Un cazador de volcanes, entre los rugidos de la tierra

Chile es el país con la mayor cantidad de volcanes activos de América. El fotógrafo argentino Diego Spatafore vive allí, se dedica casi exclusivamente a retratarlo y muestra uno de los mayores espectáculos de la naturaleza.

Una vez, Diego Spatafore llegó a la puerta de la casa del demonio y lo enfrentó. El volcán Villarrica del sur de Chile había entrado en erupción. Parado a los pies del gigante que rugía y escupía fuego, con su cámara en mano, no se quería ir. “Me quedé encandilado. La altura de la columna de lava era de dos kilómetros hacia arriba, un soplete. Sentíamos el calor. Una situación muy extrema”, dice y cuando le preguntan si tenía miedo, recuerda, “si me tocaba morir, moría haciendo lo que me gusta. Un poco egoísta, tal vez. Pero no me quería ir”.

Vive en Temuco, Chile y esta mañana piensa en su país, Argentina, en la Patagonia que dejó cuando decidió cruzar la cordillera y quedarse en una tierra de volcanes. En el año 2008 comenzó a fotografiarlos. El primero fue el Llaima, estaba en la edición de un libro de fotos y quería para la portada un volcán en erupción. La naturaleza le concedió el deseo y a partir de ahí, no dejó de hacerlo. Hace años, retrata volcanes, hace libros, vive aventuras y vuela.

La Araucanía es una de las regiones en Chile que cuenta con una considerable presencia volcánica, existen ocho que son los más grandes, los más importantes y después está lleno de cráteres parásitos que se formaron en las laderas de los volcanes.

El Villarrica, en mapundung se llama Rukapillan (la casa de los espíritus o del diablo), es el más activo de Sudamérica y el pozo de lava es visible desde el borde del cráter. Solo siete volcanes en el mundo tienen esta característica y está Pucón cerca de San Martín de los Andes.

Volcán Lonquimay alineado con el volcán Llaima.

En importancia, le sigue el volcán Llaima, que también es uno de los más activos de Sudamérica. Después el Sollipulli, cerca de Moquehue, el Lonquimay, Diego enumera con pasión cada uno. Busca en su memoria el registro más impresionante, y no duda mucho. Trae el relato del día que vio al Puyehue embravecido, por lo potente, porque su columna era gigante, y porque su pluma de ceniza dio la vuelta al mundo.

“Lo pude fotografiar desde el aire. Era una bomba atómica”, dice y recuerda como había quedado Villa La Angostura tapada de ceniza , y esa erupción épica que duró por lo menos seis meses.

Cuando todo comenzó, estaba en Temuco le avisó un amigo y se fue enseguida. Al llegar se nubló, había toda una zona exclusión pero pudo entrar con la credencial de fotógrafo y aproximarse bastante para hacer una foto. “Era un rugido, una cosa tremenda y se tapó. Durante 5 días no se vio nada, con mucha lluvia. Cuando despejó, logré hacer el vuelo, que fue increíble”, Diego envía las fotos, y son fieles a sus palabras. A las dos semanas subió caminando y a los dos o tres meses se quedó a dormir.

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Erupción volcán Llaima, abril 2009.

“Pasé la noche ahí, al lado, a dos kilómetros del volcán. Logré hacer fotos con la lava. Con la luz del día la incandescencia de la lava no se ve, hay que esperar el atardecer y la noche donde empieza el espectáculo”, cuenta.

Lo que se siente es la fuerza en la naturaleza, el poder que tiene , dice que el ruido es como escuchar el despegue de un antiguo Boeing 707 . Un rugir grande y constante.

La otra erupción que vivió muy de cerca, quizá hasta imprudentemente, fue la del Villarrica en el 2015. Sabía que iba a entrar en erupción, lo siguió de enero hasta el 3 de febrero, que fue con un amigo. Subieron por la ladera y estaban a tres kilómetros del cráter cuando empezó el show.

Explica que fue la experiencia más fuerte, porque cuando hay una erupción en el sur de Chile el problema grave no es la lava, es que todos los volcanes tienen en su ladera un glaciar. Cuando la lava entra en contacto se derrite y genera una masa de agua gigantesca, un lahar, que se lleva todo a su paso. En 1970, en el pueblo de Coñaripe murieron más de 100 personas.

Volcán Llaima con nubes lenticulares. Fotos y videos: Diego Spatafore (@spataforediego)

“Tuvimos mucha suerte porque el viento soplaba del sur, es decir que la columna de piroclastos, cayeron hacia el lado noreste del volcán. Son piedras que son del tamaño de ómnibus, gigantescas”, rememora.

Ahí estaba, como atrapado, no quería irse y su amigo Marco lo sacó. Lo extraño, es que si se hubiese quedado, no le hubiese pasado nada. Se generó un lahar por la otra ladera.
“Eso porque fue en verano, se llega a dar ahora con nieve, o en invierno, desaparece medio Pucón o Coñaripe. Son tantos metros de nieve, tanta el agua que bajaría y no quedaría nada. La historia siempre se repite y el ser humano lamentablemente no aprende, porque han poblado toda esa zona”, dice con pena.

La otra erupción que lo marcó, fue la que siguió. El 3 de marzo del 2015 fue la del Villarrica y un mes después el volcán Calbuco al lado de Puerto Montt y de Puerto Varas. En cuanto le avisaron también fue y encontró una nube gigante y muchos relámpagos. Al día siguiente, pudieron entrar a un pueblito que se tapó de piedra.

“Un metro de piedras muy pesadas, muchas casas colapsaron, en una foto se ve un restaurante en el que el techo se vino abajo. Después también la pude volar y la pude fotografiar desde el avión fue espectacular”, cuenta y siguieron el Llaima, en 2009 y también estuvo en el Copahue.

Volcán Lonquimay al atardecer, región de La Araucanía, Chile.

Fotos desde el aire


Tomar fotos desde el aire no es fácil por muchos factores. Según Diego, tiene grandes complejidades: en principio el clima, por ejemplo ahora espera para volar y por las grandes nevadas no se le permite. Hay que coordinar también que esté disponible el piloto, el avión o helicóptero y en tercer lugar tener la plata, porque no es barato. “No es fácil se tienen que alinear los astros, pero cuando lo hacen, el resultado es increíble”, dice.

Por eso que unió su pasión con volar, con las fotos, y hace tour aéreos con fotógrafos o aficionados, por los volcanes de La Araucanía, para enseñarles su secreto.


Libros, fotos y volcanes y retratar la Patagonia desde el aire


Es totalmente autodidacta porque no estudió fotografía. Lo que logra se lo debe, un poco, a su papá Juan Carlos. Cuando era niño vivían en Río Gallegos y se iban de vacaciones a Bariloche, a El Bolsón. Su papá sacaba fotos y hacía diapositivas. En un viaje, le dio la cámara y le explicó los conceptos básicos.

Río de las Vueltas, El Chaltén, Patagonia Argentina. Fotos y videos: Diego Spatafore (@spataforediego)

Tenía 13 años cuando empezó a hacer fotos. La adolescencia, los picados a la pelota pusieron en pausa la pasión que despertó muchos años después, cuando llegó a Chile a recorrer, y buscaba un libro con fotos de La Araucanía pero no había.

Pensó en hacerlo y mandó unas fotos al director de una fundación público privada que fomenta el desarrollo de la región. Cuando las vio le encantaron y le dijo que había que hacer algo con esas fotos.

“Un libro”, respondió.

El primero salió en el 2008 y se vendió completo y siguieron cinco mas. “Estoy muy agradecido a Chile y a los empresarios porque hay mucha gente que me ayuda en esta pasión por volar y por fotografiar”.

Por estos días trabaja en el libro Rukapillán, un homenaje al volcán Villarrica y otro de La Araucanía, con todas fotos aéreas que tendrá tres secciones: agua, tierra y fuego.

Fotografiar toda la Patagonia desde el aire es su gran proyecto a muy largo plazo y desde hace muchos años vuela y retrata la Patagonia Chilena y Argentina para hacerlo.

En los libros Diego se ocupa de la redacción, el prediseño, la maqueta, un diseñador gráfico hace los ajustes más finos. Se venden a empresas, instituciones, particulares y también a las universidades.

Siempre hace una preventa particulares que a través de mi sitio web www.patagonia.photography y de Instagram (@spataforediego)


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