La aventura en moto de cuatro amigos por los paisajes más lindos de la Patagonia entre la nieve del norte neuquino
Salieron de Neuquén capital el viernes pasado para vivir un fin de semana que no olvidarán en el increíble norte de la provincia. Aquí comparten alucinantes fotos, videos y un gran relato. Te va a dar ganar de ir a este rincón de belleza infinita de la Patagonia.
El fin de semana pasado cuatro amigos vivieron una aventura que no olvidarán. En los días previos, miraron el pronóstico en detalle y observaron que nevaría en varios puntos de la cordillera pero no en el norte neuquino. Sabían que ya había nevado allí y que los paisajes más lindos los esperaban. Partieron el viernes desde Neuquén capital, recorrieron 520 km hasta Varvarco, donde hicieron base para salir a disfrutar cada minuto de esas 48 horas en ese paraíso agreste que ya no es el secreto mejor guardado de la Patagonia.
Las maravillas del norte neuquino en moto
Vieron el imponente sobrevuelo de los cóndores sobre Los Bolillos, los tótems naturales moldeados por la cenizas volcánicas, el viento y la arena durante miles y miles de años, se asomaron a las belleza profunda del Cajón del Atreuco hasta donde los dejó avanzar la nieve, se cruzaron con los crianceros, sus chivas y sus ovejas, convidaron un poco de la picada que comían sobre un puente de madera a los perros de los arrieros que se acercaron moviendo la cola a ver si ligaban algo, se asombraron con los picos nevados, entre tantas otras maravillas que aparecían frente a sus ojos.
Y esperaron a que Don Muñoz abriera el mercado en Las Ovejas para comprarle medio chivito y hacerlo a la parrilla en la cabaña en la que la anfitriona los recibió con una remera con dos grados bajo cero en esta escapada inolvidable de cuatro de los ocho amigos que después de la pandemia decidieron salir a explorar los tesoros de la Patagonia. Y varios se subieron entonces a una moto por primera vez.
En la declaración del principios del grupo de amigos que viajan en moto «Los Choiques» integrado por motoqueros de distintos oficios y profesiones (ingenieros, policías, comerciantes, petroleros, un camionero jubilado) y edades (35 a 65) hay dos fundamentales: el primero, no importa la cilindrada, importa que la velocidad sea segura para todos. El segundo, durante el día hay aventuras sobre ruedas, a la noche hay charla, anécdotas, risas y reflexiones alrededor del fogón y una buena copa de vino. Aquí Pablo comparte su relato. Antes, una divertida aclaración: «Yo nunca sé decir si salimos para andar en moto, o salimos para disfrutar las cenas, el copetín y la música. No sé qué cosa disfrutamos más…»
De Neuquén a Varvarco
«Salimos desde Neuquén el viernes muy temprano Pablo, Juany y Fabián. Rápidamente la temperatura tocó los 3 bajo cero llegando a Arroyito. Con la emoción del objetivo, nada nos detenía. Llegamos a Plaza. Huincul donde se sumó Elio a la formación de amigos, como ya es costumbre. Mates en Zapala y rumbeamos a Chos Malal, carga de combustible mediante, continuamos a Las Ovejas.
El sol calentaba nuestras manos, y el aire enfriaba los pies… La cordillera del viento se reflejaba en nuestras pupilas, que captaban cada detalle del paisaje. La nieve se presentaba cada kilómetro con mayor autoridad. Sin inconvenientes llegamos los 4 a las Ovejas, invadidos de emoción por lo que vendría al amanecer. Con medio chivo en el bolso, continuamos hacia Varvarco disfrutando de la espléndida ruta de tierra que nos lleva a uno de los destinos más inhóspitos y bellos de la Patagonia. Fabian se encargó de la parrilla, cenamos y a descansar.
Día dos: se durmió el gallo
Al día siguiente amanecimos con un gallo dormilón, desayuno contundente y a emprender la aventura continuando por la ruta 43 hacia Termas de Aguas Calientes. La nieve comenzó a invadir nuestro camino y por momentos dejaba solo una huella para transitarlo. Sin embargo, si no era nieve, era barro, y nuestras motos comenzaron a deslizarse de un lado al otro.
La emoción nos invadía, la adrenalina nos quitaba el frío, y nuestras máquinas acompañaban la locura… llegamos al Cajón del Atreuco, allí una empinada subida completamente blanca dejó sin tracción a nuestras mimadas.
Con un entorno épico, almorzamos arriba de un puente de madera, que nos aislaba de la humedad. A pocos metros, dos gauchos haciendo su trabajo diario, arreando caballos, chivos y ovejas.
Como siempre, sus guardianes de 4 patas colaborando para que nadie pierda su rumbo. Retornamos cerca de las 15 hs, no sin antes visitar Los Bolillos, una formación rocosa increíble, con un paisaje único al pie del imponente volcán Domuyo de fondo.
Por la noche un buen guisito de arroz y a descansar que al día siguiente tocaba la vuelta a casa.
Temprano un café pero esta vez la vuelta la tomamos por la ruta 39, en el tramo que une Varvarco con Las Ovejas.
El río Neuquén atestiguando cada kilómetro de subidas y bajadas, cañadones, cerros y valles.
Fuimos persiguiendo la lluvia por suerte sin poder alcanzarla. El sol nos acompañó durante todo el viaje, y nada más hermoso que volver a casa sanos y salvos, con una cantidad de imágenes increíbles que jamás se borrarán de nuestra memoria. Las familias nos esperan».
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