De San Martín de los Andes a El Bolsón en bicicleta, la épica aventura de Lucía y Nahuel por rutas secundarias
Recorrieron los 354 km del Patagonia Beer Trail en 10 días combinando la ruta de los Siete Lagos con caminos alternativos y solitarios desde Villa Llanquín. Venían bajando de La Quiaca a Ushuaia por la 40 pero se desviaron para vivir esta experiencia inolvidable. Acá comparten las fotos, el video y el relato.
La noche que durmieron en el vagón de madera arrumbado sin ventanas ni techo en una antigua estación de ferrocarril abandonada en la estepa del suroeste de Río Negro, vieron el cielo como nunca antes. Una vez que se fueron las nubes, con el rumor del viento como mejor banda de sonido, sin la contaminación lumínica de las ciudades, las estrellas brillaban en la noche pura del sur. Recostados sobre las bolsas de dormir, alucinados, Nahuel y Lucía contemplaban ese grandioso espectáculo natural: fue el momento más impactante de esa ruta que los extranjeros recomiendan en blogs viajeros y boca a boca y que los sorprendía más y más a medida que pedaleaban.
Era lo que esperaban, lo que querían, cuando decidieron hacer en bicicleta el Patagonia Beer Trail para unir en 354 kilómetros el circuito de cervecerías artesanales de San Martín de los Andes con el del El Bolsón y sus plantaciones de lúpulos a través de caminos alternativos desde que dejaron la ruta nacional 237 en Villa Llanquín.
En ese encantador pueblito rural cada vez más elegido por los turistas al que los autos llegan en balsa tras cruzar el Limay desde Neuquén a Río Negro, ellos lo hicieron por el puente peatonal con sus rodados 29 y se metieron de lleno en la estepa, las huellas de las estancias, las sendas de las vacas y las vías del ferrocarril sin cruzarse con nadie por días. Así vivieron una experiencia que jamás olvidarán. Pero para eso debieron ahorrar, planificar, equiparse. Aquí cuentan la historia.
Ahorrar para viajar
Para Lucía Pirez (27), escribana y abogada recién recibida, era su nada menos que su primer viaje en bicicleta. Para Nahuel Martínez (26), estudiante de psicología, el primero largo luego de varios cortos en las rutas charrúas. Los dos son uruguayos y ahorraron durante varios años para vivir la aventura de recorrer la Argentina de norte a sur a pedal de La Quiaca a Ushuaia por la mítica ruta nacional 40.
Él tenía ese programón en mente desde hace tiempo, se lo propuso, ella dijo sí. Y aquí están. Acaban de dejar en Trevelin, esa maravilla de Chubut famosa por sus campos de tulipanes al pie de la Cordillera de los Andes y con un dragón que echa fuego y todo para descubrir otra maravilla del otro lado de las montañas, una mítica ruta chilena: la Carretera Austral. Esperan regresar a la Argentina unos 600 km más al sur, por el Paso Roballos.
Para generar los ahorros, Nahuel consiguió trabajo en la construcción en Canelones, a 17 kilómetros de Los Cerrillos, su pago chico. Todos los días recorría esa distancia en bici para ir a trabajar en el asfaltado de rutas y calles. «Hay mucho empleo en las obras allá», comenta.
Lucía también sumó cada peso que le entraba. Y si en algún momento pensaron que al ahorrar en dólares la diferencia cambiaria los iba a beneficiar, en eso Argentina también los sorprendió: comprobaron asombrados cómo un alimento que compraban en un almacen o un súper por 1.000 pesos podía cuadriplicar su valor en tiempo récord.
Abra del Acay: dormir en carpa a 4.895 metros
La travesía arrancó por el norte, en abril del 2023. Viajaron en tren desde Buenos Aires a Tucumán y arrancaron a pedalear por la ruta 9. Ya en La Quiaca se sacaron una foto con el cartel que indicaba la distancia a Ushuaia: 5.121 km.
Empezar a bajar por la 40 mientras se maravillaban con los paisajes del norte. El momento más impactante de ese tramo: en Abra del Acay, a 4895 metros de altura sobre el nivel del mar. Allí, en el nido del viento blanco, como le dicen en La Poma, Salta, armaron la carpa en las alturas y soportaron el frío en sus bolsas de dormir capaces de abrigarlos hasta los 16 grados bajo cero.
A la mañana siguiente tuvieron la mejor recompensa: la larga bajada, las panorámicas. Como todos los viajeros, pasaron por el puesto de Doña Flavia, famosa por sus tortillas, su mate cocido y su buena onda para seguir viaje recargados de energía.
El plan desde el origen fue recorrer sin prisa la 40 que serpentea al pie de la cordillera, pero desviarse cada vez que se tentaran. Así, pedalearon por Jujuy y la magia de Purmamarca y Humahuaca, Salta y la increíble Quebrada de las Flechas, Tucumán y su verde profundo, Catamarca y su épica ruta de los Seismiles entre volcanes, La Rioja y los vestigios de la mina abandonada en Chilecito, San Juan y su Valle de la Luna, Mendoza y sus picos nevados. Allí hicieron una escala para recibir la visita de la familia de Nahuel.
En La Patagonia
Así entraron a la Patagonia, desde Mendoza a Neuquén. En la ruta del asombro, llegaba el turno de la primera provincia patagónica, sus largos tramos solitarios, el sobrevuelo de los cóndores y sus crianceros.
«Por estos aislados caminos pudimos conocer esta tradición centenaria, donde los arrieros trasladan en primavera sus rebaños desde los puestos de invernada (zonas bajas), en una larga travesía, hasta los puestos de veranada, donde la cordillera deja ver por primera vez en el año sus pasturas», describieron.
Lo que siguió, estuvo a la altura: «Mientras nos abrimos paso por Neuquén nos topamos con la segunda cumbre más alta de la Patagonia. La majestuosidad del volcán Tromen (4114 m.s.n.m) puede detener la respiración de cualquiera. Nuestro camino tomaba rumbo hacia las faldas de este gigante de lava y nos daba la oportunidad de rodar muy cerca, tan cerca como nos fue posible».
El camino de la cerveza, al fin
Después siguieron viaje hacia el sur, hasta llegar a San Martín de los Andes, punto de inicio del Patagonia Beer Tour. Comenzaron a viajar por el asfalto de los Siete Lagos, tan deslumbrados por la belleza del icónico camino como inquietos por tantos autos demasiado cerca. «Minado», recuerdan. No era lo que buscaban.
Se desviaron hacia Meliquina en la ruta 63 y después siguieron camino. Ya tenían entre ceja y ceja tomar la ruta nacional 237 para llegar a Villa Llanquín y por fin empezar lo que tanto deseaban: el tramo más solitario y diferente del Camino de la Cerveza por la estepa rionegrina.
«Queríamos ir por caminos secundarios. Las bicicletas y los autos, las camionetas, los colectivos y los camiones no son una buena combinación«, explica Nahuel.
Llevaban descargado en el celular de ella el mapa con toda la info necesaria: desde dónde armar la carpa a los puntos para llenar los bidones de agua.
Lo que siguió fue lo que más esperaban: esos paisajes vírgenes, la huella de alguna chata o de las vacas en senderos rurales, pasar por las tranqueras que indicaba el mapa, dormir en los puntos indicados, sentir la furia del viento patagónico que complica tanto si pega de frente o de costado, escuchar su rumor cada noche, cruzarse con zorritos, ciervos colorados, caballos y liebres.
«¿Pumas? No vimos. Pero no sabemos si ellos nos vieron», dice Nahuel y sonríe. Cruzaron tres estancias camino a Ñorquinco y en una se acercaron a avisar que estaban, como hacen cada vez que pueden, pero un dogo los intimidó. Luego llegaron a Fitalancao, la estación abandonada saqueada, con durmientes apilados, suponen que para bajar los tanques de agua. Les gustó imaginar cómo sería ese lugar cuando tenía vida, cuando había pasajeros y trenes. Y al mismo tiempo les dio tristeza lo que ya no era.
Todo ese tramo lo describen como rudimentario, agreste y hermoso, a veces hasta ni huella había y se bajaban a empujar. «Pero no es tan complicado, se puede hacer», dice Nahuel con su entusiasmo contagioso.
«Vale la pena, es una experiencia única», dice Lucía. Antes de esta aventura hacía spinning, pedaleaba en una bici estática. Y acá está, ya con miles de kilómetros sobre sus espaldas. «Nahuel es muy compañero, me aguantó hasta que le fui tomando el ritmo», explica.
También se dieron el gusto de otro desvío: en desviarse a El Maitén para cumplir un sueño dentro del sueño: conocer La Trochita. No podían pagar los 35.000 pesos que costaban los pasajes a cada unos, pero igual se fueron contentos de haberla visto, filmado y escuchado.
Los bomberos de esa joya al oeste de Chubut (35 kilómetros al sur de Ñorquinco, a 55 de El Bolsón y a 130 de Esquel) los dejaron dormir en el cuartel. Estaban de fiesta y Lucía aportó unos bonitos sombreros artesanales que hacían juego con el uniforme.
Ya en Dina Huapi aprovecharon para pasar por un supermercado y comprar provisiones. Pasaron por Bariloche sin entrar, por la ruta provincial 80.
Con el ingreso triunfal a El Bolsón, tomaron una buena cerveza y brindaron. Por lo que habían logrado. Y por lo que vendrá.
Datos útiles: las bicis, la comida, el equipo, el mapa
* Rodados 29. Así son las bicis en las que viajan Nahuel y Lucía. El tuvo una rotura y le salía más económico traer una nueva desde Uruguay que arreglarla así que eligió la primera opción. De todos modos, aconseja tener nociones básicas para repararlas porque hay largos tramos sin nadie cerca..
* Cocina a nafta. Es pequeña y más económica que a butano. La dieta es a base de pastas y arroz. Viajan además con frutos secos, barritas de cereal y enlatados prácticos (atún, choclo, arvejas).
* Llevan la carga distribuida en bolsos de 6 litros (horquillas) y 20 litros (manillar). «Hay que encajar todo como un Tetris», dice Lucía y se ríe. Las mochilas van en la parrilla. Han llegado a cargar hasta 27 litros de agua. Cuando pueden y saben que van a consumir pronto, compran verduras y frutas. Llevaron un filtro de agua que fue clave con las aguas turbias en el norte del país.
* – 16°C son sus bolsas de dormir.
* La cantidad de km depende del plan de cada día y la superficie donde ruedan. Como promedio: 100 km por día si es asfalto, entre 60 y 70 sobre ripio, 30 si hay que bajarse a empujar.
* Descargaron toda la infor sobre el Camino de la Cerveza de acá: https://bikepacking.com/routes/patagonia-beer-trail-argentina/
* Podés seguir las aventuras de Nahuel y Lucía en https://www.instagram.com/ruedassobrepolvo/
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