Vaca Muerta: La cáscara de maní abrió el mercado de las mantas oleofílicas

Una receta que logró ingresar a un mercado cerrado y bajó los costos del servicio hasta un 40%. Por mes se comercializan 50.000 metros cuadrados. Durante casi una década el servicio de las mantas oleofílicas estuvo controlado por dos empresas. El ingreso de AESA le agregó competencia a un negocio cerrado.

Lo que marcó un antes y un después en el mercado de las mantas oleofílicas se gestó de una curiosa manera. Recién arrancaba el 2014 cuando el gerente de Biotecnología y Medioambiente de Y-TEC, Jorge Fasano, tenía la misión de encontrar el material indicado para el relleno del producto.

Lejos de su laboratorio, caminando a unas cuadras de su casa en la ciudad de La Plata, se topó con la idea que cuatro años después logró ingresar en el cautivo mercado de las mantas oleofílicas.

Al pasar por la vereda de un clásico bar de la ciudad, vio amontonados en el suelo restos de cáscara de maní y pensó: “Tiene que funcionar”. Conocedor de las características mecánicas del material, se propuso intentarlo. Le pidió al dueño del bar que se las guarde, a la semana las pasó a buscar y así empezó con los ensayos. Una idea que se volvió rutina durante las primeras semanas de las pruebas.

La tarea principal era separar las cáscaras de los papeles y de las colillas. Luego procesaba las cáscaras con la procesadora de su casa y las sometía a los ensayos. Al poco tiempo se dio cuenta que estaba frente al material que cumplía con todo lo que buscaban e incluso era superador en todos los aspectos.

Había encontrado una alternativa a las mantas de plumas de ave sustentable, barata, accesible y con un bajo impacto ambiental.

Las mantas oleofílicas de cáscara de maní llegaron al mercado luego de tres años de desarrollo y solo tardaron 6 meses en entrar en funcionamiento. Si bien no se trata de una invención, logró optimizar el rendimiento de un servicio y bajó los costos un 40%.

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En enero se implementaron y hoy se colocan aproximadamente 50.000 metros cuadrados de mantas de este tipo por mes. Se trata de un proyecto desarrollado por AESA, la subsidiaria de YPF, en conjunto con Y-TEC.

Resultó en una propuesta sin antecedentes para este tipo de servicios, en un trabajo de investigación y desarrollo del que también participó el Conicet.

Antes de que se abra el mercado, el costo de las mantas oleofílicas se manejaba en el índice de los 38 dólares. Cuando se abrió, el valor bajó cerca de un 40%.

Las mantas tienen ojales en cada punta para poder estaquearlas en la zona de trabajo sin necesidad de que sean perforadas.

Contexto y mercado

Según el ministerio de Agroindustria de la Nación, Argentina ocupa el tercer puesto entre los países que más maní exportan. Y el 88% de la producción se concentra en Córdoba, provincia que le provee la cáscara a AESA.

En una visita de “Río Negro Energía” a la base de AESA en Añelo, el gerente de Servicios Ambientales, Pablo Gerrard, explicó que la manta “tiene un absorbente natural, de alta disponibilidad en el país y de bajo costo al tratarse de un residuo de la industria agropecuaria”. El proceso de fabricación es automatizado, lo que hace que el costo por metro cuadrado sea menor. “Estamos hablando que la cáscara de maní es un producto abundante en el país, que no se sabe qué hacer, y en eso vimos la posibilidad de agregarle valor”, indicó Fasano.

Además de ser un material de fácil acceso, para usarlo solo se tiene que lavar la cáscara y se hace con agua, sin uso de químicos.

La cáscara es molida por los proveedores y luego trasladada para la fabricación del absorbente y relleno. En paralelo, hay una empresa textil que fabrica la tela y, en el último eslabón de la cadena, se ensambla la manta. A partir de allí todos los recursos son propios de AESA.

“Nosotros estábamos preocupados porque calculamos que íbamos a necesitar cerca de 70 toneladas de cáscara por mes. Y cuando nos acercamos a la Cámara Argentina de Maní nos dijeron que una sola cooperativa podía producir cerca de cinco toneladas por hora”, expresó Gerrard.

Un porcentaje de la cáscara de maní impactada se almacena por separado de la tela.

Una alternativa superadora

Las cualidades de este tipo de mantas son varias, tanto desde el relleno como de la tecnología que tiene la tela. La jefa de Servicios de la firma, María Victoria Maida, dijo que “los clientes destacan la resistencia mecánica de la tela y el poco olor que emana el relleno cuando se impacta, a diferencia de las de pluma de ave”. Y explicó que “esto es importante porque si la manta se rompe, sea el absorbente que sea, al ser livianos se vuelan, tapan los radiadores y rompen los equipos”.

La tela se denomina no tejida y se hace a partir de productos sólidos, a los que se los derrite y se lo mezcla con el retardante de llama. De esta manera se asegura que esté toda cubierta.

La manta tiene cuatro capas, la más gruesa es de 100 gramos, otras dos de 25 gramos y en la base tiene un coteado y un polietileno de 100 gramos. La tela repele el agua pero absorbe el hidrocarburo por lo que garantiza su funcionalidad.

El siguiente paso

Como horizonte, en AESA están trabajando en un proyecto para utilizar el relleno de las mantas impactadas en los procesos de biorremediación de suelos. Para eso utilizan materia orgánica como fertilizante, para que se desarrollen las bacterias. “Sabemos que va a funcionar porque ya hicimos una prueba piloto”, indicó Gerrard. No tiene fecha, y es que el cuello de botella no pasa por la actividad en sí, sino por las aprobaciones de la autoridad ambiental.

En números

Un sistema con ventajas extra a la hora de proceder a la disposición final

Otra cualidad del relleno de las mantas oleofílicas de este tipo, es la viabilidad para poder tratarlas una vez que llega a la disposición final.

El poder calorífico de la cáscara de maní ayuda considerablemente al proceso de quemado del material. Algo que las tratadoras de servicios industriales ven con buenos ojos.

No sólo se trata de un material que no daña los hornos donde se queman los materiales, sino que también se utiliza la cáscara para tratar otros residuos, ajenos a las mantas, que son más resistentes.

Es por esto que las tratadoras le piden a AESA más cáscara de maní de lo pactado, para poder trabajar otros materiales.

La jefa de Servicios de AESA, María Victoria Maida, expresó que “nos piden más cáscara para hacer el blending, que es una mezcla de residuos que según los poderes caloríficos se arma para que se quemen mejor los residuos”.

La actividad de AESA se concentra un 70% en Añelo y, el 30% restante, en Rincón de los Sauces. La empresa se encarga del transporte, colocación y retiro de las mantas en los yacimientos.

Transportan el producto en pallets y los procesos los hacen de manera manual. Dentro de la base de Añelo, almacenan las mantas nuevas y las impactadas. Y luego las tratadoras de residuos industriales las retiran de allí.

“Una de las tratadoras con las que trabajamos nos pide que les entreguemos el material segregado, es decir maní por un lado y textil por el otro. Por eso en el depósito los almacenamos separados”, sostuvo Maida.

Sin embargo la alta resistencia mecánica de las mantas genera mayor posibilidad de reutilización, lo que se traduce directamente en menor volumen de residuos.

Datos

Antes de que se abra el mercado, el costo de las mantas oleofílicas se manejaba en el índice de los 38 dólares. Cuando se abrió, el valor bajó cerca de un 40%.
4 capas
de relleno tienen las mantas de cáscara de maní. Dos de 100 gramos y dos de 25. La capa base es la más firme.
16 kilos
es el peso de una manta oleofílica de este material. Su medida es de 5×2 metros.
350.000
metros cuadrados de mantas oleofílicas de cáscara de maní es el promedio que se colocó desde su implementación en enero.

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