“Vivir dentro del bosque no es un juego, es una responsabilidad grande”
Así lo plantea Felipe Ivandic, que trabajó 44 años como brigadista, y es uno de los creadores del Plan Nacional de Manejo del Fuego. "Hay que ponerse a trabajar en forma inmediata para minimizar los riesgos", porque incendios como los que devastaron Lago Puelo y El Hoyo se pueden repetir.
“Por lo general la falta de previsión y las deficiencias en el planeamiento impiden que el crecimiento poblacional y urbanístico manifestado en los últimos años esté acompañado de un adecuado nivel de desarrollo y cada vez más viviendas proliferan anárquicamente, en medio de una vegetación enmarañada que presenta condiciones ideales para la propagación del fuego. La cantidad de incendios forestales aumenta, y la posibilidad de que ocurran incidentes graves en algunas zonas de interfase es cada vez mayor”, advirtió en 2008 Felipe Ivandic, en la revista Presencia del INTA.
Trece años después, las poblaciones de Lago Puelo y El Hoyo sufrieron los incendios interfase más devastadores en la historia. El fuego arrasó con cientos de viviendas, galpones, chacras, emprendimientos productivos y causó un daño ambiental aún sin dimensionar. Redujo a cenizas una parte importante de esa zona.
“El poblador tendría que aprender que vivir dentro del bosque es una gran responsabilidad. No puedo poner en riesgo a otra persona”, asevera Ivandic. “Es una obligación del Estado capacitar, planificar y dictar normas”, afirma este brigadista, con 44 años de experiencia e instructor internacional en combate de incendios forestales. “Vivir dentro del bosque no es un juego es una responsabilidad grande”, sostiene.
Ivandic sabe de lo que habla. Recuerda que junto a Edgardo Contreras, del Parque Nacional Nahuel Huapi, Jorge Dedek (exguardaparque), el ingeniero Fassi y Carlos Merenson diseñaron el Plan Nacional de Manejo del Fuego a mediados de la década de los 90. Hoy, se llama Servicio Nacional de Manejo del Fuego. Además, creó la actual Brigada Nacional y además organizó y puso en funcionamiento el Centro Regional Patagonia y la Coordinación Nacional de Capacitación.
El hombre expresa su preocupación por el cambio climático, porque incendios interfase como los que devastaron parte de la Comarca Andina “se pueden volver a repetir”. “Hay que ponerse a trabajar en forma inmediata para minimizar esos riesgos”, afirma. Y destaca que los brigadistas han avanzado mucho en formación y capacitación, pero ante incendios como el que ocurrió el 9 de marzo pasado “el fuego los superó e hicieron lo que pudieron”.
Ivandic opina que los aviones hidrantes “son efectivos, pero es una herramienta más”. “Si no tienen donde abastecerse, no sirve, o en condiciones de viento extremo es muy difícil que puedan volar”, observa. “Los pilotos se juegan la vida”, recuerda.
“El equipamiento es importante, pero lo más importante es el hombre y eso se arregla con capacitación, planificación y respeto”, sostiene. Asegura que es momento de fortalecer los cuerpos de bomberos voluntarios.
Dice que un porcentaje altísimo de los fuegos que se producen “es por mal uso del fuego, descuidos, fogones mal apagados”. Por eso, cree que es necesario legislar y hacer cumplir las normas.
Señala que hay que hacer un estudio exhaustivo de las distintas zonas y las posibilidades de riesgo. Eso incluye desde los materiales que están construidas las casas, las plantas o árboles que están cerca de esas construcciones, si están podadas, raleadas y los lotes sin residuos forestales secos. Asegura que el césped verde “es el mejor cortafuego que hay”.
“Hay que prepararse para situaciones como la que pasó, porque se puede repetir”, asegura. “Esto tiene que el punto de partida”, señala. “Si no se puede combatir el fuego (como ocurrió el 9 de marzo pasado) hay que tener preparadas vías de escape, porque no había nada, y definir zonas de seguridad”, propone.
Advierte que hay zonas donde hay caminos tan estrechos que solo pasa un auto. Esa situación pudo haber causado una trampa mortal. Opina que en este momento hay dos caminos por priorizar: hay que recuperar rápidamente la capacidad operativa de los servicios, lo que implica reparar o reemplazar equipos dañados por el fuego. “Y diciéndole a la gente la verdad de qué manera tiene que vivir en el bosque y que lo acate”, enfatiza. “Si no se educa a la gente para vivir con seguridad en el bosque, esta situación se va a repetir”, alerta Ivandic.
Y sostiene que el fuego del 9 de marzo pasado “no se podía haber detenido bajo ningún punto de vista. Solo quedaba ponerse a salvo”. “Se llaman fuego de comportamiento extremo y esa tarde tuvo todas a su favor; por eso, hizo lo que quiso”, explica Ivandic.
En 2008, Ivandic escribió algunas recomendaciones básicas para el artículo que publicó en la Revista del INTA. Está convencido de que siguen vigentes:
– Cortar y extraer los pastos, arbustos y árboles secos existentes en el terreno.
– Entresacar los matorrales cercanos a las construcciones, dejando espacios libres de unos 3 metros entre plantas.
– En un radio de 30 metros alrededor de las casas, ralear los árboles para lograr una separación de copas del orden de los 3 metros; las distancias aumentan con la pendiente del terreno.
– La poda de ramas debe hacerse hasta al menos 3 metros a partir de la base y todos los materiales resultantes tienen que ser extraídos o eliminados, evitando acumularlos bajo el dosel o en cercanías de viviendas o galpones.
– Como es mejor que el suelo se mantenga sombreado y fresco raramente se aconseja la extracción total de plantas vivas; sólo se suprimen las estrictamente necesarias.
– No conviene parquizar con plantas fácilmente inflamables, en especial setos vivos de resinosas que son particularmente peligrosos, sin embargo hay que tener en cuenta que los sectores cubiertos con césped verde son excelentes cortafuegos, y que los macizos de flores y las cortinas o bosquetes de sauces, abedules o álamos pueden disminuir los efectos del fuego.
– En lo que respecta a la seguridad de las construcciones, entre otras previsiones desde el punto de vista edilicio y de infraestructura de servicios, se destaca la necesidad de mantener los techos y canaletas libres de hojarasca, musgos, nidos de pájaros y enredaderas secas, al menos durante la época de mayor riesgo.
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