Maravillas ocultas de la Patagonia: una playa, dos cascadas y una terma para descubrir este verano
La Patagonia es infinita y en sus paisajes se esconden maravillas naturales que son perfectas para aquellos aventureros que disfrutan de la vida al aire libre.
La Patagonia en verano se transforma y ofrece agua pura, transparente, agua sanadora para que disfrutes. Puede ser en la playa, al agua del Mar argentino en Las Grutas moja las costas de Punta perdices e invita a un chapuzón. Si buscás termas, en el norte neuquino, en el Área Natural Protegida Sistema Domuyo, desde sus profundas y escarpadas gargantas nacen arroyos de aguas calientes, fumarolas y olletas con propiedades termales únicas. Y si te gusta caminar entre bosques de cordillera para descubrir el agua a los saltos entre las montañas, ir a las Cascadas Dora y Santa Ana en el Parque Nahuel Huapi es una excelente opción.
Una Playa: Punta Perdices, a 65 km de Las Grutas
Un mar azul que se distingue desde lejos, y se recorta nítido contra la blancura de una costa que remite a cualquier postal caribeña. Pero con otro encanto, porque esos colores se combinan en un paisaje que tiene texturas, perfumes y sonidos que le ponen su sello patagónico.
Es que acá la arena está tapizada de conchillas blanqueadas por el sol, que crujen al caminar sobre ellas. Y el mar se vuelve caprichoso al subir y bajar dos veces diarias, mostrando dos fotos diferentes del mismo lugar.
Todo cambia cuándo el agua está plena y vuelve a variar cuándo se aleja, y la costa se torna infinita. Y hay más, mucho más… está esa sensación de inmensidad que sólo muestran las playas patagónicas, y una brisa que todo lo recorre. Como un duende libre corriendo por la playa y esparciendo el perfume de la arena caliente, la savia dulzona de la vegetación y el salitre del mar.
Para conocer Punta Perdices (el famoso ‘Caribe Patagónico’) vale la pena dedicarle, al menos, 24 horas intensas. Porque el lugar está enclavado en el Puerto San Antonio Este, que está a 65 km por ruta 3 de Las Grutas. Y después de gozar de cada tramo y momento del paisaje, no habrá nada mejor que recorrer otras playas, proyectar alguna actividad y deleitarse con algo rico para cerrar el día.
Para llegar hay que tomar la ruta mencionada, que, como todo aquí, también guarda sorpresas. Es que la chatura de la vegetación y los ocres cansados del camino se despejarán de golpe al tomar el último recodo que conduce a la villa pesquera. Es Patagonia, no Caribe, aunque de lejos lo parezca…Y esa conjunción mágica será difícil de olvidar.
Domuyo: aguas termales en estado puro
En la provincia de Neuquén están las termas de Domuyo localizadas en el norte neuquino, a 564 km. de la capital y a 2200 m.s.n.m. Se llega hasta allí después de recorrer un serpenteante camino de 35 km. desde la localidad de Varvarco por la Ruta Provincial Nº 43.
Las termas del Domuyo se encuentran dentro del A.N.P.P Sistema Domuyo, y conforman un conjunto de manifestaciones geotermales que se mantienen en su estado natural y dispersas entre el paisaje del parque. Variedad de géiseres, olletas y fumarolas donde brotan aguas termales con elevada presión, temperatura y vapor, a las que se confieren propiedades curativas.
En estas aguas termales se desarrollan algas aptas para el tratamiento de artritis y afecciones dermatológicas. Se considera el único lugar en el mundo que posee este tipo de algas y el único sitio del país donde hay géiseres.
El arroyo Aguas Calientes, es una de las manifestaciones más importantes, con temperaturas superiores a los 42º C es utilizada para el tratamiento de enfermedades de la piel y de la artritis. Cerca de allí se encuentran las cabañas del I.S.S.N.; único servicio en los alrededores del parque.
Estas fuentes termales están rodeadas de grandes cordones montañosos y custodiadas por el cerro Domuyo; el más alto de la Patagonia con sus 4702 m.s.n.m. junto a un cielo de azul intenso que testifica la altura del lugar. La inmensidad y el silencio del paisaje acompañan perfectamente un baño en estas aguas. La naturaleza lo es todo aquí; un sitio singularmente atractivo por el entorno donde se enmarca y por las particularidades de las termas de Domuyo.
Cascadas Dora y Santa Ana hay que ir por el Paso Internacional Samoré
Para los que buscan un paseo para deslumbrarse a cada paso, contemplar una belleza de una singularidad única y sorprenderse por la magnitud de los saltos de agua, deben ir a las cascadas de la frontera entre Argentina y Chile, por el paso internacional Cardenal Samoré. En la zona “inter aduanas”, en un sendero escondido, asoman las cascadas Dora y Santa Ana, que demandan un trekking calificado como “dificultad media”, inserto en el parque nacional Nahuel Huapi.
Lo primero que hay que saber es que para llegar a este sendero se deben hacer los trámites aduaneros en el paso Samoré, como si se viajara a Chile, pero dejando constancia que el destino es a mitad de camino para conocer las cascadas.
El sendero para llegar a las cascadas se inicia a mano derecha de la ruta que conduce desde la Aduana hacia el límite entre Chile y Argentina, pero siempre se permanece en territorio nacional.
Un cartel de Parques Nacionales tiene las indicaciones básicas antes de adentrarse a la aventura. Allí se indica que se trata de un trekking de dificultad media entre diciembre y mayo, con un desnivel de 275 metros y una distancia de 4 kilómetros. A pesar de ser corto el camino, se estima entre ida y vuelta de 3 a 5 horas, dependiendo el ritmo de caminata y el tiempo de permanencia en las cascadas.
El camino comienza con un bosque y una senda prolija y bien marcada, accesible. A pocos metros hay una bifurcación y un cartel que indica hacia la derecha el camino a Santa Ana y continuando se llega a Dora. Es aconsejable primero ir hacia Dora, que está a no son más de 40 minutos. Para llegar a Santa Ana
el segundo tramo del trekking tiene mayor exigencia.
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