutar del Parque de Nieve Batea Mahuida, pero asegura que también algunos no son tan amantes de esquí, del snowboard, y van simplemente a descansar, a estar en la cabaña, a tomar su chocolate caliente, desconectar unos días.
“La Villa ofrece un servicio excelente en invierno, es algo increíble. Es una alternativa muy buena, especialmente ahora que atravesamos una crisis económica y el cerro tiene mejores precios. Además del esquí, hay caminatas con raquetas, paseos en barco por el lago, excursiones en 4×4”, dice y lamenta que a veces los caminos no acompañan para que el turista los elija. (Ver aparte).
Antes de despedirse invita a que vayan aunque sea a pasear. “La vida acá no es para cualquiera, pero para mí, es el verdadero paraíso. He cambiado la comodidad de la ciudad por la autenticidad de la naturaleza. Aprendí habilidades que nunca imaginé necesitar y encontré una paz que solo el silencio de las montañas puede ofrecer”.
El parque de nieve Batea Mahuida ya está abierto
Cubierto de blanco y el paisaje, lleno de araucarias y lagos hermosos, es un lugar ideal para esquiadores que dan sus primeros pasos en la nieve. Allí las familias van a pasar el día, los que no esquían llevan sillas, o reposeras, como si fuese una playa y se quedan a pasar el día en el cerro. También tiene una confitería con platos típicos de comida rápida, bebidas calientes y frías.
En temporada alta, hay travesías por un bosque de araucarias, lengas, cañas colihue y ñires, cerca de un arroyo. Se pueden apreciar desde las alturas los lagos y podés llegar al cráter del volcán Batea Mahuida en motos de nieve.
El pase diario de un adulto en temporada alta cuesta $29.000 y medio día $23.500. En temporada baja sale $25.500 y medio día $21.000. Alquiler de equipos esquí y snowboard, día completo $16.500. Medio día $13.500. Clases de esquí y snowboard, individual $24.000, hasta 2 personas. $42.000, de 3 a 5 personas. $19.500 c/u.
Por estos días ofrecen 10% de descuento en los medios de elevación de arrastre a residentes y visitantes que se alojen en establecimientos habilitados en esa localidad. El beneficio estará vigente durante la temporada alta que comienza este miércoles 3 de julio y se extiende hasta el 19 de agosto.
¿Cómo llegar a Villa Pehuenia?
Los caminos para llegar a Villa Pehuenia pueden presentar complicaciones en invierno. Por eso, viajá siempre de día, manejá con precaución, llevá cadenas para nieve en vehículos y consultá el pronóstico antes de salir.
Para información en tiempo real sobre estado de rutas y accesos consultar en la Vialidad Provincial Tel: 0810-333-RUTA (7882), Parte diario www.dpvneuquen.gov.ar.
La villa se encuentra en la provincia de Neuquén a 310 km de la ciudad capital. Podés llegar por ruta 13: llamada Primeros Pinos. Por ruta 23 llamada Pino Hachado o por ruta 46, El Rahue. Para elegir qué camino tomar siempre comunicate con Vialidad Provincial al emprender el viaje.
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