Así fue el épico viaje de Nápoles a Qatar en bici de un hincha de Boca y uno de River para llegar al Mundial
Después de recorrer cerca de 6.000 km en 75 días, Pablo García y Fernando Cobo llegaron a Doha y ya disfrutan del Mundial 2022 después de una increíble aventura sobre ruedas.
Y después de tanto esfuerzo lo consiguieron. Pablo García (hincha de River) y Fernando Cobo (fana de Boca) pedalearon desde Nápoles al Mundial de Qatar 2022. Hicieron cerca de 6.000 kilómetros en 75 días. Atravesaron rutas peligrosas con camiones que pasaban demasiado cerca, desiertos con oleadas de polvo, controles rigurosos e inteminables. Y al mismo tiempo disfrutaron a cada paso de la hospitalidad árabe. Sueño cumplido: ayer llegaron a Doha para alentar a la Argentina.
En el último tramo en Irak, un camión le pasó demasiado cerca a Fernando. «¿Cuántas vidas me quedan?», comentó después, con una sonrisa.
Salieron el 1 de septiembre desde el sur de Italia. Antes, se dieron el gusto rendir honores a D10S en el Barrio Español, entre murales, fotos, camisetas, banderines y esa emoción que se respira entre devotos de todo el planeta, cada uno con su bici, Pablo con la celeste y blanca de la Argentina y Fernando con la de Boca. «Andiamo, andiamo», decían mientras pasaban por las estrechas callejuelas entre vendedores de hortalizas en moto y madres que empujaban los carritos de sus bebés en ese caos napolitano tan argentino.
Después enfilaron para Bari, previo paso por San Felice, Cancello y Benevento. A partir de ahí comenzaron las subidas para cruzar los Apeninos y Nando se esforzó al máximo para seguirle el ritmo a su amigo, que entre el 2001 y el 2017 recorrió el mundo en bici: 106 países en 167.000 km. «Seguro que en un par de semanas te ponés a tiro», lo alentó entonces Pablo. Juntos habían pedaleado por Cuba, Haití, Republica Dominicana y Bolivia. Se reencontraron en Nápoles para vivir una nueva aventura.
En Bari se subieron al ferry que los cruzó a Grecia. Y desde Patras comenzaron a pedalear rumbo a Atenas por rutas que bordean la costa. En la capital griega vieron el último superclásico: le tocó festejar a Nando con el triunfo de su querido Boca que siguió por todo el mundo. «Pensar que tantas veces nos enfrentamos por estos partidos y ahora estamos unidos por la Selección», dijo Pablo con una sonrisa.
Ahí pararon dos días para planear la logística de lo que vendría, que se iba ajustando según las novedades, por ejemplo a qué países los dejaban entrar. Pablo lo contó así: «Lo primero era llenar formularios para conseguir la visa de Irak, por suerte para ingresar a Turquía los argentinos no precisamos. También debíamos buscar un barco para Turquía, definir la mejor ruta para seguir pedaleando y encontrar alojamiento a lo largo de ese país. Y en Irak, Kuwait, Bahréin, Arabia Saudita y Emiratos».
Una alarma sonó en Atenas: «Es que unos días antes nos enteramos que si uno no tiene las entradas para algún partido del mundial no puede ingresar a Qatar. Fernando se puso con eso y yo con todo el resto, porque tengo algunos amigos de la época en la que di la vuelta al mundo en bici», dijo Pablo.
«Pero más que contactos, necesitamos de suerte… de mucha suerte porque los argentinos provocamos la segunda mayor demanda de entradas para el Mundial. Por suerte, conseguimos para cuartos de final. Y así podríamos entrar a Qatar», agregó Pablo.
El 14 de septiembre entraron a Turquía para una larga travesía y nuevas experiencias. Por ejemplo, la que relata Pablo el 17 de septiembre: «Buscando un lugar para acampar ayer con la última luz tomamos un camino de tierra para alejarnos de la ruta. Teníamos comida y el agua suficiente hasta para higienizarnos. Tras una fuerte subida llegamos a un campamento de kurdos, que llegan para trabajar en la cosecha de la uva. El diálogo fue casi imposible, pero nos pudimos comunicar haciendo mímica, que nunca falla. Con los años me he vuelto un profesional de la mímica. Nos reímos mucho. En la mañana ya éramos todos amigos».
Días después llegaron a Ankara, la capital turca que a muchos les recuedra a Leo por el famoso encara Messi de un relator catalán aquella vez que le hizo al Getafe un gol igualito al de Diego a los ingleses. Ahí decidieron parar otra vez para planificar los movimientos siguientes. Y para que Pablo buscara atención para un molesto dolor de muelas.
Acamparon en el Valle Blanco pocos días atrás, en esa joya que atrajo a 1.400.000 visitantes en los primeros seis meses del 2022, sobre todo por los famosos globos aerostáticos que pintan el cielo de colores y sobrevuelan un valle que parece sacado de un cuento, con ciudades subterráneas construidas entre llanuras y formaciones de lava volcánica moldeadas por el viento durante miles de años, donde vivieron algunas de las civilizaciones más antiguas del planeta. Los turistas que viajan en los globos pagan unos 200 euros por ese vuelo de dos horas y media que salen al amanecer.
Pablo, que conocía el lugar porque pasó en el 2007 cuando daba la vuelta al mundo sobre ruedas, no estaba seguro de haber encontrado el mejor lugar para verlos. El amanecer traería la noticia de que estaban en uno de los sitios más lindos del mundo. Y el Mundial estaba cada vez más cerca.
Su aventura se puede seguir por Instagram y Facebook: @pedaleandoelglobo / @adondenando
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