Tres playas para descubrir en el Puerto San Antonio Este, a 65 km de Las Grutas

La villa portuaria tiene balnearios distintos, que vale la pena conocer. En la nota, te contamos cuáles son

Punta Perdices y su magia

Las playas de Las Grutas son toda una tentación. La costa se extiende por las dos plantas urbanas que completan la localidad que integra el balneario (San Antonio y el Puerto San Antonio Este), y esconde lugares únicos.


En la villa portuaria, por caso, las opciones son muchas. Sólo hay que recorrer los 65 km por ruta 3 que la separan de su vecina grutense. Acá, una guía de sitios imperdibles.

La Conchilla


En esta playa, que está poco antes del acceso a la aldea pesquera, la arena, dorada y densa, está cubierta por miles de caracoles, que, erosionados por el sol y por el viento, fueron blanqueándose hasta quedar de ese color que asombra desde lejos.

La Conchilla, un lugar único


En realidad, son valvas de moluscos, y, entre ellos, abundan los caparazones de las almejas típicas de esta zona. Aquí se las conoce como almejas púpuras, pero “amiantis purpurata” es su nombre científico. Otra vez, el color es el protagonista de ese detalle. Porque esa especie es de un violeta intenso, que va mutando hasta adquirir toda la paleta de los rosados.


Al caminar, se distingue a las conchillas menos erosionadas porque tienen esos tonos, que van del violáceo al rosado más leve. Un estímulo para la vista.


El oído también quedará estimulado al tomar contacto con esa capa crujiente que cubre la costa. Al caminar, esos fragmentos suenan como cristales rompiéndose, y, los que están más cerca del agua, crean una melodía única.


El ambiente de esta playa es familiar, para pasar un día tranquilo, lejos del ruido. La enorme extensión que tiene la costa es otro factor distintivo. Además, debido a esto, siempre existe playa disponible, independientemente de que la pleamar esté registrándose.


La idea, sin embargo, es disfrutar preservando el entorno, así que para evitar pulverizar el manto de conchillas no hay que circular con vehículos sobre la costa.


Punta Perdices


Un mar azul que se distingue desde lejos, y se recorta nítido contra la blancura de una costa que remite a cualquier postal caribeña. Pero con otro encanto, porque esos colores se combinan en un paisaje que tiene texturas, perfumes y sonidos que le ponen su sello patagónico.

Todo el encanto de Punta Perdices, una playa especial


Es que acá la arena está tapizada de conchillas blanqueadas por el sol, que crujen al caminar sobre ellas. Y el mar se vuelve caprichoso al subir y bajar dos veces diarias, mostrando dos fotos diferentes del mismo lugar. Porque todo cambia cuándo el agua está plena y vuelve a variar cuándo se aleja, y la costa se torna infinita.

Y hay más, mucho más… está esa sensación de inmensidad que sólo muestran las playas patagónicas, y una brisa que todo lo recorre. Como un duende libre corriendo por la playa y esparciendo el perfume de la arena caliente, la savia dulzona de la vegetación y el salitre del mar.

Es Patagonia, no Caribe, aunque de lejos lo parezca…Y esa conjunción mágica será difícil de olvidar.

Así es Punta Perdices (el famoso ‘Caribe Patagónico’). El camino que conduce a esta playa es el que lleva al Mirador Norte de la aldea pesquera.

Una vez en la zona, hay que tener en cuenta que el resguardo de la Naturaleza será esencial. Por eso, los vehículos no podrán transitar por el manto de conchillas y los que lleguen deberán llevarse los residuos que generen.


Punta Villarino


Ahí donde la vista apunta ni bien uno llega a las playas del muelle, en esa curvatura que de golpe muestra la enorme extensión de la costa. Ahí, justo ahí, está Punta Villarino, un lugar único, que tiene como escoltas a los lobos marinos. Es que esos animales forman una numerosa colonia que está apostada en la arena, como si fueran un comité de bienvenida para los turistas y vecinos que llegan al sector. Los resguardan los guardas ambientales, para evitar que se perturbe a la especie.

Un barco mercante, y todo el esplendor de Punta Villarino


Para llegar hay que atravesar la gran extensión de costa que se extiende en el mirador sur del muelle. Como en casi toda la zona, las conchillas recubren la arena, y forman delicados médanos que crujen al caminar, como si fueran fragmentos de porcelana.


En el verano, en el lugar puede verse la actividad que desarrolla la empresa Patagonia Norte, que concesiona la terminal marítima. Los enormes buques de bandera internacional son toda una atracción. Llegan para abastecerse de las peras y manzanas del Alto Valle de la Provincia, que se exportan al mundo.
Lo demás es dejarse llevar por el relax y gozar con todos los sentidos de las postales que se suceden.


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