«¡Mirá lo que es esta trucha, no lo puedo creer!»: Así pescó una gran marrón en el Limay Medio
La emoción de Norberto en la apertura de la temporada en el Limay Medio en el tramo del río que corre entre Neuquén y Río Negro al norte de la Patagonia, ese gran pesquero cercano al Alto Valle: "Es la trucha marrón más grande que pesqué en mi vida".
Fue el jueves, en ese gran pesquero cercano al Alto Valle llamado Limay Medio. Ahí, en la desembocadura del río que corre entre Neuquén y Río Negro en el embalse Ramos Mexía, crecido como pocas veces porque la represa de Pichi Picún Leufú está liberando mucho caudal aguas arriba. Otra central hidroeléctrica, la icónica El Chocón, generó en los 70 ese gran embalse y así ese gran delta con brazos y correderas que los pescadores aprovechan para hacer lo que más les gusta: ir por la trucha con la que sueñan cada noche al ir a dormir.
Norberto es uno de ellos y llegó desde Buenos Aires. Por una confusión en la compra del pasaje aterrizó en Bariloche en vez de Neuquén, lo agarró la nevada y tuvo que alquilar un auto y ponerle cadenas para llegar hasta Pichi Picún por la ruta nacional 237. Ahí lo esperaba el guía Pablo Oscar Blasco, conocido en el ambiente por las grandes truchas que suele pescar en la desembocadura del Limay Medio, su lugar en el mundo.
Pablo conoce el lugar de chico: su padre venía con sus amigos y lo traía para enseñarle los secretos de las cañas, las líneas, las moscas y de esa geografía de sauces y pedreros, caballos salvajes, bandadas de avutardas y un puñado de crianceros esparcidos en el campo al norte de la Patagonia.
Ahora es él quien viene con sus amigos: siempre reserva los días de la apertura de la temporada y los de cierre para compartirlos con ellos, a pura cumbia, asadazo y anécdotas que despiertan carcajadas alrededor del fogón. Con ellos montó codo a codo el campamento LMD, donde hacen base para salir: tiene carpones con catres, un refugio, conexión 4G y pantalla solar que genera electricidad. Pero a veces un cliente insiste en venir para la apertura y Pablo le hace un lugar entre la banda de pescadores. Fue lo que le pasó a Norberto. Pese a la confusión por el pasaje y la odisea para llegar, no podría estar más contento con la decisión de viajar al Limay Medio.
«La trucha marrón más grande que pesqué»
Norberto llegó a las cinco de la tarde de ese miércoles frío y lluvioso después de toda la travesía y Pablo le recomendó que hiciera noche en un hotel de Picún para recargar energías. El jueves lo pasó a buscar tempranito y después llegaría el momento de ir a probar suerte.
Así lo relata Pablo. «Salimos con la esperanza de una buena pesca, como siempre. El río estaba crecido y sucio, con mucha mucha agua, imaginate que la represa estaba largando 1.400 metros cúbicos por segundo. Anduvimos buscando correderas y pudimos pescar varias truchas arcoíris, hasta que a Norberto le picó una hermosa trucha marrón».
«Lo que son las cosas, el año pasado la trucha grande la sacó el compañero de Norberto, que este año no pudo venir. Y Norberto se mandó solo igual, estaba desesperado con la apertura. Así que lo integramos al grupo de amigos. Y va y le pica esa marrón. La pelea fue linda y después de la devolución nos dimos un abrazo. Estaba muy contento. ‘No lo puedo creer, mirá lo que es esta trucha, es la marrón más grande que pesqué’, decía».
El guía cuenta que el llama transitorias a estas grandes truchas marrones que no es habitual pescar en la apertura de la temporada.
«Ni residentes ni migratorias. Les digo transitorias porque viven en el lago, suben a comer y vuelven, en esta época se las ve así, bien cromadas», agrega.
Caña, línea y mosca para pescar esta gran trucha
¿Qué equipos usaron? Una caña 6, línea de hundimiento shooting y una mosca blanca imitación de alevino de pejerrey, detalla el guía.
«También usamos moscas negras, pero de lejos picaron mejor las blancas. Después pescamos otras dos lindas truchas marrones, pero no tan grandes como la otra. Y varias arcoíris más, había muy bien pique. Y había cardúmenes de percas, por el lago tan crecido. Pero no era lo que habíamos ido a buscar. Eso ya lo habíamos pescado. Cuando hacés las cosas bien, en general encontrás lo que fuiste a buscar», se despide Pablo antes de salir rumbo a nuevas aventuras en ese Limay Medio que aprendió a querer de chiquito.
La historia de un campamento de amigos para salir a pescar en el Limay Medio
“Mi viejo a los 8 años me integró a su grupo y me transmitió la pasión por la pesca. Unos 10 años atrás navegamos 12 km con él para llegar a este lugar -relata Pablo-. Y me enamoré: otro mundo, otro paisaje, Patagonia pura al lado del río. Y esas truchas. Empezamos a venir con los amigos de campamento. Hasta que una vez dejamos una carpa armada y después dijimos vamos a armar algo. Y armamos el refugio”.
Juntos lo construyeron con placas de Osb sobre hileras de tres palets apilados por si se viene el agua, que supo llegar hasta ahí pero ahora está un metro por debajo de su nivel habitual, por las pocas lluvias y nevadas, pero también porque depende de la erogación de las represas.
El techo de la construcción es de chapa de zinc y desde el año pasado disfrutan de la conexión 4G y en este instalaron una pantalla solar que genera electricidad. “Estamos fenómeno, no necesitamos nada más”, dice Pablo con una sonrisa.
Preocupación de los pescadores por el acceso a las costas
Cuando las charlas entre pescadores se ponen serias después de divertirse con las anécdotas, es frecuente que deriven a tres temas: la preocupación por el impacto de las represas y las erogaciones en el ambiente, la seguridad en caso de cambios bruscos en el caudal y en especial lo complicado que es acceder a las costas de los 95 km del Limay Medio para hacer lo que más les gusta, pescar.
Son muchos quienes levantan su queja por los problemas que enfrentan para entrar. Del lado neuquino hay que pagar en dos campings por el acceso, una única vez, no importa la cantidad de días. Se trata de Fortín Nogueira del lado de la represa y Media Luna del lado de la desembocadura.
«Solo queda libre el puente de Pichi Picún Leufú. Y del lado rionegrino, ya sea entrando desde Cerro Policía o Naupa Huen, hay que pagar en los campos, depende de lo que cobre cada uno. También se puede entrar en lancha remontando desde El Chocón, pero hay que tener una y saber usarla con caudales bajos. Es complicado, es cierto», explicó el instructor Matías Fernández Carro.
Comentarios