«¿Da para meterse?» Nico y el último chapuzón de verano en Villa Pehuenia Moquehue
Nico Pollo vive a 50 metros del lago Moquehue en este paraíso de la Patagonia. Días antes del otoño se sumergió con su cámara y compartió un gran video. Nacido en Zapala, la Universidad pública le abrió las puertas del esquí, el trekking y las excursiones.
Fue uno de los últimos días soleados del verano, cerca del mediodía, con unos 27°C en ese paraíso de la Patagonia llamado Moquehue en la cordillera neuquina, a 315 km de la capital provincial si vas por Primeros Pinos. A unos 10 km de Villa Pehuenia, el zapalino Nico Pollo caminó unos 50 metros hasta el muelle y se tiró de cabeza al lago pasadas las 11. Poco antes, una turista no pudo con su curiosidad y a su manera le lanzó un desafío: “El agua es fría… ¿da para meterse?”.
“Claro”, le respondió Nico y ahí estaba su cámara para dejar registrado el chapuzón en esas aguas cristalinas que parecen de cuento. Como siempre que se tira al lago, lo primero fue una bocanada de esa agua dulce y fría. Y entre eso y el sacudón de la temperatura a 18°C el cuerpo necesitó unos segundos para acomodarse.
Después buceó, filmó ese veril abrupto de unos siete metros de profundidad cerca de la orilla, se acercó a los troncos sumergidos y entre brazada y brazada disfrutó unos seis minutos del privilegio de tener esa maravilla ahí nomás de la cabaña, desde donde sale a esquiar en el invierno y a remar y nadar en el verano, en ambos casos acompañado por sus dos perros, Cambá y Mambo.
“Los locales estamos acostumbrados a meternos al lago, a los turistas les cuesta un poco más”, cuenta. Pero, ¿cómo llegó Nico a este lugar?
De Zapala a Bariloche
Nacido en Zapala, en la zona central de Neuquén, empezó con las tablas en Primeros Pinos y soñó desde entonces dedicarse al esquí, elevó el nivel con los cursos para residentes de Chapelco (esos que bajan los costos al ofrecer clases, equipos y pases a tarifas promocionales) y siempre supo que la montaña era su mundo. Después del secundario se fue a Bariloche para cursar el profesorado de Educación Física con orientación en montaña
Esa carrera (de la que también se egresa como guía de trekking) le permitió hacer prácticas y tener salida laboral en el cerro Catedral como instructor de esquí y luego en el cerro Beaver Creek (Colorado, a dos horas de Denver) y más tarde en las pistas de Andorra, aunque en el principado europeo donde tantos argentinos se ganan la vida en la temporada invernal le costó más validar el título y al principio la remó en la cocina de un hotel mientras repartía su CV.
Fue la Universidad pública la que le abrió la puerta a esa vida. “No me olvido de eso”, dice Nico, suelta su sonrisa contagiosa y al recordar su paso por el Catedral cuenta que se sintió feliz de ser parte del programa de «Esquí escolar» en Bariloche y de tener la oportunidad de trabajar con turistas de todas partes.
De regreso al país, en septiembre del 2020 llegó a Moquehue y se hospedó en la cabaña de su padrino: la necesidad de respirar otro aire en la pandemia lo trajó hasta aquí. En diciembre del 2021, un día después de su cumpleaños, llegó el Wi Fi a la casa familiar de base de piedra y construcción en seco, así que se mudó.
Por estos días, trabaja en la agencia de viajes y turismo Impodi, que entre otras actividades organiza excursiones en 4×4. Y cada vez que puede, en el invierno va con sus amigos a explorar esas laderas de nieve virgen aunque haya que caminar horas: esos descensos inolvidables valen la pena.
También sale a esquiar con otros amigos, Cambá y Mambo, esos dos entrañables perros a los que una vez les dio de comer y desde entonces lo acompañan. No solo lo siguen en la montaña, a veces van adelante ellos. También disfrutan del lago y nadan cerca del kayak mientras Nico rema.
El verano que ya se fue, entre excursión y excursión, entre recorrida y recorrida, le dejó una certeza: alto movimiento turístico (93 % de ocupación según los datos oficiales), temporada extendida, baja que ya no es tan baja. Pero la ocupación plena trajo una contracara: barbijos, bolsas y papeles tirados, autos y camionetas estacionados en lugares donde no se puede, vidrios y latitas en las playas.
«No me gusta decir que esto me preocupa, pero sí que me ocupa. Tenemos que llevarnos la basura que generamos y cuidar más estos lugares tan lindos», dice Nico mientras apura el último mate. Ya es tiempo de salir a pasear con Mambo y Cambá.
Comentarios