De Neuquén a Villa Llanquín en moto: las aventuras de «Los choiques» por las rutas más lindas de la Patagonia

Un grupo de amigos petroleros, policías, ingenieros, empleados y emprendedores unidos por la pasión de viajar sobre dos ruedas. Aquí comparten el relato, las fotos y el video de su última aventura.

Forman el grupo Los Choiques y la última salida los llevó el fin de semana pasado desde Neuquén capital a Villa Llanquín, la joya rural que cada vez más viajeros descubren a 40 km de Bariloche a la vera de la Ruta Nacional 237: para llegar hay que cruzar el hermoso río Limay desde Neuquén a Río Negro por la pasarela o en la balsa maroma que aprovecha el caudal para deslizarse. De ahí siguieron por caminos secundarios a Dina Huapi. Comparten la pasión por viajar en moto y celebrar la amistad en la ruta en cada salida. Son neuquinos y rionegrinos con distintas profesiones y oficios: hay policías de tránsito de Plaza Huincul, petroleros de Vaca Muerta, empleados e ingenieros de Neuquén capital , emprendedores en la cordillera. Comparten también los códigos: si uno tiene una máquina de mayor cilindrada jamás va a presumir ni acelerar para alejarse. Si otro necesita una mano el resto pone unos pesos más para que pueda ser parte de la aventura. Y esperan que llegue la noche para armar lo que más disfrutan: la ronda alrededor de la parrilla o el fogón, disfrutar de un asadito, un buen trago, la charla y las canciones, pasarla bien entre paisajes soñados, que la vida es una sola y pasa rápido. Aquí, Pablo, a cargo de elegir los caminos, dónde dormir y dónde cargar combustible según el reparto de tareas, comparte el relato de la apasionante travesía.


Camino al paraíso

Como todos los años, las salidas de julio y agosto las planifican con tiempo y cada uno se procura la indumentaria para combatir el frío y la lluvia del invierno de la cordillera neuquina. El pronóstico indicaba que tendrían un gran viernes. “Y un sábado mojado pero con un paisaje soñado y un domingo perfecto. Y no se equivocó”, dice Pablo.

“Rumbeamos el viernes después del mediodía hacia San Martín de Los Andes. Allá nos esperaba Nico, un nuevo integrante del grupo, experimentado en travesías de enduro dos ruedas”, agrega.


Kato (de Neuquén) y Luis (de Fernández Oro) fueron de los primeros en confirmar. Con 66 y 58 años, son los mayores del grupo y mantienen intacto su amor por las motos, la cordillera, el deseo de vivir momentos y sensaciones que nadie les podrá quitar, dice Pablo, que describe a Kato como el gran cocinero del grupo. Se encarga de las compras y suele agasajarlos con un costillar exquisito: “Y por las mañanas nos sorprende con huevos, panceta y otras delicias”.

Cinco de los ocho viajeros en moto rumbo a Villa Llanquín.

“Luis es el guía espiritual, el gran conocedor de hermosos rincones escondidos de nuestra provincia, el intelectual, el culto, equilibrado y racional, con su larga barba y su paso lento, le pone mística a cada historia que nos cuenta luego de la cena”, relata Pablo, ingeniero de Neuquén y responsable de las reservas, de delinear los caminos a recorrer y establecer los puntos de recarga de combustible. También hace un minucioso estudio del pronóstico para los días del viaje. Se asume como el ansioso del grupo y 15 días antes del viaje ya arranca a enviar pilas de informes y pronósticos por WhatsApp.


“Además de Nico, este viaje tuvimos el placer de compartirlo con otros dos nuevos invitados, Juany y Diego, de Cipo. Si bien son parte de otro grupo de motos, compartimos la misma pasión y por eso nos encanta ser sus anfitriones y disfrutar cada kilómetros que hacemos, cada café, y cada cerveza juntos”, dice.


Como es habitual, en Plaza Huincul se sumaron Elio y Omar, policías de Tránsito que siempre mantienen informados al resto de las actualizaciones, leyes y buenas prácticas de conducción.


“Omar, serio, responsable y atento a todo y a todos, mientras circulamos en cada camino cordillerano. Elio, es el más joven del grupo, 43 años, tiene una gran responsabilidad dentro del equipo: es el vocalista del karaoke nocturno durante la sobremesa, nos deleita entonando rock nacional, folclore, Metálica o WOS”, cuenta Pablo.


“También es quien tiene las mejores habilidades en los caminos más complejos e inaccesibles, esos que nos encanta recorrer contemplando paisajes mágicos”, agrega.


Sorpresa en la ruta: una cervecería artesanal en San Martín de Los Andes

Llegaron a las 19 a San Martín. Nico los esperaba con una gran sorpresa. “Apenas arribamos al lugar donde nos convocó, nos encontramos con una increíble cervecería artesanal, que según nos contaba tiene más de 20 años de desarrollo», dice Pablo. Lo que siguió, entre granos, tanques y barriles, fue probar las cervezas y unas pizzas con sabor a gloria.

Em la cervecería artesanal de San Martín de los Andes.


Al día siguiente, salieron rumbo al paraíso que los esperaba. “El objetivo era llegar a través de Paso Córdoba, esa ruta repleta de paisajes épicos e incomparables que atraviesa paraísos, como el lago Meliquina, los pozones del Caleufu y esas formaciones rocosas impresionantes que dan nombre al paso”, describe.


El camino se tornaba cada vez mas resbaloso, complejo y desafiante. “La lluvia persistente comenzaba a mojar nuestros trajes y el barro se oponía transversalmente a nuestro sentido de circulación. Había llegado el momento de máxima intensidad, que a todos nos gusta disfrutar… Avanzamos por momentos de manera constante y en otros lentamente, a medida que nuestras compañeras iban perdiendo tracción e inercia”, relata.


“La situación se hacía cada vez mas compleja, pero así y todo el objetivo estaba claro. De pronto vimos de frente una camioneta de Parques Nacionales de frente, que se detuvo cerca de quien lideraba la fila, informándonos que el camino estaba cerrado y no podíamos continuar. Tampoco estaba la posibilidad de ir por Villa Traful, ya que el camino permanecía de igual forma. Fue así como debimos retornar hasta la Ruta de los Siete lagos y retomar el viaje hacia Villa la Angostura y desde ahí finalmente llegamos a Villa Llanquín”, dice Pablo.

El paso por el Camino de los Siete Lagos.

Un gran momento al llegar a Villa Llanquín


“Apenas nos acomodamos, Kato se encargó de prender el fuego y colocar en el chulengo el costillar, chorizos y un lomo entero para que se fuera haciendo mientras descansábamos y nos acomodábamos en las cabañas”, continúa.


“La noche, como siempre, fue uno de los mejores condimentos de este grupo de amigos: charlas, risas y anécdotas circulaban alrededor de la mesa, por supuesto que algún vinito y unas cervezas siempre son reconfortantes al final de un día de rodada. Degustamos todos los cortes que salían de la parrilla, mientras cargábamos las baterías de las cámaras, celulares e intercomunicadores, para el día siguiente aventurarnos en un nuevo desafío”, agrega.

Seis choiques contentos rumbo a Dina Huapi.


Esta vez, el pronóstico estaba del lado de Los Choiques: sería un domingo ideal, un día de sol sin viento. Para ellos, Villa Llanquín tiene algo especial, algo mágico y tranquilo al mismo tiempo, con esos paisajes que atrapan y que es difícil dejar de mirar.

Así cruzan los autos y camionetas en balsa del río Limay para llegar a Villa Llanquín. Los choiques lo hicieron por la pasarela. Foto: Alfredo Leiva / Archivo


“Ya con solo llegar y tener que cruzar el río Limay a través de la pasarela en nuestro caso, o en balsa en caso de ir en un automóvil, lo hace un lugar soñado”, dice Pablo. Se alojaron en las Cabañas de Miguel, ubicadas en la cima del pueblo, con vistas alucinantes. “ Desde allí, se siente la energía de las montañas, los pinos, el río, el humo que sale de cada una de las chimeneas de las viviendas que forman parte de este glorioso lugar”, relata.

La vista desde las cabañas donde se alojaron en Villa Llanquín.

Villa Llanquín, paraíso rural y refugio de pescadores


Villa Llanquín, ese paraíso rural a 40 km de Bariloche, es el lugar elegido por pescadores del país y del exterior. “El río es un espejo de agua único. El cauce tiene origen en el lago Nahuel Huapi, su fondo por momentos es de roca, de arena. Y sus costas están en general vigiladas por grandes sauces y álamos dando un toque increíble a quienes visitamos la villa en diferentes épocas del año. Correderas y remansos con pozones de color verde esmeralda, son los elegidos por truchas y pescadores para sus batallas”, describe Pablo.


Rumbo a Dina Huapi

Vista del puente Los Molles en el río Pilcaniyeu, pura belleza de la Patagonia.


Ya de lleno en los relieves precordilleranos, atravesaron parajes, escuelas, iglesias, puestos en campos con chivos, vacas, ovejas y caballos rumbo a Dina Huapi.

“No recomiendo la ruta RN 237, sino llegar a través del lado rionegrino, por un camino de tierra que luego empalma la ruta RP 23. Allí nos esperaban varios obstáculos de los que buscamos, esos que nos producen adrenalina, frustraciones, orgullo y emociones. Siempre sin dejar de disfrutar el paisaje y recolectando anécdotas que serán contadas una y otra vez.

En el camino de Villa Llanquín a Dina Huapi. Fotos: @los_choiques.


“Una vez que arribamos a Dina Huapi, a las cinco de la tarde del domingo, la caída del sol nos recordó que debíamos volver a casa y que al día siguiente nos esperaban nuestras responsabilidades”, cuenta el Choique de Neuquén.


Como sienpre, volvieron contentos, con la energía renovada. El cierre de Pablo: “Cargamos combustible y comenzamos la vuelta. Agradecidos por todo lo compartido, restaba llegar a casa sanos y salvos. Como siempre decimos es el primer objetivo de cada viaje, regresar a nuestras familias y comenzar a soñar con el próximo capítulo de aventuras.

Contacto en Instagram: @los_choiques


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