Video: iban a pescar y terminaron rescatando a una oveja preñada en el Limay Inferior
A 60 km de Neuquén, a la altura de Arroyito, tres pescadores vieron a una oveja con más de la mitad del cuerpo enterrado en el fango de la orilla y decidieron salvarla de una muerte segura.
El domingo pasado, después de almorzar, el guía Matías Fernández Carro salió a pescar por el río Limay Inferior con sus amigos Ezequiel Hugo y Alejandro Rodríguez. Mientras el gomón avanzaba a la altura de Arroyito, a unos 60 km de Neuquén capital, observaron a una oveja inmóvil en la orilla, con el agua cubriéndole buena parte del cuerpo y haciendo mucho más pesada su lana cerca del peligroso veril de unos cuatro metros de profundidad. Hacía frío, unos 10°C. “Vimos que estaba en peligro así que decidimos cortar la navegación para ir a rescatarla”, relata Matías. No podía moverse: “Tenía más de la mitad del cuerpo enterrado en el fango de la orilla”, agrega.
"No te duermas, Dolly, no te duermas"
Ezequiel y Alejandro esperaron a que el semirrígido se acercara bien a la orilla para poder bajar, entre la profundidad y la correntada se complicaba. Tampoco fue fácil moverla: a la parte del cuerpo enterrada se sumaba el sobrepeso de la lana empapada, le calculan que así andaría por los 30 kilos.
Después de algunos movimientos, agarrándola de las patas y haciéndola girar, encontraron la manera de llevarla a la tierra y dejarla a un par de metros de la orilla bajo el solcito de otoño para que se entibiara. Estaban a unos 5 km del puesto de Rivas al que van muchos pescadores por su cercanía con el Alto Valle y cerca del camping Mica Malen. Vieron que la casa del criancero estaba a unos 200 metros, pero no había nadie. «La ovejita estaba preñada y muy agotada», recuerda Matías.
Los tres amigos la observaron durante varios minutos y comprobaron que de a poco empezó a reaccionar. «No te duermas, Dolly, no te duermas», dijo uno de ellos, recordando a aquella oveja que fue el primer mamífero clonado y por eso famosa en todo el mundo a fines de los 90′.
¿Qué hicieron? La secaron lo más que pudieron con unas mantas que tenían en el bote. “Nos quedamos una media hora hasta que vimos que se podía mover bien, pero no podía salir caminando todavía por el peso del agua acumulado en la lana”, cuenta Matías. “Bien muchachos, la buena acción del día”, les dijo a sus amigos y levantó el pulgar. Después volvieron al gomón y siguieron viaje. Los esperaba una tarde de pesca con devolución.
En la despedida, el guía aporta otro dato: ese día se encontraron con que había controles exhaustivos de Gendarmería y Prefectura. «Es recomendable andar con todos papeles al día, ya que pidieron todo: desde el permiso de pesca hasta los papeles de autos y embarcaciones a todo el mundo».
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