Video | Caviahue bajo nieve: así palean Valentina y Lucía para salir de sus casas después del temporal
Así son las cosas en esta joya de la Patagonia a 360 km de Neuquén capital. Cayó tanta nieve que para salir de las casas para ir a trabajar o volver al hogar hay que palear. Y a estas dos vecinas les apareció un ayudante que no para de mover la cola en el techo. Mirá...
Como dos buenas vecinas, Valentina y Lucía suelen encontrarse en la puerta de sus casas, saludarse al ir o al volver del trabajo, preguntarse cómo van las cosas en esta maravilla de la Patagonia que es Caviahue. Como los casi mil habitantes del pueblo, el domingo a la noche lamentaron profundamente el incendio que destruyó la escuela. Y como casi todos aquí, según cómo acomode los bardones el viento, aquí, a 360 km y una cuatro horas y media de auto de Neuquén capital por rutas asfaltadas, después del temporal de nieve estos días no les quedó otra que palear.
La misión: hacer un caminito para despejar el manto blanco y poder llegar o salir de sus hogares con tramos de más de un metro de nieve a los costados. Y también para sacar la nieve del techo, porque cuando se congela y se hace más pesada es un peligro para las vigas del techo. Eso sí: si la tarea es con la ayuda de «Goku», el perrito que salta para atajar cada paleada de nieve, todo es más divertido.
«No queda otra que palear»
Valentina Sepúlveda lo cuenta con una sonrisa, porque ama el lugar donde vive y si tiene que pagar el peaje de palear para salir de su casa y caminar sobre el manto blanco hasta su puesto en la recepción de hotel Lago Caviahue, lo hace sin problemas.
«Es nieve polvo, sale sin problemas. No es que después me dolió las cinturas o los brazos. Y la pala es de plástico. Pero hay que hacerlo, porque si se congela después es más difícil», explica.
Llegó a esta aldea de montaña en 1989 y fue amor a primera vista. Consiguió empleo en el mismo lugar donde trabaja hoy y desde entonces es feliz en su lugar en el mundo. Ayer compartió una foto del lugar donde trabaja.
Y también compartió otras postales maravillosas de Caviahue, todas tomadas el martes.
Y también le contó a Diario Río Negro las aventuras de otro perrito de Caviahue, tan querible como Goku. Este caso, el Rolo.
Siempre se las ingenia para conseguir lo que quiere y vive al lado del hotel donde trabaja Valentina Sepúlveda de cara al lago en esta maravilla de la Patagonia cubierta por la nieve en el centro-oeste de la provincia y con Chile del otro lado de las montañas. Aquí, al pie del volcán Copahue y a 45 minutos del hito fronterizo, le encanta jugar entre los copos blancos con su hermana Inca y juntos corren cada vez que los suelta Stefi para que vayan a divertirse en esos paisajes de cuento, entre las araucarias y el muelle donde paran las gaviotas.
«El Rolo siempre viene a pedir algo después de jugar en la nieve en Caviahue»
Rolo siempre arma su propio plan después de los juegos. Y no tiene misterios: consiste en apostarse del otro lado del ventanal del restaurante del Hotel Lago Caviahue y poner la cara más dulce del mundo para que le habiliten un bocadito. Y si no alcanza, levanta la patita y con suavidad la apoya en el vidrio, un golpecito leve para recordar que está ahí.
El Rolo tiene a la cómplice perfecta. Es Valentina, que no puede resistir la tentación de salir a acariciarlo y regalarle un bocadito. Puede ser un pedacito de torta frita, de pan o de medialuna, siempre sin que se entere el cocinero. Y pese a las advertencias de Stefi, que le pide que no le de, que tiene su alimento. «La mamá me tiene amenazada», dice Valentina y se ríe.
El Rolo también acompaña a los turistas cuando salen a caminar en el nieve en Caviahue
«Y ahora soné, porque con este video se va a enterar el cocinero», bromea y vuelve a sonreír. Lo filmó Daniel, un turista que estaba en el restaurante y lo vio. Enseguida, claro, abrió la ventana y le dio un pedacito de pan. Difícil no acercarse al Rolo, le pasa a ella y a los huéspedes que también lo miman y le dan algo. También suele acompañar a los turistas cuando salen a caminar.
«Es que el Rolo es inteligente, pone esa carita que está mendigando y se viene al ventanal y no hay manera de no darle algo», dice Valentina.
«Y si no está, cuando salgo se viene enseguida moviendo la cola, así que le voy a buscar algo. Después viene Stefi y me reta. Y ahora también me va a retar el cocinero», dice Valentina y vuelve a su puesto en la recepción con una sonrisa. Detrás del ventanal, el Rolo juega en la nieve. Sabe que pronto se acercará para empezar con la rutina más encantadora.
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