Dos surfistas que te enseñan a domar las olas en Las Grutas

Cristian Rodríguez y Diego Gaspar aman el surf y lo practican en las costas rionegrinas. Este verano abrieron una escuela en la villa balnearia. Cuentan la experiencia de enseñar y detallan como leen el mar, para saber cuando hay olas.

A las seis de la mañana de un martes de este casi fin del verano, Diego Gaspar y Cristian Rodríguez se encuentran con sus tablas en la costa de Las Grutas. Llevan varios días de análisis del mar a la espera de las olas, que ahora están frente a ellos. Dos días de viento sur prometían que sería una buena mañana de surf y cumplían.

Cómo están en el Golfo San Matías, necesitan que se aliñen algunos planetas para que haya olas. Cuesta, pero cuando se da, una tribu de surferos lo aprovecha. Sostienen que una vez que cualquier persona se para sobre las olas nunca más quiere bajar y por eso abrieron una escuela de surf, para que otros sientan lo mismo que ellos.

Diego persigue las olas de Las Grutas desde hace unos años, cuando eligió esa ciudad para vivir. Si bien nació en Choele, estudió en Bahía, y vivió en Bariloche, la villa balnearia siempre lo atrajo hacia ella, desde niño.

Cristian Rodríguez sostiene que una vez que aprendés, no podés dejar de hacerlo. Fotos: Agustina Ramirez.

Cristian Rodríguez, habla con Río Negro Radio y se define como una persona del mar a la que le gusta la actividad acuática. Nació en San Antonio, se fue a estudiar a Buenos Aires y a los 29 años volvió. En la playa se encontró con Diego, que le contó que surfeaba y así empezó. De vez en cuando van al Camino de la Costa o a otras playas y en esos días compartidos sobre tablas, nació la idea de la escuela.

“La escuela es nueva. Por ahí la gente cree que acá no se puede surfear por ser un golfo, pero se puede en algunos puntos de Las Grutas. Hay gente que en la primera clase ya se para en la tabla. Depende de las condiciones físicas de cada uno. Pero siempre decimos que es un viaje de ida. Estar parado en una tabla, arriba de una ola, hace que cuando lo logras no parás. Eso me pasó a mi, toda la vida jugué a la pelota y cuando comencé con el surf, no paré”, dice Cristian.

La escuela funciona de acuerdo a las mareas que rotan todo el tiempo y las clases se dictan dependiendo del clima que haya. Se coordina con el alumno y buscan el mejor lugar de acuerdo a las condiciones.

Diego y Cristian esperan una ola en el agua con la compañía de la Negrita, una perra de la playa, a la que le gustaba meterse con ellos y un lobito marino que se acercó por curiosidad. Foto captada por el dron de Sebastián Leal.

Ambos explican que arrancaron con mucho entusiasmo, aunque tuvieron algunas complicaciones, pero estuvo muy bueno. Además de las olas, también necesitaban un lugar y no fue fácil. En una temporada de verano récord, encontrar sitios en los que no hubiera mucha gente fue complicado, por eso piensan que a futuro, tal vez sería bueno que se le destine un lugar.

“Se dan clases a personas a partir de los 9 años y hasta 70 hemos tenido alumnos. Los turistas toman clases. Este año estuvimos complicados en enero por el Covid, porque nos contagiamos pero las clases se arman, se contratan y se hacen. Puede pasar que se contrate y ese día sea un lago, pero se coordina. Son clases para iniciarse en el surf”, dijo Cristián.

Diego explica paso a paso en que consisten las clases. “Cuando llegás al agua para aprender, por ahí pensás que es fácil y a veces las cosas no resultan y podés frustrarte. Por eso es importante dar esta primer clase de iniciación”, dijo.

Diego Gaspar cuenta cómo enseña a dar los primeros pasos sobre las olas. Fotos: Agustina Ramirez.

Afuera del agua explican todo lo relacionado con la seguridad, cómo llevar la tabla, cómo entrar al agua para que la ola no golpee, qué pasa en una caída. Estar seguros es muy importante y después se sigue con la técnica.

“Surfear implica que puedas moverte en el agua, pararse en la tabla, encontrar la posición, remar en la tabla y cómo se hace. Después vamos a cómo agarrar una ola, en esos segundos que hay que remar con técnica y fuerza y dejar todo para que la ola te lleve”, explica.

Ellos en la primera clase empujan, para que todos logren pararse y se puedan ir con esta experiencia. Es cansador, pero hacen varios intentos y después salen del agua. Los que quieren tomar más clases, se avanza más en correr la ola de costado, hacer maniobras. Eso es diferente y lleva otro tiempo.

Ambos coinciden en que cualquiera lo pueden hacer, aunque no todos aprenden en tres clases. La idea es que se animen, puedan alquilar la tabla, meterse y practicar. “Siempre hay alguien adentro del agua para preguntar. Es un grupo amigable, somos pocos, nos conocemos todos y nos ayudamos”, relata Diego.

Cuando el mar lo permite la tribu de surferos llega a la playa. Fotos: Agustina Ramirez.

Leer el mar

Las posibilidades que haya olas en el Golfo son dos: una es cuando hay días de viento sur, o sudeste y cambia a viento de tierra o viento norte que va hacia el mar, el oleaje que levanta se acomoda porque recibe el viento de frente. La otra posibilidad es cuando hay mar de fondo o swell.

Eso es lo mejor y lo pueden predecir con cierta certeza por páginas como Windguru , Windy y algunas otras.

“El swell se produce cuando hay tormentas mar adentro, y las olas viajan y tocan las costas. Cuando hay swell podemos estar cuatro horas en el mar surfeando. No importa si hace frío, si llueve, si hay viento, lo único que nos puede detener es una tormenta eléctrica. Para hacerlo no es tarde, siempre que haya ganas, porque es un deporte que te saca años”, concluye Cristian.

Se necesita buen estado físico para soportar varios intentos. Fotos: Agustina Ramirez

Escuela de surf


Todos pueden tomar clases desde los 9 años en adelante.

Las clases esta temporada salen $1500 pesos. Duran 1:30 o 2 horas, porque tienen una gran intensidad física.

La primera clase es una iniciación en seguridad.

Mumbai Boardshop es el local de Cristian, donde se contratan las clases.

La fotógrafa Agustina Ramírez siempre acompaña. Cada vez que hay olas, ella está por allí para retratar cada momento y comparte todo su trabajo en el Instagram @minombreesmuycomun.


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