Villa Llanquín: el chef Gastón Alday, el anfitrión que vuelve a sorprender esta temporada

Renueva su carta en "La Maroma" e invita a hacer una escapada a este pueblito de la estepa rionegrina, a la vera del Limay.

El chef Gastón Alday. Foto: Chiwi Giambirtone.

Gastón Alday es el que ofrece la mejor cocina a quienes visitan este pueblito encantandor, Villa Llanquín, ubicado a 40 kms de Bariloche, que año a año suma visitantes que buscan lo diferente y único de la estepa rionegrina.
El lugar es bello tanto por su gente, que rondan los 300, como por su naturaleza, a la vera del Limay y la ruta nacional 237.

Vista del salón principal de «La Maroma», cuya cocina regentea Gastón Alday, en Villa Llanquín.


Hay dos formas de acceder a la villa. Una es a través de un puente colgante peatonal; pero si se desea llegar en auto hay que tomar una pequeña balsa que realiza el trayecto en apenas unos 5 minuto, como mucho, sobre el Limay.
Es así como se pasa de la provincia de Neuquén a la de Río Negro. El sistema que emplea la balsa es el que se conoce como “maroma”: aprovecha el empuje de la corriente del río. Hata ahora es la manera más tradicional que existe para pasar a la villa.
Una vez que se cruzó y se caminó apenas 10 minutos -acá todo queda a minutos un lugar de otro- hay otra maroma. Sí, “La Maroma”, el restaurante que regentea y conduce Gastón desde hace cuatro temporadas.
Desde allí se puede contemplar a toda la villa, platos exquisitos mediante.

Foto: Chiwi Giambirtone


Este roquense de 33 años trabajó en gastronomía primero en Cipolletti, luego Neuquén, siguió por el resto del país y Uruguay. Hasta que por esas vueltas de la vida recaló aquí, buscando como todo cocinero la posibilidad de desarrollar su oficio.
Primero “la rompió” con los pescadores de la cordillera y la estepa y luego con esos sibaritas ávidos de lo nuevo y sorprendente.
“La primavera para mi es una estación vital que invita a la renovación, siempre. Acá el invierno es fuerte y me dediqué a reorganizar la cocina desde lo estructural, comprando más herramientas y equipamiento para hacer todo más funcional y práctico. Era más que necesario y lo pude hacer”, comenta Gastón.


El pasado 29 de septiembre hizo su apertura oficial de esta temporada donde lo acompañaron los chefs Pablo Quiven de Bariloche y Carlo Puricelli de Cipolletti, más músicos, amigos y visitantes ocasionales. “Necesitaba de este evento para conocer y rodearme de gente encantadora para inspirarme y sumar energía a mi trabajo”, comparte.
“Cada temporada tiene sus desafíos que me hacen progresar. Me gusta tanto lo que hago que sigo diseñando nuevos proyectos que me entusiasman para un futuro muy próximo”, afirma.

Foto: Chiwi Giambirtone


Por lo pronto, “estoy más que enfocado ahora en Llanquín con una cocina distinta, tranquila, fácil de entender y degustar. Los findes de semana, especialmente, viene mucha gente de Bariloche buscando la desconexión, un buen plato con una buena copa de vino. Los viajeros del Alto Valle también hacen un stop acá en Llanquín cuando van a Bariloche y pasan por este restaurante que es parte del lodge “La Maroma”, que empezó albergando a pescadores y hoy paran turistas en general”, sostiene. “Esto me lleva a hacer diferentes menús. Si bien los clientes habituales vuelven a pedir lo que ya probaron me gusta tentarlos con algo distinto. Y lo agradecen”.

Foto: Chiwi Giambirtone


Utiliza todos productos de la zona, tanto de Bariloche, Alicurá y la propia villa, como carnes de ciervo o chivito, truchas, hongos, guindas (para mermeladas y postres), manzanas silvestres… Son todos frescos y de cercanía.Acá también se pueden probar o comprar conservas que Gastón hace en verano y que están al alcance del cliente en el restaurante.

Foto: Chiwi Giambirtone


“Busco innovarme todo el tiempo, tanto en lo personal como profesional. Por eso es que estoy convencido que puede proyectarme en otro plano en un tiempo más”, comparte.
“Nuestras vidas, finalmente, son historias de viajes… Viajando y por casualidad llegué acá y viajando me espera la próxima estación que ya tengo en mi mente. ¿Dónde? Donde pueda ser feliz”, concluye el entrevistado. “Por lo pronto, acá estoy en Llanquín esperando a todos quienes quieran venir, al menos un par de horas, para pasarla bien”.

El momento de los fuegos, en «La Maroma»

Foto: Irene Lara

Foto: Irene Lara

Foto: Irene Lara

Foto: Irene Lara

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