Soñó bucear los Siete Lagos y así concretó una gran aventura subacuática en la Patagonia
Luego de unos meses, paciencia y esfuerzo, Roberto Listro logró bucear los lagos de la mítica Ruta 40 que une las ciudades de San Martín de los Andes y Villa La Angostura.
Un cazador de la belleza de la naturaleza, desde hace años recorre la Patagonia con su equipo de buzo y su cámara fotográfica en mano. Roberto Listro primero soñó con conocer el Camino de los 7 Lagos que unen la ciudad de San Martín de los Andes con Villa la Angostura en la provincia de Neuquén, y cuando lo hizo, dice que “fue asombroso”. Los paisajes, montañas y bosques lo atraparon y fue precisamente en los lagos, o mejor dicho debajo de ellos, que logró capturar su magia.
Roberto Listro, nació en Rosario, Santa Fe, pero se enamoró de la majestuosidad de la cordillera y decidió convertirla en su lugar en el mundo. Desde el año 2015 vive en Puerto Madryn. Realizó cursos de fotografía subacuática, fotografía terrestre, edición y cine documental, enfocándose en fotografía de fauna y subacuática. Es guía de buceo (Dive Master SSI) y participó de varios concursos de fotografía y cortometrajes obteniendo primer premio en algunos de ellos.
Realizó muestras fotográficas colectivas e individuales en Puerto Madryn, San Martín de los Andes, Esquel, Bariloche, Valcheta, Rawson y otras ciudades de la zona en las que el buceo y la imagen se funden.
La cordillera y sus lagos representan para Roberto más que un destino de buceo; son una conexión profunda con la naturaleza y con su propia pasión. “La primera vez que vi la cordillera fue en el viaje de egresados, y en esos días supe que algún día volvería para quedarme. Y así fue, llegue a vivir a San Martín de los Andes y me quedé”, recuerda. Después se mudó a Puerto Madryn, y se estableció allí.
En una charla, cuenta que la idea de bucear estos míticos lagos nació casi por casualidad. “El Camino de los siete lagos es uno de esos lugares a los cuales hay que ir al menos una vez en la vida. Cada vez que volvía a la cordillera, iba a bucear en distintos lagos para tomar imágenes subacuáticas. Un día, me di cuenta que había buceado tres de los siete Lagos de la Ruta 40. El Lago Espejo, Lago Correntoso y Lago Lácar, y me pregunté por qué no bucear los siete.
El deseo de completar esta hazaña lo llevó a planificar meticulosamente cada detalle, desde los permisos hasta el transporte de su equipo. En algunos lagos, sobre todo en el Lago Lacar, se realizan buceos con frecuencia, pero otros nadie lo había buceado anteriormente. Fue así que en el siguiente viaje dio inicio a su proyecto.
“A los tres antes mencionados le siguieron el Lago Falkner y el Lago Villarino, de muy fácil acceso, los cuales se encuentran al margen de la Ruta 40 y los realicé en invierno”, dice. Fueron buceos cortos debido a la bajas temperaturas, con 3° de temperatura exterior, y 5° la temperatura del agua.
Es que bucear en invierno en la Patagonia es una experiencia que pocos se atreven a probar. En esta época la mayoría de los buceadores optan por trajes secos, que ofrecen una mejor protección contra las bajas temperaturas. Sin embargo, Roberto se animo a sumergirse con su traje húmedo de 7 milímetros.
“Por el frío tengo que reducir el tiempo debajo del agua. Uso guantes de neopreno, pero igual se siente mucho frío en las manos”, dice. A pesar de estas dificultades, logró capturar imágenes impresionantes de los paisajes subacuáticos, que son su verdadero premio.
El año pasado, la nieve abundante, complicó el acceso para completar su misión. “No pude bajar a Machónico y al Escondido porque había mucha nieve al costado de la ruta”, explica, y agrega que debió esperar a la primavera para sumarlos.
Cada lago presenta su propio desafío: algunos tienen pendientes empinadas que requieren un trekking arduo, cargando equipos que pueden pesar hasta 25 kilos. “Bajé todo el equipo de a poco, primero el tanque, después el lastre, y finalmente el equipo de buceo”, comenta.
“La visibilidad en los lagos de la cordillera es increíble”, dice con entusiasmo. “Aunque a veces no ves el fondo, la claridad del agua y las paredes de piedra crean un paisaje subacuático único”.
Las inmersiones son diferentes de las que realiza en Puerto Madryn. La fauna es escasa, lo que convierte a cada encuentro con una trucha o una perca en un evento especial. “Es difícil sacarles fotos porque se alejan rápidamente”, admite. Pero las imágenes que captura son testimonio de su habilidad y paciencia.
“En el Machónico tuve que bajar y subir cuatro veces por un sendero de montaña para trasladar de apoco el equipo de buceo hasta llegar al lago. Unos días después, fui a bucear el último que me restaba, el Lago Escondido, en el cuál tuve que realizar el mismo proceso para trasladar el equipo de buceo. Fue el más complicado por ser el de mayor dificultad para acceder a su costa, el sendero tiene mayor pendiente que el anterior”.
Para aquellos que deseen seguir sus pasos, Roberto ofrece algunos consejos prácticos. “Es importante averiguar bien sobre el lugar donde vas a bucear”, advierte. “Si puedes encontrar a alguien local que te dé información, mucho mejor.” La seguridad es crucial, y entender los desafíos específicos de cada lago puede marcar la diferencia entre una inmersión exitosa y un contratiempo.
Hoy Roberto celebra que cumplió el “sueño de ser el primero en bucear los siete lagos del Camino de los Siete Lagos. Bajo el agua helada, encontró la transparencia que solo algunos tienen el privilegio de contemplar, y a través de su lente, lo comparte con el mundo y devela los secretos submarinos de la Patagonia.
Roberto comparte sus historias en @roberlistro.
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