La historia entrañable de una amistad: Coco el lobo marino y el Ruso
Gustavo Koszel es un marinero de Comodoro Rivadavia que subió estos videos que se hicieron virales y muestran el vínculo que mantiene con un lobo marino que lo visita todos los días en su lancha.
Entre ellos no hay regalos para el 20 de julio, ni comidas interesadas, ni secretos, ni traiciones. Coco y Gustavo Koszler, conocido como el ruso, comparten hace dos años, todos los días, un rato de sol en la cubierta de la lancha, con el canto de pájaros de fondo y el meneo del mar. “Yo no te doy comida, porque no sos mi perro, sos mi amigo”, le dice el Ruso y el lobo parece asentir con una mueca bigotuda.
Gustavo Koszel hace ocho años es marinero, es buzo profesional, vive a dos cuadras del mar, hace kitesurf, fue a una escuela referida al mar y se recibió de técnico biólogo. Trabaja en el puerto local de Comodoro Rivadavia en una lancha remolcadora que se usa para brindar asistencia o servicios y como tiene la cubierta baja, el lobo marino se sube a reposar casi todos los días. No es el único, siempre pasan varios lobitos, llegaron a subir hasta diez a la lancha, pero Coco es el más fiel.
“Yo los respeto, como son fauna salvaje, los tengo de lejos, pero éste se subía todos los días, entonces entramos en confianza. Alguna vez le rasqué el cuello con un cepillo grande, o un cepillo que tengo para pintar, de lejos. Y después nos fuimos acercando. No soy adiestrador, ni encantador, solo interactúo porque subo a la lancha y el sube conmigo”, dice.
En ese sentido, Gustavo en su Instagram (@koszel79) recomienda «Frente a la aparición de animales de este tipo, recomiendo mantenerse en un radio de 5 metros por seguridad. Somos un extraño para ellos y siempre van a estar a la defensiva, su boca esta llena bacterias malas, y una mordida podría ser mortal o grave».
Por lo general, antes de establecer esta relación, el Ruso le decía Coco a todos los lobos marinos que se acercaban, por el parecido que les encontraba con un jefe que tenía que era muy grandote. Pero de a poco se dio cuenta que el lobo que subía todos los días era el mismo, porque tenía la aleta derecha cortada en la punta. Así fue que ese lobo marino macho de un pelo, de unos 300kg, se quedó con el nombre Coco.
El lobo reconoce su tono de voz. Cuando se acuesta adelante de la puerta de entrada a la cabina de la lancha, el Ruso, utiliza el ruido de unas llaves para correrlo. Dice que los animales usan su lancha como un mini apostadero, para descansar y él es un gran anfitrión.
“Estoy constantemente con la naturaleza. Por ahí se me aparecen delfines, toninas, navegan al lado mío”, relata. Para él, es muy importante disfrutar la fauna, pero sobre todo cuidarla. Es por eso, que en los últimos días, publicó algunos videos, sumándose a la iniciativa de Yago Lange, de limpiar varios kilómetros de playa en Península Valdés, donde los elefantes marinos conviven con cajones de la pesca y otros residuos que las pesqueras tiran al mar.
Gustavo, como Coco, casi vive en el mar y ve esa realidad a diario, con preocupación. “Se ve mucha basura plástica. Cajones, nylon, sogas, cabos, redes. También residuos domésticos que como acá sopla mucho viento, de los basurales que hay en tierra, van a parar todos al mar. Toda la contaminación que generamos, tarde o temprano termina en el mar y lo de los cajones es un problema porque después se hace microplástico y perjudica a toda la fauna marina”, sostuvo.
Siempre se suma a las movidas de limpieza de playa, también desde su tarea de buzo hacen limpieza de fondo del mar. “Muchas veces, se ofrece el avistaje de ballenas y demás para el turismo. Creo que eso da trabajo a muchas personas y está bien, pero es muy importante cuidar la fauna y el ambiente”, concluye.
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