“Utopías, sueños, realidad…”
No soy escritor de oficio, pero intentaré compartir con los lectores semblanzas de mi vida de rionegrino y de militante, sentires y pesares experimentados durante tantos años vividos. Nací en 1951. Aries. Educación como la de cualquier hijo de padres a los que siempre les sobraban agujeros en el cinto. Viejos laburantes, chacareros, con poca plata pero mucho honor y sudor diarios para criar a sus hijos (3). 1969. Libreta de Enrolamiento, ingreso a la facultad y, casi en la misma fecha, afiliación al PJ. ¡Ah! No les dije, padres radicales... ¡y bueno, che! El pibe más grande les salió torcido... bueno, no tanto ¡eh! Vertiginoso todo, como la vida misma. Don Felipe que temía tener que cerrar las facultades por falta de plata. A la calle los estudiantes para conseguir apoyo económico y político para nacionalizar el conflicto y la universidad y así tener presupuesto nacional. Manifestaciones, palos, celular, piano y gayola (como en el tango), tren empapelado de Challacó a Constitución, espaldarazo a Levingston en las escalinatas de la catedral de avenida Argentina... todo vertiginoso. Nacieron la UNC, “Luche y vuelve” y “Cámpora al gobierno, Perón al poder”. Mario ganó las del 73 en Río Negro. Sueño corto: hasta el 76; los déspotas avanzaron a paso redoblado sobre toda América Latina. Y pasó lo que pasó, no nos podemos dar el lujo de olvidarlo; tenemos 30.000 razones para recordar siempre lo que ocurrió hasta el 83. Salió el sol –con algunos nubarrones, claro, pero sol al fin– y tuvimos alternancia de poder a nivel nacional. No pudimos en Río Negro, aunque en el 2007 a Miguel le faltó poquito. ¡Epa! Pichetto, eh, no el otro. Hasta que en el 2011, ¡por fin, carajo! La sociedad despertó de la anestesia y llegamos al gobierno. Y fuimos a Viedma: ¡asumió Soria! Después de tantas frustraciones, ¡mirá que no íbamos a ir! Llegó caminando desde la Legislatura donde recién había jurado como gobernador. Y se desató la fiesta y bombo, pito, matraca y lágrimas, ¡claro! Y trapos de todos los colores: La Cámpora, Movimiento Evita, Barrios de Pie, Movimiento Kolina, Los Descamisados y banderas argentinas, todos agitados casi con bronca cuando subió al palco –seguramente me olvido de algún paño producto de la emoción, las lágrimas y la lluvia–. El cielo también se sumó con su llanto a la alegría de los presentes. Y don Mario aportó lo suyo con su presencia; eran dos etapas de una misma historia confundidas en un abrazo cuando cortaron la cinta. Se asomaron al balcón de la Casa de Gobierno y lo que hasta ese momento eran lágrimas y nudo en la garganta dejó la puerta abierta al llanto descontrolado y al grito voz en cuello: “¡Vamos, carajo, otra vez gobierna un peronista en Río Negro!”. Abrazarse con compañeros de militancia de muchos años... una vieja compañera me abrazó y me gritó en el oído: “¡Vení Gringo, lloremos juntos, que un pedacito de este logro también es nuestro!”. Y lloramos abrazados, la puta madre si lloramos, porque se cumplía una utopía, comenzaba un nuevo sueño. Finalizaron diciembre y el 2011, un año lindo porque éramos gobierno y el de la flecha hacia arriba en la publicidad iba a poner la provincia patas para arriba y a partir de marzo Río Negro caminaría sola, como le dijo a Cristina (según la prensa presente). Cuánta energía en esa frase, cuánta convicción de cómo hacer las cosas, cuánta confianza en el futuro y cuánto respeto por los votos obtenidos. El 2012 no tomaba aún su primera mamadera cuando se desencadenó la tragedia. Factores tal vez ajenos a la idiosincrasia del ser humano, situaciones fortuitas, vaya uno a saber... como dice Jairo en una de sus canciones, “un gatillo apresurado que se apura por hablar”. Al levantarnos el primer día del año y enterarnos de que a nuestro gobernador el destino con una jugada artera lo había sumido en la más profunda, dolorosa y triste realidad, la muerte... otra vez nuestros sueños por el piso y de nuevo la cabeza gacha, el llanto desconsolado, la bronca, el dolor, la impotencia frente a lo inexplicable de por qué nos pasan a nosotros estas cosas. Ahora le toca a Alberto, “el del apellido difícil”, dice un compañero y amigo mío de manos callosas y agrietadas por el cemento, la cal y el polvo de ladrillo, albañil: “Che, se podría llamar García, ¿no?, más fácil para los que apenas terminamos la primaria”. Otra vez a empujar el carro de los sueños, que son muchos. Queremos que vos, Alberto, nos des la posibilidad de cumplirlos, los hagas realidad, junto a todos, junto al pueblo, porque también te votamos junto a Soria. Así podremos fabricar otros y luchar para poder cumplirlos. Néstor O. Giretti, DNI 7.871.777 - Luis Beltrán
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