Villa Pehuenia Moquehue: un fin de semana en el paraíso
Es uno de los destinos más elegidos por quienes buscan tranquilidad para pasar las vacaciones de invierno. El parque de nieve Batea Mahuida convoca, pero también hay otras actividades imperdibles para disfrutar.
En Zapala muchos vehículos hacen filas largas en la estación de servicio. “¿Los autos forman colas para recibir la vacuna contra el Covid?”, bromea Joaquín y abre la puerta trasera del auto. El frío le da un sopapo en la cara, agarra la campera y corre para ponerse atrás de tres hombres que esperan en la puerta del baño.
Con el tanque lleno siguen camino rumbo a Villa Pehuenia Moquehue. Mientras Juan se baja a alquilar cadenas en un local a la vera de la ruta 22, por $1000 los cuatro días, Emilio llama al 0810 333 7882, del la Dirección Provincial de Vialidad de Neuquén para averiguar el estado de las rutas. Recuerda que la información también está disponible en la página www.dpvneuquen.gov.ar, pero prefiere hablar.
“Dicen que hay mucho hielo por Primeros Pinos, que mejor ir por el Rahue, aunque son unos cien kilómetros más”, dice cuando Juan vuelve al auto. Aceleran por la ruta tranquila, en un momento el asfalto se termina y comienza el camino de tierra. De a poco, la estepa gana altura, y las montañas rocosas cubren el paisaje con los picos nevados que se asoman a sus espaldas.
El Rahue tiene belleza y también adrenalina. El auto transita entre curvas y las cadenas rompen el hielo que persiste en los lugares que no da el sol. Como una oruga gigante recostada sobre la montaña, conduce y desnuda la belleza.
Unos kilómetros antes de Aluminé hay barro por la nieve que se derrite en el mediodía. El camino bordea el río que lleva el nombre del pueblo y la costanera poblada de árboles está sin gente. Algunos turistas deciden hospedarse allí para hacer base y recorrer los atractivos, ya que hay opciones de alquileres más económicos. Otros siguen hacia Villa Pehuenia.
Al llegar, de nuevo hay asfalto y las araucarias con sus ramas pesadas por la nieve dan el abrazo de bienvenida. Lo mejor es no perder el tiempo. Entre los caminos que suben, bajan y doblan, las cabañas, los comercios y las casas parecen esconderse con sus techos blancos del ruido de la calle. En la costa del lago Aluminé los turistas comen tortas fritas y toman mate en sus orillas, o llevan un culipatín para aprovechar cualquier pendiente y pasarla bien.
Muy cerca, hay algunas mesas entre la nieve. Una pareja se sienta allí a tomar un chocolate caliente, mientras un muñeco de nieve, de gorro y bufanda amarilla, los mira con sus ojos de tapas de Coca Cola. Desde el muelle de madera, algunas embarcaciones salen a recorrer el lago Aluminé. Al bajar los escalones para subir al barco, en el agua cristalina se ven los peces a la perfección.
La cabaña de madera más barata que consiguieron, en plena temporada alta, sale $9000 la noche. Es pequeña pero cuatro adultos y un niño se acomodan bien allí. Desde la angostura, en la que se unen el lago Aluminé y el Moquehue, por la ventana se ve el agua, la nieve, la montaña. Sin dudas es un buen lugar para descansar.
Un nuevo día
Amaneció y el día se recibe con un desayuno de pan casero, dulce de arándanos y alfajores de harina de piñón. Ir al parque de nieve Batea Mahuida es la mejor opción. En el ingreso, un integrante de la comunidad mapuche Puel que administra el cerro sale a tomar la temperatura. Sugiere que se pongan las cadenas y varios conductores se detienen a hacerlo. Los que están cancheros lo resuelven rápido, los demás tardan , se embarran los dedos pero lo logran y continúan.
En el camino hay algo de barro y todos avanzan lento. De repente un Renault 12 con nieve acumulada en el baúl y en el techo los pasa y gana la delantera. Al llegar, estaciona entre los cientos de autos que se acomodan en la base.
A la derecha está la confitería, a la izquierda la cabaña en la que se alquilan los equipos, en el centro unas oficinas de informes y en el medio el cerro blanco, por el que bajan en esquí, tablas, coronado por las banderas argentina, neuquina y mapuche. “Si nunca te subiste a un esquí, no pagues el pase, no tiene sentido, primero aprendé”, le sugiere un hombre a Ivana, que está ansiosa por esquiar.
Va al rental y allí le prueban los esquí, le dan los bastones, ella hace preguntas sin parar. Paga $1300 pesos por el equipo necesario para sus primeras experiencias y camina como un robot hacia la nieve. Para enseñar, el cerro cuenta con personas como Ciro Puel que es instructor hace tres temporadas y atiende con paciencia. El joven confiesa que “Batea es un cerro muy tranquilo, me lo dicen todos los turistas. Para venir a iniciarse en el deporte, a disfrutar la nieve en familia, es muy lindo. Además los precios son muy buenos”, dijo.
En una charla telefónica, el viernes pasado comentó que por estos días, la nieve aguanta. Relató que en la pista principal queda buena nieve, y por ahora están todas accesibles. En la base ya se derritió pero hay pronóstico de nevadas. De todos modos, confiesa “es un año raro, la última nevada prometía ser grande y fueron solo tres centímetros. Esperemos que nieve más”.
Ciro también asegura que hay una opción para cada gusto. Si algún integrante de la familia no se anima a esquiar puede subir en moto de nieve al cráter del volcán. Van hasta la laguna que siempre está congelada y de ahí hay lindas vistas de los lagos. También se pueden hacer caminatas con raquetas hasta la base del volcán.
Una vez que Ivana está lista para esquiar paga los $2500 del pase, día completo, y se agarra del poma para subir a la pista más chica. Todos los medios de elevación son de arrastre, no hay telesillas.
El medio mas grande es el T-bar, son 7 torres y lleva a la base de retorno. Hay otro poma del lado izquierdo, que lleva a la parte más alta de Moncol, que significa redondo en mapudungun .
Mientras ella y tantos otros esquían, muchos van con reposeras, se sientan en la nieve a tomar algo y a pasar la tarde bajo el sol mientras cientos de chicos juegan libres en las montañas blancas.
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