Huaraco, la laguna escondida que es un paraíso de pescadores en el norte neuquino
Quienes conocen esta maravilla dicen que las truchas son de las mejores, pero también que vale la pena ir por el placer de recorrer esos paisajes de cuento entre arrieros y volcanes. Texto y fotos de Ricardo Kleine Samson.
Ir a la laguna Huaraco en el norte neuquino es, además de a un codiciado paraíso de pescadores, un viaje al pasado. El recorrido, desde el ingreso por la ruta provincial 43 a Caepe Malal y hasta Tricao Malal es atravesar toda una serie de pintorescos caseríos de agricultores y crianceros de chivos y ovejas con sus vacas y caballos pastando en los prados que irrumpen la yerma estepa patagónica, con algunos cerros ya nevados y que remontan a aquella instancia en que dejamos de ser cazadores y recolectores para pasar a domesticar plantas y animales y asentarnos en lugares permanentes. Humildes y sencillos, próximos a ríos o arroyos.
Caepe Malal, Cancha Huinganco, Villa Curi Leuvu, Aquihueco son solo algunos de los poblados que nos van quedando grabados en la memoria y que evocamos como un reflejo histórico y genético de lo que alguna vez fuimos hace más de 12 mil años allá, en la actual Turquía, y que plantó la semilla de nuestra organización y de muchas de nuestras formas de pensar actuales.
De Tricao Malal hacia la laguna en cuestión, el recorrido es una maravilla: 43 km de paisajes increíblemente hermosos tallados por las viejas erupciones del volcán Tromen que han quedado, por aquí y por allá, en forma de rocas oscuras y caprichosas impuestas por los espasmos geológicos de un volcán ya inactivo y que, con sus casi 4.000 msnm, viene siendo el segundo pico más alto de la Patagonia después del Domuyo.
Huellas que se abren en la estepa por las que se descubren algunos ranchos sencillos de pastores con paredes de adobe tan agrietadas como la estepa de la que se sirven la arcilla para el revoque que, sin demasiadas pretensiones, acompañan los corrales de palos que albergan por la noche a sus animales para protegerlos de los predadores que alguna vez, antes inclusive de ser campesinos, se comían a nuestros hijos en la sabana africana.
Pastores que recorren a caballo con sus perros la inmensidad y lejanía de estas tierras, de las que son parte, tapizadas de belleza e historia. “Yo he conocido esta tierra. En que el paisano vivía. Y su ranchito tenía. Y sus hijos y mujer. Era una delicia al ver. Como pasaban los días”
Y la alegría que se vive al llegar a la laguna no se puede describir. Pequeña, azul y llena de aves, como alguna vez albergó la laguna del Tromen, y que, alborotados, la tiñen de colores y alegría cuando alguien irrumpe sus vidas. Se la puede rodear caminando en solo 50 minutos, si es que no quiere pescar las truchas más grandes que, aseguran los que saben, viven allí.
Lo mejor, digamos que lo más lindo de la laguna Huaraco, es ir.
Cómo llegar a la laguna Huaraco
De la oficina de Turismo de Huinganco son 123 km: 40 de asfalto, el resto, hasta la laguna, tierra o ripio casi sin dificultades.
Hay que ir hacia Chos Malal y, a mitad de camino, inmediatamente después del paraje El Alamito, hay una entrada de tierra a la izquierda que hay que tomar y pasar por Caepe Malal para llegar a Tricao Malal y desde allí tomar el camino que va a la laguna que nace en el centro del pueblo, son 43 km.
No se necesita doble tracción, pero si un vehículo más bien alto. O si viene de Neuquén, llega hasta Chos Malal y de allí a Tricao Malal, el resto es sencillo y vale el esfuerzo.
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