Semana Santa en la cordillera: dos cascadas para descubrir en la frontera con Chile
A las cascadas Dora y Santa Ana hay que ir por el Paso Internacional Samoré (125 km de Bariloche, 42 km de Villa La Angostura y 128 km de San Martín de los Andes). Cómo llegar, qué trámite hay que hacer y cómo es el trekking para conocer estos dos imponentes saltos de agua cada vez más visitados.
Para los que buscan un paseo para deslumbrarse a cada paso, contemplar una belleza de una singularidad única y sorprenderse por la magnitud de los saltos de agua, deben ir a las cascadas de la frontera entre Argentina y Chile, por el paso internacional Cardenal Samoré.
En la zona “inter aduanas”, en un sendero escondido, que no es visible desde la ruta y cargado de vegetación, asoman las cascadas Dora y Santa Ana, dos saltos de agua imponentes, cada uno con sus singularidades, que demandan un trekking calificado como “dificultad media”, inserto en el parque nacional Nahuel Huapi.
Lo primero que hay que saber es que para llegar a este sendero se deben hacer los trámites aduaneros en el paso Samoré, como si se viajara a Chile, pero dejando constancia que el destino es a mitad de camino para conocer las cascadas.
Un dato importante es que desde hace unos días el paso Samoré cambió de horario de atención porque Chile corrió su hora. Por eso, del lado Argentino, está habilitado circular de 9 a 19 (de 8 a 18 hora de Chile) y para llegar a las cascadas Parques Nacionales exige que el ingreso sea en las primeras horas del día.
En Aduana Argentina se pide DNI y documentación del vehículo en el que se viaja. Además, se debe realizar previamente (con 48 horas de anticipación) el registro de trekking del parque Nahuel Huapi y una vez en Samoré, presentarse en la oficina de Gendarmería Nacional para dar aviso de que se accede a las cascadas.
En el verano, desde la reapertura a mediados de diciembre, luego de 3 años de que el sendero permaneció cerrado por la pandemia, este circuito de las cascadas estuvo tan concurrido que había días con más de 100 personas registradas y decenas de vehículos quedaban apostados en el estacionamiento del acceso, que está a unos 13 kilómetros desde el complejo fronterizo y unos 100 metros antes del río Pantojo. También, la referencia es que está unos metros antes de llegar al hito que marca la división de los dos países.
Los primeros paso rumbo a Dora
El sendero para llegar a las cascadas se inicia a mano derecha de la ruta que conduce desde la Aduana hacia el límite entre Chile y Argentina, pero siempre se permanece en territorio nacional.
Un cartel de Parques Nacionales tiene las indicaciones básicas antes de adentrarse a la aventura. Allí se indica que se trata de un trekking de dificultad media entre diciembre y mayo, con un desnivel de 275 metros y una distancia de 4 kilómetros. A pesar de ser corto el camino, se estima entre ida y vuelta de 3 a 5 horas, dependiendo el ritmo de caminata y el tiempo de permanencia en las cascadas.
El camino comienza con un bosque y una senda prolija y bien marcada, accesible. A pocos metros hay una bifurcación y un cartel que indica hacia la derecha el camino a Santa Ana y continuando se llega a Dora. Es aconsejable primero ir hacia Dora, que está a no son más de 40 minutos desde el inicio de la senda, a un ritmo tranquilo, sin apuro.
Para acceder a la primera cascada el camino no tiene sobresaltos solo en el último tramo hay un descenso pronunciado, pero muy corto, con posibilidad de sujetarse de los árboles. Y de inmediato el río Pireco que se nutre del salto de agua de la cascada Dora, ubicada a la izquierda, en forma de abanico, con frondosa vegetación similar a la selva valdiviana a su alrededor.
Se puede caminar al costado del río -hacia la izquierda- para llegar más cerca de la cascada, hasta que el vapor de la caída de agua te humedece.
Una vez superado el impacto de la belleza de este entorno natural, se debe regresar por el mismo lugar hasta la bifurcación de caminos que tenía el cartel y tomar en dirección a Santa Ana.
Más exigencia para llegar a Santa Ana
Este segundo tramo del trekking tiene mayor exigencia y se debe vadear el río Pireco, pero para llegar a este curso de agua se debe caminar unos 40 minutos. Allí un cartel indica el cruce y ratifica que se va por la senda correcta con destino a la cascada Santa Ana.
El vadeo del río puede ser accesible, dependiendo el caudal del agua. De todos modos, hay que ir con cuidado sobre las piedras y hay cuerdas para aferrarse y evitar caídas. Parques recomienda llevar un calzado extra.
Una vez superado el río, el sendero comienza a ser más empinado y tiene momentos exigentes en cuanto al desnivel en ascenso, pero también bruscos descensos en algunos sectores de tierra suelta, que complican la travesía.
Después de superar estos obstáculos la senda va descendiendo y metiéndose en la vegetación frondosa hasta que sorprende la imagen de la cascada Santa Ana, un imponente salto de agua de unos 40 metros que cae con fuerza y nutre nuevamente el río.
El paisaje es majestuoso y con formaciones rocosas llamativas porque se puede observar que donde se produce la caída del agua se forma detrás una cueva a la que se puede llegar caminando por un sendero empinado que sale a la derecha.
Ascender hasta casi el inicio del salto de agua permite adentrarse y caminar en esa especie de cueva de rocas moldeadas por el viento y el agua que asimilan a una pared de mosaicos y literalmente se puede estar de pie o sentarse detrás de la cascada, contemplando desde la altura su caída y el río debajo.
El regreso es por el mismo camino con todos los obstáculos, ascensos pronunciados y descensos, vadeo de río y todo nuevamente, pero en dirección inversa.
Para muchos el camino en sí mismo es tan hermoso que vale la pena hacerlo, pero sin dudas el destino final en la cascada Santa Ana hace olvidar el cansancio de la travesía.
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