«Un regalo de la vida»: Guió a su maestra de cuarto grado a la cumbre que ella soñaba hacer en el norte neuquino

En la Escuela 327 de Chos Malal, Marta Parada le enseñó a Matías Lara cómo es la geografía del norte de Neuquén. Ahora, mucho tiempo después, cuando ella ya está jubilada y tiene 68 años, él le enseñó lo linda que es la Cordillera del Viento vista desde el pico al que la docente soñaba llegar.

Marta y Matías en plena aventura en el Cerro Bayo del norte de Neuquén. "Para mí fue hermoso ir al cerro con él, porque lo que yo les enseñaba en el aula él pudo enseñármelo en vivo y en directo, además de estar pendiente de mi seguridad en todo momento", dice ella. Foto: Gachy Cabrera.

Hay otro cerro Bayo en Neuquén y fue escenario de una historia a la altura de su belleza. Está a unos 650 km del famoso de Villa La Angostura donde los esquiadores bajan hacia la base. Comparten el nombre, pero en este otro, a 45 km de Chos Malal, lo que todos quieren hacer es subirlo. Allí no hay aerosillas, pero si una pendiente áspera a la que enfrentar a pura fuerza de piernas. Está en el norte de la provincia, es parte de la deslumbrante Cordillera del Viento y no es fácil de conquistar. A los 68 años, Marta Parada lo sabe bien, porque quería hacer cumbre hace mucho y lo acaba de lograr. Al menos tres motivos la impulsaban: lo imponente y tentador que se ve desde el camino, saber al fin cómo se verían desde arriba los picos nevados en esa alucinante postal 360 de la Patagonia y, sobre todo, poder contemplar desde lo alto el vallecito donde se crió su padre que tantos recuerdos y emoción le traen.

Marta y Matías en la cumbre del Cerro Bayo. Fotos: Gachy Cabrera.

Matías y Marta rumbo a la cumbre. El ascenso es muy exigente. Foto: Gachy Cabrera.
Así de imponente se ve el cerro Bayo, que sobresale visto desde el camino. Foto: Gachi Cabrera.

Marta lo miraba y lo miraba al cerro Bayo y pensaba qué lindo sería subirlo, hasta que el sueño se cumplió 10 días atrás, cuando Gachy Cabrera y Matías Lara la invitaron a intentarlo con ellos. Él es guía profesional recibido en Mendoza, lo contratan para travesías en el país y en el exterior, pero esa salida sería algo distinto, una aventura entre amigos al ritmo de Marta, su entrañable maestra de cuarto grado, la que le enseñó los secretos de la geografía que disfruta cada día. Ahora, ya jubilada, ella no pierde el entusiasmo de asomarse a nuevos desafíos, en esa bendita tierra de montañas, arroyos, volcanes y cascadas donde aparece otra aventura a cada paso. Y en la que estaba por suceder, ahí estaban para hacerle el aguante su antiguo alumno y Gachy, otra experta baqueana de las alturas del norte neuquino para acompañarla a su paso a conquistar esa mole de 2730 metros.

Matías y Marta rumbo a lo más alto en medio de impresionantes panorámicas. Foto: Gachy Cabrera.

«Lo que yo les enseñaba en el aula él pudo enseñármelo en vivo y en directo»

Ahora es Marta quien cuenta la historia, un relato a pura emoción de la primera palabra a la ultima. «Matías fue mi alumno en la Escuela 327 de Chos Malal en cuarto grado. Un niño que, como sus compañeros, era de jugar a la pelota en los recreos. Y que se esforzaba por hacer sus tareas, aplicado. Tanto yo como ellos disfrutábamos de conocer nuestra provincia, ya que en cuarto grado el contenido específico de Ciencias Sociales es la provincia de Neuquén«, comienza.

«Particularmente nos enfocábamos mucho en nuestra zona norte, su geografía, su historia, su gente y sus costumbres. Hicimos alguna excursión alguna vez y salidas por la localidad», continúa.

«Para mí fue hermoso ir al Cerro Bayo porque lo que yo les enseñaba en el aula él pudo enseñármelo en vivo y en directo, además de estar pendiente de mi seguridad en todo momento», agrega la maestra.

«La vida es así: los roles son intercambiables a veces se enseña y otras se aprende. Y así hasta el final de nuestros días. También otro guía fue mi alumno de segundo grado en la misma escuela, Raúl Rebolledo. Y él me guió en invierno y con nieve al Cerro Corona, al volcán Copahue y a otros cajones hermosos de la Cordillera del Viento. Regalos de la vida«, dice Marta, emocionada.


Rumbo a la cumbre del cerro Bayo

Gachy, Marta y Matías salieron temprano desde Chos Malal. Antes de las 7 ya estaban en la ruta provincial 43, que está asfaltada hasta Las Ovejas, Luego de un desvío antes de llegar al Alamito tomaron la ruta provincial 41 que los llevó hasta la villa del Curí Leuvú, ubicada en la base del cerro. Después siguieron en dirección oeste hasta el puesto Vázquez, donde hay que dejar el vehículo y comenzar la marcha para un ascenso de dificultad media – alta que es recomendable hacer con guías habilitados.

Gachy Cabrera, que ya había hecho cumbre varias veces en el cerro, sabía lo que les esperaba: «Siempre voy a la montaña con mucho respeto, porque: se que siempre se sufre en el Bayo, es duro: tiene mucho desnivel y son muchas horas de ascenso, todo el tiempo subiendo. Hay que ir con buena preparación física y mental. Y con la indumentaria y elementos necesarios», explica.

El volcán Domuyo visto desde el cerro Bayo. Foto: Gachy Cabrera.

La aproximación al pie del cerro desde el último puesto cerca del arroyo Los Menucos demanda entre dos y tres horas de caminata, de acuerdo con el ritmo. «El ascenso dura unas cinco horas. Es bastante empinado, sorteando rocas y bardas de color bayo, ese marrón clarito como el de los caballos en el campo. Después hay un tramo de rocas oscuras y el último tirón a la cumbre es larguísimo entre rocas otra vez de color bayo. Habremos dejado el vehículo pasadas las 7:30 y a eso de las tres y media de la tarde estábamos en la cumbre, casi ocho horas después, exactamente 7 horas y 40 minutos después. Es un cerro que algunos subestiman y es durísimo. Y el paisaje es espectacular. Marta quería llegar sí o sí. Estaba feliz y nosotros también«, cuenta Gachy.

Marta y Matías en plena aventura en el Cerro Bayo del norte de Neuquén. «Para mí fue hermoso ir al cerro con él, porque lo que yo les enseñaba en el aula él pudo enseñármelo en vivo y en directo, además de estar pendiente de mi seguridad en todo momento», dice ella. Foto: Gachy Cabrera.

Gachy detalla que desde la cumbre del Bayo se puede apreciar toda la Cordillera del Viento. «Desde el punto más bajo que seria cerca de El Llano hasta los últimos cajones, la cumbre del cerro Corona, las tres lagunas del bayo congeladas. El Tromen, el Wayle, el Ñireco, el Palao, el Quebrada Mala y muchos otros del Departamento Chos Malal, tenes un panorama general de todo, Es hermoso», describe.

Marta y Gachy en la cumbre del Cerro Bayo del norte de Neuquén. Fotos: Gachy Cabrera.

El cierre es de Marta: «Fue una experiencia hermosa, ya hace tiempo que quería subir el Bayo, siempre lo veía ahí, un poco adelante de la Cordillera del Viento pero formando parte de ella, tan imponente. Imaginarme a mi padre que se crió en el valle que está abajo… Una vez que caminé ese cajón, se veía el Bayo, o sea que formó parte también de sus paisajes de niño. Y ver desde arriba toda la Cordillera del Viento nevada como está fue doblemente emocionante porque el guía era Matías, mi alumno de cuarto grado..Es para mi hermoso eso. Estoy muy agradecida con Matías y Gachy por este un desafío más que la vida me ha permitido concretar».


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