Bariloche: con el esquí de travesía se llega a lugares únicos y tienta a turistas y residentes
No necesita medios de elevación mecánicos y consiste en desplazarse por cuenta propia en la montaña, muchas veces pendiente arriba, para deslizarse luego por cañadones y laderas de nieve honda, sin acondicionamiento ni señalización. Equipos, precios, guías, seguridad: lo que hay que saber.
Montado en el desarrollo del turismo de aventura, las carreras de montaña y la mayor disponibilidad de equipo específico, el esquí de travesía ganó importante terreno en los últimos años y Bariloche ofrece algunos de los escenarios más tentadores para esta disciplina.
El crecimiento se dio primero entre los residentes, pero luego también atrapó a los turistas, especialmente aquellos que ya tienen una experiencia en esquí alpino y lo ven como una variante que ofrece sensaciones distintas y acceso a lugares incomparables.
Guías y operadores dedicados a esta actividad empiezan por señalar que para iniciarse es indispensable no solo un buen nivel de esquí, sino también conocimientos de montaña, climatología y acceso a los implementos básicos de seguridad de seguridad, porque se trata de una actividad de riesgo.
Los esquíes, bastones y botas específicas de travesía (con talón libre) son indispensables, aun para salidas recreativas, lo mismo que las “pieles de foca”, que se colocan bajo las tablas y sirven para desplazarse contra pendiente. Quienes buscan sitios de mayor exigencia deben llevar pala, sonda y un arva, que sirve para hallar personas atrapadas por una avalancha.
El esquí de travesía, también llamado esquí de montaña, no necesita medios de elevación mecánicos y consiste simplemente en desplazarse por cuenta propia, muchas veces pendiente arriba, para deslizarse luego por cañadones y laderas de nieve honda, sin acondicionamiento ni señalización alguna.
El parque nacional Nahuel Huapi implementó hace ya cuatro años un registro de esquí de travesía, que funciona de modo similar al registro de trekking y permite al organismo no solo contar con los datos de cada excursionista -ante la necesidad de eventuales auxilios- sino también conocer datos indispensables para regular la actividad.
La jefa de Planificación de Uso Público del Parque, Soledad Antivero, aclaró que el registro no es obligatorio “porque todavía no hay regulación”, pero aun así “tuvo buena respuesta”.
Admitió sin embargo que al no haber sanciones -como sí pasa con el trekking-, el porcentaje de gente que completa el registro “es bajo” y muchos practican esquí de travesía sin dar aviso a Parques, lo que permite suponer que la tendencia de crecimiento de la especialidad es “indetenible”.
El turista “de nieve” que llega en busca de experiencias distintas y más “adrenalínicas” recibe rápido la referencia de que el esquí de montaña es la variante ideal.
Exigencia física
El guía de montaña e instructor de esquí Iván Bonacalza dijo que el esquí de travesía “está estrechamente vinculado con la actividad fisica” y la práctica se multiplicó a la par de las carreras de maratón y “ultra trail”.
Dijo que hay circuitos muy variados y se puede hacer travesia “en terreno seguro”, como los que ofrece el bosque de Challhuaco, u otros más exigentes en la zona del refugio Frey, refugio Jakob, el “mirador” cercano al cerro Pantojo (en cercanías del paso Samoré), o el área Tronador.
También hay propuestas exclusivas como las del complejo Baguales, un centro invernal privado ubicado camino a El Bolsón.
Víctor Krajcirik es guía de esquí de travesía, pero actualmente está “retirado” y solo se dedica a armar salidas con amigos. Dijo que el auge comenzó hace unos años desde que “las fábricas empezaron a desarrollar mejores equipos y los pusieron al alcance de cualquiera”, aunque el costo es algo superior a los de esquí alpino.
Explicó que no se trata de algo nuevo, sino que tiene una historia larga en Bariloche. “Fue el comienzo del esquí -aseguró-, a mí me enseñó Otto Meiling”. El esquí de travesía era la única modalidad posible cuando no existían los medios de elevación y “las primeras carreras se realizaban en el cerro Ventana o en el Otto, donde los esquiadores subían con pieles de foca”.
Señaló que las guiadas se venden por agencias o por redes sociales y “muchos turistas llegan de afuera con todo contratado”.
Según Krajcirik, el interés renovado en el esqui de travesía tiene que ver con “la posibilidad de bajar en nieve honda, que es una sensación totalmente distinta, y que hoy es posible porque los equipos lo permiten”. Señaló que el esquiador que busca esta variante es “porque le gusta lo salvaje”, y tiene que tener condición física para “foquear” cuesta arriba, tal vez durante horas, para disfrutar solo de una o dos bajadas.
Aseguró que las posibilidades son muchas y para todos los niveles. “Por ejemplo los brasileños, que en general no tienen conocimiento de esquí, pueden ir a Challhuaco y hacen travesía en planos, se llevan algo distinto y muy placentero”, describió.
Avanzar por etapas
Krajcirik explicó que “el cliente viene muchas veces con lo que vio por televisión y enseguida quiere ir a Tronador, pero no es para cualquiera. Uno lo lleva a Frey o al López y ahí ve cómo anda”. Si se trata de “probar” con una salida corta, el cerrito San Martín, frente a la villa Catedral, también es una buena opción.
Quien domine las técnicas y tenga conocimiento suficiente de montaña puede hacer travesías de varios días.
Bonacalza dijo que las opciones son muy diversas y la elección tiene que ver con la geografía y “la calidad de nieve”. También influye la posibilidad de acceder en vehículos “lo más cerca posible de la nieve”, para evitar los “porteos” del equipo en largas aproximaciones.
Explicó que la actividad alcanzó buen desarrollo a partir de la prestación que ofrecen especialistas formados por la Asociación Argentina de Guías de Montaña. También hay quienes facilitan los traslados con vehículos de oruga para ahorrarle al cliente el esfuerzo y el tiempo del ascenso.
El referente de actividades de montaña del parque Nahuel Huapi, Enrico Lucesoli, dijo que lo aconsejado en lo posible es “salir en grupo” y poner máximo cuidado en el desplazamiento de las personas sobre el manto níveo, para evitar sobrecargas. Explicó que el esquí de travesía multiplica por ocho el impacto y la probabilidad de avalanchas.
Dijo que la condición física es fundamental, porque se suele acceder a “lugares aislados, vírgenes”, que demandan trayectos largos y dificultan un eventual rescate.
Reconoció que “los equipos son caros” y representan “un filtro importante”. El objetivo de Parques Naconales, dijo Lucesoli, es “apuntar a una normativa para el esquí de travesía, que facilite el acceso de las personas y que conozcan el riesgo”.
Antivero completó que el dato estadístico que surge del registro voluntario “es fundamental”. No dio cifras pero dijo que en 2018 hubo mucha actividad de travesía en el parque Nahuel Huapi, bajó luego un poco y tomó gran impulso con la pandemia.
Refirió que los lugares más frecuentados, según el registro, son el área Tronador y particularmente laguna Ilón, los refugios Frey y Jakob, valle del Challhuaco y algunos destinos en La Angostura como cerro Belvedere y el Mirador.
La exigencia para quienes comunican sus salidas es describir el itinerario, detallar el equipo, chequear el clima, el pronóstico de avalanchas y llevar radio.
Andinismo de invierno
Por definición, el esquí de montaña o “de travesía” es una forma de recorrer relieves nevados sin ningún medio de propulsión mecánico. Sus promotores destacan que es un entrenamiento físico muy completo. Para los recorridos más complejos es necesario tener aptitud para trepar pendientes, desplazarse en llano y bajar pendientes con esquíes sobre nieves de distinta calidad.
También es preciso tener conocimientos de climatología, interpretación del manto níveo, rescate en montaña y evaluación de riesgos. Lo aconsejable es no aventurarse en lugares que superen la capacidad física del esquiador y moverse en grupo, aunque no numerosos. Para ir a sitios exigentes es obligatorio contratar a un guía.
Muchos se interesan en el esquí de travesía a partir del trekking, que practican en verano, y buscan los medios y la técnica para llegar a los mismos sitios en invierno. El turismo que se inclina por el esta modalidad en general tiene experiencia previa en esquí alpino, llegan con equipo propio y tienen alto poder de gasto. Un alto porcentaje son de origen extranjero.
Algunos precios
* Un equipo para esquí de travesía está compuesto de esquíes, fijaciones, botas y pieles de foca (en realidad una imitacion sintética de la piel del animal, indispensable para trepar), y cuesta unos 2.000 dólares, según precisó Víctor Krajicik.
* El arva, que emite señales para facilitar la búsqueda en la nieve, puede demandar otros 300 dólares y una pala 70 dólares, lo mismo que la sonda.
* Un casco se puede conseguir por 100 dólares.
* Además hace falta ropa técnica específica para la actividad y la mochila para llevar todo.
* También hay equipos de alquiler, desde los 6.000 pesos por día. “No es algo barato, pero los equipos son duraderos, además hay un amplio mercado de usados -aseguró el guía-. Uno por 300 dólares puede comprar todo lo necesario para iniciarse”.
* Una ventaja es que no hace falta pagar pase de medios de elevación. El servicio de un guía especializado cuesta alrededor de 100 dólares por día y por persona. Pero Krajicik aclaró que todos esos precios son relativos porque “en general el turista compra paquetes completos, que incluyen la salida de esquí de travesía con traslados, comidas y alojamiento”.
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