Un viaje a la magia eterna de San Salvador de Bahía
Soledad Fuster partió de Neuquén al norte de Brasil a descubrir las danzas, las creencias y disfrutar las playas de una ciudad llena de misterios.
¡Bom dia viajeros! Soy Sole Fuster. Nací en Santiago del Estero, pero vivo en Neuquén y vengo a compartir mi experiencia en São Salvador da Bahía de Todos os Santos, primera capital del Brasil colonial.
Mi objetivo de viaje era experimentar y respirar el aire en el lugar donde surgieron grandes artistas, como Gilberto Gil, mi mayor inspiración, y donde la danza afro-brasileña y la capoeira son moneda corriente.
El hostel “Oh, meu Rei” en el que me alojé, quedaba en la calle Ladeira do Carmo, de puro adoquín en pleno Pelourinho, centro histórico de la ciudad. Supe que pasó de ser un barrio residencial, a un antro de prostitución y marginalidad en los 60’. Luego, en los 80’, por ayuda de la Unesco y en los 90’ por objetivos del Estado brasileño se reactivó como un polo cultural importante del país y la historia vibra en cada esquina.
Día a día en el hostel, logré aprender con más fluidez el idioma portugués. Vivir allí era muy puro y genuino. Despertar por las mañanas con música improvisada de percusión, por lo general en la misma cuadra. Caminar hacia el mercado modelo, cruzar a las bahianas en la calle y comer algún Aracaju. Participar en la plaza de bailes.
Disfruté la música en vivo en el escenario de la plaza todas las tardes o noches, rodeada por carritos con comida y bebidas. Fui a festivales de Jazz con Bossa frente al mar en el atardecer. No quiero pasar por alto a un personaje de la cuadra, que era un señor que vivía en una casa abandonada, salía solo de noche no hablaba con palabras, y tenía una “disfraz” hecho por él, decían que es un artista plástico muy bueno, pero anónimo.
Vos también podés compartir tu viaje. Buscá la foto viajera que tanto te gusta y mandala por mail a voy@rionegro.com.ar.
Voy
Un día andando por las galerías de arte del barrio y conversando llegue a reunirme con la compañía Balé Folclórico da Bahía, donde tomé clases, fueron excelentes. Andaba por las calles y había esquinas o plazas donde bailaban o practicaban capoeira.
El Pelo tiene fama de peligroso sobre todo de noche, de hecho el taxista cuando llegamos no quería entrar y la primera noche no dormí allí, pero si quieres vivir la historia real, tienes que ir aunque sea un día. Murales, calles de adoquines, diversidad cultural, bahianas, comida originaria, aromas.
Claro que no puedo obviar las playas y el clima excelentísimo. Las mejores: Praia fo Forte, Stella Maris Beac, praia do Porto Barra, Ondina, Itapuá e Imbassaì mi favorita! Las de morro de Sao Paulo son mortales, todas. Cuando fui estaba el Universo Paralello, festival considerado uno de los más grandes de América del Sur que presentó no sólo la música electrónica, sino también mucho arte y cultura.
Fui a una misa en una iglesia de la esquina del hostel donde veneraban a santos negros, tocaban percusión de madera en medio de las oraciones. La gente iba vestida de punta en blanco, el pesebre era con el niño negro y al final de la misa todos se saludaba con mucha alegría. Prendían una vela por cada deseo que lo depositaban en un cajón en el patio trasero, cual película de cine. Fui a la emblemática Iglesia de Nuestro Señor de Bom Fin y Convento de San Francisco, de siglo XVIII.
Finalmente, hice trekking por la Chapada Diamantina, conocido como el polo energético de Bahía cual Capilla del Monte para Punilla de Córdoba.
Hay miles de cosas más que contar, pero si tengo que elegir: Praia de Imbassai, la danza afro, y la música en cada esquina fueron las cosas mas maravillosas. Si quieren ver videos los invito a mi Instagram @lasolefuster.
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