Caminaba en Caviahue, vio a la pareja que bailaba en la nieve y filmó esta escena de película
Maravillas de la vida cotidiana en la aldea de montaña neuquina. Valentina salió a hacer las compras: quería cocinar un puchero. Grababa con el celular los paisajes que la enamoran desde que se radicó para trabajar en un hotel cuando observó una pareja a lejos. Entonces, algo mágico sucedió. Mirá...
Algo mágico puede suceder a la vuelta de la esquina si vivís en una aldea de montaña de la Patagonia. Por ejemplo en Caviahue, una maravilla copada por la nieve en el invierno, con residentes y turistas que van a hacer las compras esquiando. En el caso de Valentina Sepúlveda, que llegó en 1989, consiguió empleo en un hotel y nunca más se fue, deslumbrada por ese paraíso de senderos y cascadas entre araucarias milenarias, caminaba rumbo al supermercado, porque se le había antojado cocinar un sabroso puchero ideal para esos dos grados bajo cero de sensación térmica. Así que ahí iba, con la cámara del celu registrando el lago azul profundo en el que se espejan las montañas cuando no sopla el viento que los pioneros eluden invocar, las botas que se le hundían un poquito en el oro blanco de la provincia de Vaca Muerta, el chirrido de cada paso que se escucha nítido mientras avanza. Filmaba porque le apasiona compartir al mundo la belleza de la tierra que eligió para vivir, con el volcán Copahue a cuatro km pero que parece al lado de tan imponente, con su laguna que bulle en el cráter y esa fumarola blanca que recuerda que está activo. Era una mañana como tantas otras de esas que la hacen felicitarse de la decisión que tomó al elegir ese paraíso, hasta que vio al perrito lanudo que corría a saludarla y esas dos siluetas a lo lejos.
Bailando tango en la nieve en Caviahue
Entonces acercó la imagen con el zoom y captó a la distancia la cadencia de esos movimientos tangueros sobre la nieve, los techos nevados de las cabañas, los copos blancos sobre el verde de las ramas de las araucarias, las huelas de las pisadas y de los autos y las camionetas sobre la ruta que había despejado Vialidad. Y volvió a enfocar a la mujer y al hombre que se movían al compás de un 2×4 que no se escuchaba pero se intuía, con el soplido del viento como banda de sonido y telón de fondo. No los conocía, pero les agradeció en silencio ese regalo, la belleza dentro de la belleza. Después hizo las compras y al volver ya no estaban. Ya era tiempo de disfrutar el puchero en su franco.
«La nieve me da una alegría inmensa, es oro para nosotros»
«La nieve me pone bien, me da una alegría inmensa. Además de hermosa, es oro para nosotros, porque nos da trabajo«, dice Valentina y cuenta que el centro de esquí que atrae a los turistas está a apenas un kilómetro y medio del pueblo en esta joya del sur donde a veces locales y visitantes deben palear para salir de sus casas para ir a trabajar, como en el caso de Valentina el invierno pasado.
Caviahue, el paraíso que nunca pudo dejar
Valentina llegó en 1989 y se enamoró de este rincón de la Patagonia al que por si le faltara un detalle tiene a Copahue a 18 km para terminat de completar un destino único que ofrece nieve y termas en esa cordillera indómita que asoma e invita a los recorridos fuera de pista.
«De Caviahue me encantó también la tranquilidad y la seguridad, podés pasear por todos los senderos de Caviahue sin preocuparte de quién viene atrás», continúa.
«Me encanta esquiar, raquetear, caminar por la nieve en polvo, sentir ese sonido especial que hace debajo de tu calzado, esa es la nieve en polvo», agrega.
Cómo llegar a Caviahue
«Vine a pasear en el año 1989 a Caviahue, me ofrecí a trabajar en un hotel y acá sigo todavía en el Hotel Lago Caviahue», cuenta Valentina.
Si se toma como punto de partida Neuquén capital, hay que tomar la ruta nacional 22 hasta el empalme con la ruta provincial 21 y luego de 56 km tomar la ruta provincial 26 hasta Caviahue. Es todo por asfalto y ya el último tramo del camino anuncia que algo distinto te espera cuando vas en invierno por la 26 que atraviesa el Cajón de Hualcupen, con la nieve acumulada a los costados cuando pasa la máquina después de las nevadas y los puestos de los crianceros emergen en el manto blanco.
Tras esos 17 km, ya cerca de la aldea de montaña, hay una recta que conduce al lago, a la izquierda ves la primera línea de cabañas y hosterías de frente al agua.
Es recomendable chequear el pronóstico metereológico y el estado de las rutas en el parte diario de la Dirección Provincial de Vialidad de Neuquén.
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