Veteranos de Malvinas solidarios, contra nieve y pandemia
Centro de Veteranos de Malvinas de Río Negro, viajaron a llevar alimento, ropa de abrigo y medicamentos a Laguna Blanca y Pilquiniyeu del Limay, dos zonas castigadas de la Línea Sur.
Nieve y pandemia, dos cartas que este año jugó el destino en la Línea Sur de la provincia de Río Negro, para llevar más necesidades a una zona siempre castigada. “Elegimos ese lugar para ir a ayudar, porque la están pasando mal, es algo muy triste para toda esa gente que realmente hacer patria viviendo ahí”, dice el veterano de la guerra de Malvinas Víctor González, desde Cipolletti.
Este año, vieron que los que más necesitaban eran los pobladores de la provincia que no solo padecen la cuarentena de la pandemia, sino también el temporal de nieve y decidieron hacer una campaña específica en las localidades de Laguna Blanca y Pilquiniyeu del Limay.
“Llevamos ropa, calzado, frazadas, medicamentos donados por el Centro de Ex Combatientes de Neuquén y el Banco Neuquino de Alimentos”, cuenta Rubén Pablos, director de Veteranos de Malvinas de Río Negro y agrega que durante las colectas y la entrega se cumplieron todos los protocolos.
Un jueves, tres camionetas salieron con 8 personas entre ex combatientes y voluntarios cargadas de donaciones desde el Alto Valle. El pronóstico, en cuanto al estado de las rutas, no era el mejor desde hacía meses para la Línea Sur, pero decidieron que había que llegar de todas maneras.
Rubén Pablos explica que los veteranos tienen una recaudación, a través de un descuento que les hacen para fines solidarios. Hace más de diez años que hacen campañas no sólo en la provincia sino en el país y la Línea Sur es un lugar al que siempre van.
A las 8 de la mañana de un día frío, la comitiva salió desde Roca por Ruta 6, despacio, en ese paisaje albino que lo cubre todo. “El camino fue muy áspero queríamos llegar con luz, porque si llegábamos agarrar una tormenta de nieve o viento era muy peligroso. Finalmente tardamos unas 7 horas de viaje. Siempre nos acompaña alguien, que no vemos. Yo paso por el frente de la iglesia y no entro, pero creo que somos personas muy cuidadas por alguien, que muchos conocemos por Dios”, dice Víctor.
Los veteranos, así, llegaron bien al pueblo cuando casi caía la tarde. Al entrar, vieron las necesidades que viven en ese lugar, y la pena de un pueblo. Doblaron por una calle del poblado blanco, y lo primero con lo que se encontraron fue que de la iglesia estaban sacando el cajón de un poblador que había muerto en medio de la nieve.
“El hombre, con temporal y todo, se fue al campo a salvar sus chivos. Se le iban muchos años de del trabajo de su vida, todo su sacrificio estaba puesto ahí y con la nieve, debe haber salido desesperado”, cuenta Víctor con pena.
Ese día había mucha gente en el pueblo: empleados de vialidad, de salud. Todos estaban ayudando en la emergencia y con mucho trabajo. Al bajar, hablaron con la comisionada. Descargaron toda la ayuda en un salón y un par de personas se encargaron de desinfectarla.
Después, le dijeron que solo necesitaban un lugar para dormir. Este año no verían a la gente que ayudan porque la pandemia tenía a todos los pobladores encerrados de su casa. Iban equipados con comida, bolsas de dormir, unos mecheros para cocinar por si se quedaban en la ruta.
“No tenemos problema de dormir en cualquier lado, desde hace años hacemos esto nos gusta ayudar”, cuenta el veterano de guerra González y dice que cuando se despertaron el panorama no era muy alentador. Les dijeron que no iban a poder salir del pueblo por vario s días, porque la nieve bloqueaba los caminos.
Pero como siempre, la suerte o ese ser que no pueden ver estuvo de su lado. Las máquinas de vialidad estaban trabajando las 24 horas y abrieron el camino para que pasen los camiones de gas. Rápido, ellos se sumaron atrás y pudieron pasar y llegar a Pilquiniyeu del Limay.
“Al estar cerca del río, no está tapado de nieve. Es un paraje muy lindo. Llegamos y un poblador vino a tomarnos la fiebre y nos hicieron un control de salud, desinfectaron las camionetas. Había que tomar todas las precauciones contra el Covid-19”, asegura Víctor.
Descargaron todas las donaciones y las desinfectaron. Todo terminó a la tarde, noche, por lo tanto otra vez se quedaron a dormir y salieron temprano al otro día. Había que desocupar los lugares porque si llegaba gente a ayudar, debían darles hospedaje.
“Nos quedó el sentimiento solidario hacia el pueblo. Para nosotros la guerra marcó un antes y un después y nos mostró cuales son las cosas importantes. Tenemos que ser más solidarios, y reconvetimos el dolor en esta faceta, para devolver tanto cariño al pueblo”, dice Rubén Pablos.
Y para Víctor, las cosas tienen el mismo sentido. Relata que para el ayudar a los otros es lo mismo que pasar el 82, cuando mucha gente se sacó lo que tenía puesto para ayudar a la gente de Malvinas.
“Ese es el espíritu que nos empuja a lo que hacemos. Nos gusta hacerlo y cada vez que terminamos una campaña gritamos un fuerte ‘viva la patria’ porque estamos orgullosos de haber defendido a la patria y de nuestro país Argentina”, concluye.
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