Vas a amar a esta bartender top de Bariloche: las razones del éxito de Maru Ávila
Quién es. Cómo llegó a ocupar un lugar tan destacado en el mundo de la coctelería cordillerana. Los secretos no tan secretos de su profesión. #diainternacionaldelvermut
Mariela Ávila es bartender y reside en Bariloche. Trabaja en Arelauquen Lodge Hotel donde deslumbra a parroquianos y visitantes. Tranquila, serena, buena onda de entrada… Amable para la charla. Profunda en el relato; basta tirar unas palabras para que ella retome la conversación.
Se sabe que un cóctel en mano calma la vida, serena, relaja… Si hay una música justa la parla fluye…
Nací en Buenos Aires, en plena Capital Fderal; viví hasta mis 25 años en el barrio de Paternal.
En mi infancia siempre supe que quería ser docente de educación física y cuando llegó el momento de elegir escuela secundaria mi familia no dudó en ayudarme a ingresar al colegio secundario del Club Vélez Sarsfield. En esa formación de Bachiller orientado al deporte y recreación descubrí el amor por la naturaleza y la vida al aire libre. No creo casual estar viviendo en la Patagonia, ya hace más de 10 años.
Mi siguiente formación fue el terciario que me convirtió en Profesora Nacional de Educación Física en el ISEF n1 Enrique Romero Brest. No es irrelevante contar que en mi último año de instituto fui un pilar muy importante en la organización de fiestas que ayudaban a generar ingresos para el viaje de fin de curso. Ahí me hice cargo de la barra con mucha naturalidad, sin saber lo que me esperaba a futuro.
Cual porteña inquieta empecé a trabajar a los 16 años en una cadena de comida rápida muy conocida. Era una pasantía, quería juntar dinero para hacer un viaje de esquí extra que organizaba el colegio en Villa la Angostura. Luego de eso seguí trabajando mechando la gastronomía y la docencia. Fui camarera en diferentes restaurantes, trabajé en colonias de vacaciones del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, coordiné viajes educativos y así conocí gran parte de nuestro país. Trabajé de profe en varios jardines y colegios primarios y viaje al exterior trabajando en gastronomía. Fui tres temporadas a un centro de esquí de EE.UU. donde trabajé de Host, enceré esquíes y tablas, fui ayudante de cocina, omeletera en un desayuno y moza.
Soy de familia italiana numerosa que se reunía todos los domingos en el barrio de San Martín, bien cerquita de la cancha de Chacarita, a almorzar por el simple hecho de compartir un momento y una comida. Cocinaba mi abuela; era llegar y ver la tira de pasta de metro y medio colgada del tender, mis tíos sentados bajo la parra de uva chinche y unirme a la fila de primos para que mi abuela nos dejara usar la manivela de la pastalinda italiana una vez. El mantel azul sobre su cama lleno de tallarines o ravioles es una imagen que invoco a diario para conectarme con mi familia que aún sigue en Buenos Aires.
Amo cocinar, amo y disfruto comer y beber y eso se lo debo y agradezco a mi familia.
(Corren los tragos, los cócteles, la charla y la música de fondo. Muero por Parov Stelar)
A mis 25 años recién cumplidos, con 14 materias aprobadas en la licenciatura en Psicología en la UBA, decidí mudarme a Bariloche buscando calidad de vida y nuevas aventuras.
Les espoileo el final… conseguí calidad de vida, mi hermano ya vive cerquita y mis viejos en cualquier momento. Descubrí mi pasión por la coctelería y las bebidas y hoy vivo de este trabajo.
En 2012 realicé mi primer curso de bartender y enseguida empecé a trabajar en un bar. Algo me paso, me di cuenta que entre la realidad barilochense y los libros había un abismo en el medio que tenia que atravesar solita. Me tuve que adaptar a la realidad e ir transformándola de a poquito, cual trabajo de hormiga, para que los clientes del bar se animaran a ir probando cosas nuevas. En los años siguientes surgió mi emprendimiento de barras para eventos, lo llamé a mi papá, que es algo así como un Mc Gyver, se vino de vacaciones y construimos unas barras móviles que todavía utilizo. En los años siguientes viajé a Buenos Aires varias veces a hacer cursos varios relacionados a la coctelería. También me formé en cafetería y en vinos, que es otra de mis pasiones como consumidora. Prometo que algún día incursionaré con más profundidad en la sommellerie.
Mi formación más bisagra en bebidas fue cuando viajé a Madrid a la escuela House of Mixology. Volví distinta, entendí que el único límite para crear o innovar esta dentro nuestro.
Como bartenders tenemos que entender y conocer lo clásico y saber reproducirlo de manera perfecta, y si bien hay muchas bases para crear algo nuevo, el equilibrio de un clásico es un muy buen punto de partida.
Trabajar detrás de una barra implica mucha responsabilidad y mucho esfuerzo también. El primer pilar de nuestra profesión es la hospitalidad, es atender a una persona, saber interpretar y sugerir, no juzgar y hacerla sentir a gusto; luego la bebida que le servimos tiene que estar bien hecha, pero eso no es lo primero. Damos y somos servicio, generamos experiencias y tenemos que tomar esta profesión con la responsabilidad que merece.
Cuando hablo de esfuerzo me refiero a perseverancia por un lado, y luego a saber que muchas veces trabajamos de noche y dormimos de día, estamos muchas horas parados, lavamos y fajinamos cristalería constantemente, cortamos cajones de frutas enteros y cargamos bolsas de hielo, packs de gaseosas, cajas de bebidas, barriles de cerveza entre otras cosas más. El cuidado de nuestro cuerpo es otro punto clave en la profesión.
Desde que me inicié en el mundo de la coctelería hasta hoy el cambio fue abismal. Hoy la gente quiere tomar cócteles bien hechos, con nuevas tendencias, quiere que el coctel maride un plato, quiere saber la graduación alcohólica de lo que toma, conoce ingredientes, entiende de marcas de destilados y de cristalería o quiere tomar un coctel sin alcohol elaborado y es nuestra obligación como profesionales estar a la altura.
En lo personal disfruto mucho hacer insumos, hago bitters, tinturas, deshidratados, shrubs, cordiales, licores, sales y tisanas. Mi casa es una mezcla de depósito y laboratorio, uso muchos productos locales. Tenemos millones de ingredientes en las puertas de nuestras casas para utilizar, frutos, plantas, vayas, arboles, raíces y mil cosas más, productos que en Buenos Aires se matan por conseguir. Nosotros estamos rodeados de ellos y creo que ese es el punto de partida para darle identidad a la coctelería de la región.
Hace unos añosque trabajo en la barra del hotel Arelauquen Lodge. Al principio solo me ocupaba de la barra, pero actualmente gerencio alimentos y bebidas. El contacto con huéspedes extranjeros en el hotel terminó de hacerme entender que ofrecer productos locales es el camino que tenemos que seguir. Como dice mi compañero de trabajo Juan Carlos Izaguirre, -Río Negro tiene todo!- Y tiene mucha razón.
Trabajar en la barra de un hotel es una experiencia que recomiendo mucho, para mi fue super enriquecedora y desafiante. El turista que nos visita viaja en busca de experiencias, quiere empaparse de lo local y que se lleve esa experiencia es responsabilidad de todos los que trabajamos con turismo.
Hoy en día el hotel sigue cerrado para hospedaje pero estamos abriendo el restaurante y el bar los fines de semana. En este tiempo de confinamiento, además de empaparme en los nuevos protocolos de trabajo, aproveché para cambiar la carta de cócteles del hotel y para leer un montón y seguir experimentando cosas nuevas.
Tengo muchos proyectos a futuro, pretendo también seguir armando barras para eventos, estoy creando algunas cartas de cocteles para otros establecimientos y están surgiendo fusiones entre coctelería y otras artes que me divierten y desafían muchísimo. Esto surgió por primera vez con Pablo Bernasconi hace dos años cuando armamos un evento de cócteles literarios trabajando en conjunto para ¨liquidizar¨ algunas de sus obras.
Responsabilidad, respeto, actualización, hospitalidad, creación, empatía y amor son las palabras que hoy más me gustan como pilares de mi profesión.
Me cuesta elegir un cóctel preferido ya que depende mucho del momento en que se bebe, pero me animo a decir que el Old Fashioned tiene un lugar en mi podio.
La bebida que más elijo para consumir, es el vino, sin dudarlo.
IG @maru.avila
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