Rendirse nunca: a los 70 aprende a caminar otra vez después de 121 días en terapia por Covid
María Mercedes Rostoll estuvo cuatro meses internada en Roca tras contagiarse. Lleva casi 60 días de rehabilitación en Allen. "Trato cada día de ser parte de la gente que da pelea”, dice con una sonrisa, puro optimismo y fuerza de voluntad.
María Mercedes Rostoll levanta con fuerza las mancuernas mientras la supervisa su kinesióloga Anabela Martínez. A sus 70 años, esta luchadora de Allen a la que todos llaman Cotita, está aprendiendo de nuevo a caminar luego de estar cuatro meses internada en terapia intensiva tras contagiarse de coronavirus.
Los pasos que da son pequeños, pero lo hace con una sonrisa que le ilumina su rostro. En medio de las muertes por el virus, su recuperación es milagrosa.
A fines de diciembre del 2020 ella contrajo el covid, sus síntomas se agravaron y luego de pasar por el hospital de Allen fue derivada a la terapia del Sanatorio Juan XXIII de Roca.
“Cuando desperté de la terapia estaban mis hijas, no podía hablar, solo llorar”, expresó. A los pocos días la pasaron a una sala común y la dieron el alta. Sin embargo, como vive en un primer piso, la subieron en brazos.“
Sólo tuve un mes covid, los otros meses fueron virus que se iban y luego venían otros. Esto es un milagro, el apoyo de la gente ha sido maravilloso”, contó.
La allense, que es muy querida en su ciudad, durante años fue comerciante en su perfumería. Los vecinos cuando se enteraron de que estaba grave realizaron cadenas de oración para que se recuperara.
“Cuando salí de terapia en Roca vine todo el camino llorando porque no recordaba cómo era mi casa”, exclamó.
Sólo una semana estuvo en silla de ruedas. Aunque estaba preocupada, tenía esperanza de volver a caminar. “Esto tiene que ser temporal, porque es feo tener que depender de todos”, se dijo a sí misma.
Sus hijas buscaron contactarse con la kinesióloga Anabela Martínez, que es muy conocida por su profesión en Allen.
Lo que primero le pidió fueron zapatillas y un andador. Ella pensó que Anabela no estaba consciente de su estado.
«Llegó el momento de pararse”, le dijo ese día la joven y con el andador dio sus primeros pasos.
“Cuando me paré por primera vez me lloré todo, no lo podía creer”, expresó con sus ojos humedecidos.
“Todos los que han pasado por una situación así se valoran lo que tienen”, dijo.
Cotita solo estuvo dos semanas con el andador y luego llegó el turno de bajar los 22 escalones a la planta baja. Primero fueron cinco acompañada del brazo de su kinesióloga.
A un mes y medio de comenzar la rehabilitación, ahora puede moverse por su cuenta en su casa, agarrándose de las cosas.
Solo cuando tiene que salir a caminar afuera su esposo la ayuda sosteniéndole el brazo.
“En cada sesión Anabela siempre trae algo nuevo para sorprenderme, avanzo un poco más”, contó.
Antes de contagiarse, Cotita se había comprado una bicicleta de paseo y solo alcanzó a andar un poco en la plaza.
“A mí me encanta la bicicleta, siempre anduve y toda mi familia tiene una”, mencionó.
Cuando recupere el equilibrio quiere volver a andar en las dos ruedas sola y salir a competir, dijo sonriendo.
“Nosotros somos artífices de nuestro propio destino, así como hay personas que se caen porque no tienen voluntad también hay muchas que tienen deseo de mejorar, de salir adelante. Trato cada día de ser parte de esa gente que da pelea”, expresó con sus ojos humedecidos.
Anabela Martínez es licenciada en kinesiología y brinda sesiones en el Club Unión Alem Progresista de Allen.
Ella ha sido un pilar en la recuperación de Cotita.
“No estaba haciendo sesiones a domicilio porque no tengo disponibilidad horaria, pero a Cotita la conozco desde hace años. Todos en Allen estuvimos meses esperando que se recuperara, hubo cadenas de oración. Cuando le dieron el alta su hija me contactó y empecé a verla tres veces por semana en casa durante un mes”, contó.
Empezaron la primera semana con pesas, ejercicio de fortalecimiento y “en la segunda semana pudimos hacer que se parara con asistencia de un andador”, explicó.
A partir de allí siguió un trabajo que se llama marcha y deambulación por la casa del dormitorio al baño y a la cocina.
“Ella vive en un primer piso, era muy difícil que pudiera salir a la calle y nos pusimos como objetivo bajar esa escalera de 22 escalones, fuimos de a poquito haciendo 5 y 6 pasos”, detalló.
Una vez que empezó a bajar las escaleras varios días seguidos las consultas siguieron en el Club Unión de Allen.
Las sesiones las realiza tres veces por semana para recuperar fuerza muscular. Le quedan dos meses más de rehabilitación para estar dentro de las condiciones básicas para su vida diaria, explicó Anabela.
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