Paseo entre dos glaciares, una maravilla mundial y casi una ilusión óptica
En Santa Cruz, el Upsala, un gran glaciar que cubre un valle compuesto, alimentado a su vez por varios glaciares, y el glaciar Spegazzini, uno de los más imponentes del Parque Nacional Los Glaciares, conforman una maravilla digna de apreciarse que son un regalo para los ojos.
Alrededor de 800 personas de diferentes sitios del país y del exterior disfrutan diariamente de uno de los paisajes más impactantes del planeta: la navegación por el Lago Argentino, provincia de Santa Cruz, en torno a los glaciares Upsala y Spegazzini, un viaje al asombro permanente de cara a un fenómeno incomparable de la naturaleza.
El Upsala es un gran glaciar que cubre un valle compuesto, alimentado a su vez por varios glaciares, y es uno de los que registran el mayor índice de retroceso en el mundo, no obstante lo cual sigue siendo uno de los más grandes de la región.
En tanto que el glaciar Spegazzini es uno de los más imponentes del Parque Nacional Los Glaciares, ya que si bien el más popular es el Perito Moreno, este titán blanco tiene una serie de particularidades que lo hacen único.
Ambos conforman una maravilla digna de apreciarse, donde más allá de la magnificencia de las moles de tonalidades blanco azuladas y la experiencia inigualable de navegar entre témpanos, toda la geografía circundante es un regalo para los ojos que obliga a mantenerlos siempre abiertos.
La navegación
Inicia en Puerto Bandera, un embarcadero de catamaranes situado a 45 kilómetros de El Calafate y desde donde parten barcos también hacia el Perito Moreno y la Estancia La Cristina, por ejemplo.
El Upsala Connection, de la empresa Solo Patagonia, enfila su proa hacia el centro del lago devorando las aguas esmeraldas a una velocidad de 20 nudos (alrededor de 40 kilómetros por hora). El viento frío golpea con fuerza en el exterior, pero dentro de la cabina del capitán, Pablo Martín, el ambiente es agradable y la visión periférica impresionante.
«La navegación es tranquila, de una duración de poco más de dos horas», indicó, y precisó que «primero nos acercaremos a unos 10 kilómetros del Upsala, navegando entre témpanos de gran tamaño. No podemos acercarnos más por cuestiones de seguridad, ya que en el 2013 hubo un desprendimiento de magnitud que provocó un tsunami que abarcó 20 kilómetros a la redonda«, explicó Martín.
El capitán agregó que, desde entonces, «el brazo Upsala está cerrado y solamente lo podemos apreciar a esa distancia, pero aún así es impresionante y no deja de asombrarme, pese a que lo visito diariamente desde hace siete años».
Afuera, los viajeros se agolpan sobre las barandas, a babor y estribor, en la proa y en la popa, porque cualquier sitio es válido para deslumbrarse con el paisaje.
Mientras la embarcación surca rauda las aguas atravesando la Boca del Diablo, al frente se alzan los picos blancos cubiertos de nubes grises que certifican que en estos momentos está nevando.
A la izquierda, enormes paredes cubiertas de vegetación, mientras que a la derecha, elevaciones de rocas de color oscuro. Se trata del complejo El Quemado, una de las formaciones más viejas del planeta cuyo origen data de cuando Sudamérica se separó de África.
A medida que la embarcación se adentra en el brazo Upsala, comienzan a aparecer témpanos de diferente tamaño.
Se estima que cada uno de ellos data de más de 500 años, que es el tiempo que dura el movimiento del glaciar, desde que se convierte en hielo en su origen hasta que llega a la pared exterior y su posterior desprendimiento.
Las moles de hielo son inmensas, sobrepasan en tres o cuatro veces la envergadura de la embarcación, y su coloración cambia constantemente ante la mirada curiosa de los viajeros.
«Se trata de una ilusión óptica -explicó Francisco Bosso, uno de los guías de la embarcación- porque en si el hielo es transparente, pero con el reflejo de la luz del sol, toma esas tonalidades«, algo que quedó fehacientemente comprobado cuando la tripulación rescató un trozo de témpano y lo colocó sobre la cubierta, para delicia y diversión de los pasajeros.
Los témpanos se mueven constantemente, flotan y giran sobre sí, en un espectáculo imperdible. Justo delante de los admirados turistas, un enorme bloque de hielo comienza a girar y su cúspide blanca se transforma de pronto en un azul intenso al mostrar lo que estaba debajo de la superficie.
«Eso ocurre porque lo que ha estado bajo el agua tiene poco oxígeno y por lo tanto reflejan la luz de una manera diferente, con esos tonos de intenso azul, pero a medida que van tomando oxígeno del exterior se van volviendo blancos», detalló Bosso, ya que a medida que la embarcación se va alejando del témpano se va advirtiendo el cambio de su coloración.
Si bien a la distancia la visión del glaciar es pequeña, el Upsala es enorme, con 53 kilómetros de extensión, y ocupa una amplia porción del horizonte.
El Glaciar Spegazzini
Dejado atrás el Upsala, la embarcación se dirige hacia el Glaciar Spegazzini mientras los pasajeros se abarrotan en procura de la mejor toma, la filmación más precisa, sin perder de vista un entorno atrapante.
Un grupo en particular parece acaparar la atención del resto: una familia de 14 integrantes compuesta por los dos abuelos, 3 hijos varones, sus esposas y las seis nietas. Todos están de paseo festejando el cumpleaños de la abuela María Josefa, quien ejerce como conductora del grupo, y que mira de soslayo el asombro que provoca el paisaje en Marily, Lala, Maia, Matilde, Vera y Uma.
«No podemos creer lo que estamos viendo«, dijo Uma con los ojos inmensos. La llegada al Spegazzini es todo un acontecimiento frente a su pared inmensa de 135 metros de altura que se alza delante de la embarcación, a tan solo 300 metros.
Tras una pausa en el Puerto Spegazzini, un sitio construido por la empresa Solo Patagonia para ofrecer un descanso y lugar donde comer y tomar algo, se inicia el regreso, ya con el atardecer tardío de la Patagonia en los albores de marzo.
Upsala y Spegazzini exponentes del Parque Nacional
Los glaciares ocupan el 10 % de las tierras emergidas y suponen el 90 % del agua dulce del planeta, y además, con las corrientes de aire y agua que crean, contribuyen a equilibrar el clima de la Tierra, que sin ellos sería asfixiante, y en ese sentido, el Upsala y el Spegazzini son dos de los exponentes más importantes del Parque Nacional Los Glaciares, en la provincia de Santa Cruz.
El Upsala fue bautizado con ese nombre en 1908 por Klaus August Jacobson, que acompañó al Perito Moreno en sus recorridas por la región, en honor a la universidad sueca de Upsala donde habría realizado sus estudios.
Según las últimas mediciones realizadas sus campos de hielo cubren una extensión de aproximadamente 765 km²; posee una longitud de aproximadamente 53,7 km (siendo el tercero más largo de Sudamérica, tras el Pío XI y Glaciar Viedma); un ancho de 13 km; y sus paredes alcanzan una altura de 40 metros en promedio.
El Upsala se encuentra en retroceso, lo cual podría ser una evidencia de ciclos climáticos y geológicos explicados por la Teoría de Milankovitch o de calentamiento global.
En tanto, el Glaciar Spegazzini tiene una superficie de 134 km2 y un ancho aproximado de 1, 5 kilómetros, y su nombre obedece al botánico Carlos Luis Spegazzini, quien fue el primero en estudiar la flora de la región.
La gran altura de su frente, que alcanza los 135 metros, lo convierten en el más alto del Parque Nacional Los Glaciares y en uno de los más importantes.
Es uno de los glaciares limítrofes entre Argentina y Chile luego del Acuerdo para precisar el recorrido del límite desde el Monte Fitz Roy hasta el Cerro Daudet de 1998.
La sección inferior del glaciar se ubica en Argentina, pero su nacimiento está en Chile, en la provincia de Última Esperanza, y está protegido por los parques nacionales Bernardo O’Higgins y Los Glaciares.
Tiene la particularidad de no presentar signos de retroceso, lo cual es atípico en estas masas monstruosas de hielo.
Fuente Télam
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