Mujeres rodanteras: viajan solas, pero en esta comunidad se acompañan, ayudan y vencen miedos
Abrieron un grupo en Facebook para juntar a las mujeres que viajan solas, con hijos, mascotas y no imaginaron que serían tantas. Hoy 16.800 mujeres se ayudan y comparten una pasión.
En una comunidad, según el diccionario, un grupo de personas comparte idioma, costumbres, valores, visión del mundo, religión, entre otras cosas. En el país, hace tiempo, existe una comunidad de mujeres en crecimiento, una que habla el idioma de la libertad, que valora compartir y animarse, que mira el mundo como un lugar por descubrir a través de sus ríos, montañas y playas. Su religión tiene como dioses a las rutas y las ruedas que giran para llevarlas a cualquier destino.
Silvia Di Biase, desde Mar del Plata, cuenta cómo nació este grupo de mujeres que no para de crecer en todo el país. Desde joven, siempre viajó en carpa, con su familia o con amigas; el camping y los viajes son para ella un estilo de vida y en el año 2000 comenzó a camperizar un auto para arrancar.
“Para mí, dormir en el auto era más seguro que en carpa, sobre todo por las condiciones climáticas. Luego, compré una casilla rodante y, en un viaje a El Calafate, me encontré con varias mujeres que viajaban solas o en autos camperizados. Ahí pensé: ‘Somos las que andamos en esta situación, ¿cómo podríamos conectarnos?’. Entonces abrí un grupo en Facebook para reunir a las mujeres que viajábamos solas, con hijos, mascotas o amigas y hoy ya somos 16.800”.
No todas viajan solas, claro. Algunas aún no se animan, pero se suman al grupo. Muchas escriben diciendo lo importante que es este espacio para ganar confianza y decidirse a cumplir un sueño. “No sabés la cantidad de historias que recibo: mujeres que quedaron viudas y heredaron un motorhome, pero nunca antes habían manejado; o que quieren viajar solas y ahora se animan”, subraya.
La comunidad no se limita a la virtualidad. También organizan encuentros donde se divierten y comparten su pasión. “Los encuentros tienen valor porque saben que, cuando llegan, las están esperando. Ahora, en noviembre, hacemos uno en Necochea. Es el octavo encuentro nacional de la comunidad y ya tenemos 120 inscriptas de Córdoba, Mendoza, Puerto Madryn. Es un grupo federal, la idea es ir reuniéndonos por regiones, ¡Y esto recién empieza!”, cuenta con una sonrisa.
También se comparten historias de mujeres que se animaron. Tienen un grupo de WhatsApp, organizado por regiones, y un grupo SOS para asistencia en ruta, que a la hora de salir les da tranquilidad. “Cuando viajás sola en auto, siempre pensás: ‘¿Y si me pasa algo?’. Es lindo saber que hay alguien detrás, muchas mujeres dispuestas a apoyarte”.
Algunas ofrecen su casa, o contactan a un mecánico de confianza en caso de emergencia. Son pequeños consejos que brindan seguridad extra. Esa es la idea: sentirse protegidas para aventurarse en las rutas.
En Neuquén, un grupo de mujeres se conocieron por este facobook y decidieron encontrarse.
Primero se juntaron en la casa de una de ellas, y luego hicieron una salida a El Chocón. Desde allí, Silvia Esther cuenta que en mayo hizo un viaje con una amiga hacia el norte del país y se sumaron a Mujeres Rodanteras para obtener información y no se detuvieron más.
“Ahora, por ejemplo, está el encuentro de Necochea, y será la primera vez que voy sola, con mi compañero perruno Ángel. Creamos un sub-grupo de mujeres de Neuquén, con chicas de Río Negro”, relata.
Otra de sus compañeras, Graciela Urrutia dice que viaja con su perra Brisa, con su hija o amigas, en una Fiorino adaptada con cocina y cama. “Viajo para conocer lugares y personas. Soy profesora de Artes Visuales y asisto a encuentros de cerámica”, cuenta. Pronto llegará la jubilación, lo que le permitirá tener más tiempo para salir a la ruta. “Trato de compartir con las comunidades originarias de las provincias y de Chile. Participo en los ‘traun’, ceremonias en las que aprendo y comparto sus vivencias, costumbres y aprendo”, destaca.
«En el grupo, muchas chicas ofrecen su casa para quienes están viajando, ya sea para darse una ducha, calentar agua, o dormir y nos sentimos seguras».
Silvia Di Biase
Piden áreas de descanso y abastecimiento en el sur
En la Patagonia, donde las distancias entre ciudades son amplias y las condiciones climáticas complicadas, hacer del viaje a veces es una verdadera travesía, por eso, las rodanteras del sur hacen un pedido.
Plantean la necesidad de espacios habilitados para la carga y descarga de aguas, el abastecimiento de gas y alimentos, que den la posibilidad de hacer una breve pausa sin la necesidad de llegar hasta un camping, muchos de los cuales permanecen cerrados durante buena parte del año debido al clima frío.
“Sería bueno contar con algún predio. Algo que permita hacer una pausa y reabastecernos para seguir adelante”, plantea Silvia de Neuquén.
La referencia a este tipo de áreas de servicio existe en Córdoba, por ejemplo, cerca de El Durazno. “Aquí en el sur las distancias son mayores, y muchas veces el viento nos complica tanto que necesitamos parar. Sería muy útil contar con algo así”, explica.
Encuentros
En cada encuentro, las mujeres se inspiran y sacan ideas de otras que ya camperizaron sus autos: cómo organizar el espacio para dormir, detalles útiles que siempre vienen bien. Aunque la pasión por salir a rodar siempre estuvo, después de la pandemia surgió con más fuerza. “Buscamos vivir más al aire libre y lanzarnos a la aventura. Veo que cada vez más mujeres se empoderan para salir solas”.
Silvia dice que muchas veces, los comentarios, al ver mujeres solas en las rutas, reflejan los prejuicio de la sociedad, como si las mujeres no pudieran hacerlo solas. “A veces cuestionan la existencia de comunidades de mujeres también. Algunos hombres no entienden por qué necesitamos estos espacios, pero esa misma crítica es la razón de ser del grupo: superar esos estigmas y animarnos. Este espacio es para mujeres”, concluye y acelera.
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