Vaca Muerta suma tres meses de guardias mínimas

La pandemia de coronavirus y la cuarentena obligatoria impulsaron la reducción de personal que tres meses después sigue diezmado por la crisis del sector. Sólo cinco equipos de perforación y dos sets de fractura están en actividad.

El 19 de marzo pasado, cuando se anunció que a partir del día siguiente regiría la cuarentena obligatoria en el país, nadie pensó que en Vaca Muerta las guardias mínimas que esa medida conllevó podrían extenderse por tres meses. Pero así fue.

Esta semana se cumplieron, y pasaron, los 90 días de medidas forzadas por la pandemia de coronavirus. Pero en el sector petrolero en general, y en Vaca Muerta en particular, la extensión de las guardias mínimas responde más a una crisis propia de la industria que a las medidas sanitarias.

Es que desde el mes pasado Nación fijó que el sector del gas y el petróleo pueden trabajar con normalidad. Además hace casi dos semanas la zona de Vaca Muerta pasó a la fase de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio.

Pero en la mayoría de los campos los diagramas que ese 20 de marzo se diseñaron para la emergencia aún siguen siendo así de acotados, algo que en la práctica representa llanamente un recorte de personal.

En estos tres meses de freno en Vaca Muerta fueron contados los hitos positivos que se pudieron alcanzar. Cinco equipos de perforación lograron volver a los campos, algunas obras civiles como la construcción de gasoductos también se retomaron y tres sets de fractura volvieron a operar pero con trabajos muy puntuales que hicieron que hoy solo dos estén en operación en este momento.

En números

5
son los equipos de perforación que volvieron a trabajar en Vaca Muerta. Corresponden a solo tres empresas.


Las métricas de las etapas de fractura de mayo reflejaron el nivel de nueva actividad en Vaca Muerta: con solo 28 etapas de fractura el ritmo que tradicionalmente rondaba las 400 etapas se redujo a menos del 10%.

Los números del personal en actividad también reflejan esta parálisis. Solo en el sindicato de Petroleros Privados de Río Negro, Neuquén y La Pampa son 25.000 los afiliados, de ellos apenas 4.500 quedaron dentro del primer esquema de guardias mínimas. Y a la fecha, tres meses después, sólo otros 3.500 lograron reinsertarse, siendo cerca de 17.000 los que están en sus casas, suspendidos y con temor a no cobrar o perder sus puestos de trabajo.

Algunas empresas pusieron en marcha buena parte de sus desarrollos como son Shell, Pan American Energy (PAE) y parcialmente Chevron en El Trapial y algunos yacimientos gasíferos de distintas firmas. Pero aún así los equipos de trabajo se ven reducidos de lo que normalmente eran por la aplicación de los protocolos sanitarios para garantizar el distanciamiento social.

El dato

3
sets de fractura volvieron a trabajar pero uno ya completó las tareas asignadas.


Si bien en las últimas dos semanas se sumó el quito equipo perforador a Vaca Muerta, de la mano de PAE y Chevron puso en marcha un set de fractura en El Trapial, el lento avance choca contra la imagen que se tenía antes del día D, el 20 de marzo, cuando en la Cuenca Neuquina eran 32 los equipos en actividad, de los cuales al menos 27 perforaban con destino a Vaca Muerta.

El eje de esta menor actividad es la incorporación de nuevos pozos productores que permitan mitigar el acelerado declino que tiene la producción shale. Hasta el mes pasado en Vaca Muerta se habían sumado 43 nuevos pozos, es decir que en promedio fueron menos de diez pozos por mes los que se anexaron.

Si bien en los últimos días al menos un nuevo pozo de shale oil fue puesto en marcha por PAE, la actividad en la formación venía de mantener un nivel de entre 20 y 25 nuevos pozos por mes.

El año pasado se sumaron 291 pozos no convencionales, la mayoría orientados al shale y sólo un puñado al tight. Pisando la mitad del año, el volumen de pozos incorporados da cuenta de que es muy difícil que se logre mantener ese nivel de actividad hacia fin de año.

Pero hay otro factor más que complica la situación de Vaca Muerta en estos tres meses de congelamiento y es la cantidad de pozos que fueron cerrados por falta de demanda y que al día de hoy siguen en ese estado.

El empleo

17.000
son los trabajadores de base que siguen suspendidos en la zona.

El caso más importante es el de Loma Campana, el yacimiento estrella de YPF en donde la petrolera de bandera es socia de Chevron. Allí las firmas cerraron el 50% de la producción en los primeros días de abril, al calor de la abrupta caída en la demanda de combustibles que saturó todos los sistemas de almacenamiento y forzó a alquilar incluso barcazas para acopiar en el mar.

Dos meses después, esos pozos siguen cerrados y son cerca de 22.000 los barriles por día que no se están produciendo y que marcan que, en el caso de YPF, tienen aún un extenso fuelle antes de necesitar incorporar nuevos pozos para su producción.

Otras operadoras están definiendo en estos días la reapertura de los pozos que cerraron, pero en una cuenta en la que el ritmo está marcado por las dificultades para cobrar el precio que marca el barril criollo.

Mientras desde los gremios se denuncia que las guardias mínimas multiplicaron los pequeños derrames en la cuenca, la salida de la actividad reducida para Vaca Muerta dependerá de factores tan incontrolables como la evolución de la pandemia y la macroeconomía del país.


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