Viven en medio de la basura en Roca y esquivan la pandemia
Raúl y su hermano Donato tienen más de 70 años y su casa está en el Zanjón, un vertedero de 78 hectáreas. Allí conviven con la inseguridad y la contaminación. Muchos vecinos van a buscar entre los desperdicios algún elemento de valor.
Raúl Sánchez y su hermano Donato tienen más de 70 años y viven en el zanjón de Roca, un cráter que tiene varias hectáreas ubicado en el norte de la ciudad, donde a pesar de las prohibiciones los vecinos arrojan basura diariamente. A un costado de la calle Graciela Montes, (continuación de El Chingolo) entre los residuos, levantaron con ayuda de unos amigos su precaria vivienda donde no tienen agua, luz ni gas.
Lo peligroso es que la construcción de ladrillo está sobre un caño principal de gas, que se conecta a otra red y ellos se calefaccionan a leña.
En el contexto del coronavirus donde ambos integran el grupo de riesgo y deben convivir con un foco importante de contaminación que atrae a muchos roedores. Raúl dijo a RÍO NEGRO que están esperando acceder algún terreno no tan alejado de la ciudad para poder construir algo propio.
“La vez pasada desde la Municipalidad me dijeron que no se puede construir acá”, comentó.
Desde el Ejecutivo local informaron que “se está trabajando en la situación de los hermanos junto con el PAMI desde hace tiempo”.
“Ambas instituciones han abordado el riesgo que implica que residan donde están actualmente, ofreciendo alternativas de alquileres. Pese a esto, solo se han retirado unos días del invierno a un departamento abonado por el Municipio, pero luego por decisión propia nuevamente volvieron a establecerse en el lugar”, señalaron.
Varios vecinos que viven en los alrededores esperan la llegada de camiones que además de escombros llevan basura domiciliaria. (Ver Aparte)
Ansiosos revuelven los residuos esperando encontrar algo de valor. Además hay una inseguridad constante cuando cae el sol. “Nos han robado de todo, mercadería, vivimos el día a día”, expresó Raúl.
Donato contó que hace dos meses le prendieron fuego parte de su rancho. “Parece que el virus no le pega a los ladrones sino a la gente buena”, dijo indignado.
Los hermanos contaron que vivían “en una casa en el barrio Alfonsina Storni pero la usurparon. Andamos tironeando, estamos en un juicio por la casa”, contó Donato.
En la vivienda donde están ahora, el techo tiene chapa de zinc y nylon para evitar que ingrese el agua cuando llueve pero esto no evita que se inunde. La construcción mide unos cinco metros por cuatro.
Algunos vecinos van a dejarle comestibles, entre ellos empleados municipales pero muchas veces desconocidos les roban sus cosas. Raúl por su parte realiza alguna que otra changa en el chacra. Señaló que les hace falta alguna garrafa y una cocina para poder preparar su comida porque la leña cuesta conseguirla.
Un foco de riesgo
Los hermanos Sánchez viven sobre uno de los márgenes de la calle Graciela Montes, la única habilitada para el ingreso de camiones con escombros. La ordenanza municipal 4797 solo permite disponer allí elementos inertes. Pero está contemplado que un 20% del contenido puedan ser otros tipos de residuos. “Las empresas de bolquetes manifestaron que no saben cuando los vecinos arrojan bolsas con residuos que luego son tapadas con los escombros”, explicó Laura Juárez, directora de Medio Ambiente del Municipio.
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