Uno de los últimos artesanos del cuero que asiste a los camperos
Pedrito González tiene 52 años y hace 15 se dedica a la soguería. En su puesto en Puente Cero fabrica bozales, riendas, rebenques y lazos. El paisano disfruta trabajar al aire libre en medio del frio invierno mientras vigila a sus caballos, vacas y ovejas.
La brisa del frío viento de invierno acompaña a Pedro González mientras soba el cuero de vaca que luego se transformará en lazos, riendas, bozales y rebenques.
Pedrito es soguero y en su puesto en Puente Cero, Cervantes, disfruta darle forma al cuero para fabricar herramientas indispensables para los paisanos del campo.
El artesano tiene 52 años y hace 15 que se dedica a este oficio que aprendió de su padre Mario González en Fernández Oro.
“Cuando era chico le pedí que me enseñara a trenzar, a hacer bozales. Tengo algunos lazos guardados que hizo mi viejo”, contó.
A los 18 años Pedrito ya estaba bien adiestrado fabricando sogas.
Mucha gente de campo le va a comprar y también jinetes de carreras lo buscan por la excelencia de sus trabajos.
“Cada vez quedan menos sogueros, han muerto muchos. Antes estaba Mario Alarcón que vivía acá arriba y falleció. Quedan Simón y su señora que también hacen lindas sogas”, comentó.
Pedrito es uno de los últimos sogueros de la región y le apasiona su oficio.
“Es lindo porque el trabajo es bueno y sano”, destacó.
El proceso para darle forma al cuero es muy meticuloso y lleva tiempo.
“Primero lonjeo el cuero, lo estaqueo, corto las lonjas, las traigo a la maroma y me pongo a sobarlas y hacer sogas”, explicó el paisano.
Para lonjear un cuero “estoy un día, tres días para sobarlo y otro día más para macetear”, detalló.
Su hijo mayor lo ayuda, pero desde hace unas semanas lo llamaron para trabajar a la ciudad.
Mientras brinda la entrevista a Río Negro su hijo más pequeño de tres años juega con los lazos y las gallinas.
“Siempre viene, agarra las sogas y se pone a jugar, algo va a ser cuando sea grande este loco”, expresó orgulloso.
Pedrito disfruta mucho de trabajar en su puesto entre sus caballos, vacas, ovejas, chivos y gallinas.
“He andado por todos lados laburando, mucho en la costa del río Colorado”, dijo.
En octubre lo suelen ir a buscar para trabajar dos o tres semanas en las costas del río Colorado o en Aguada Chica. “Nos llaman para salir a juntar las vacas, las yeguas, ver cuántos terneros hay y marcarlos”, contó.
El soguero aclaró que existe una gran diferencia entre las sogas que el trabaja en forma artesanal con otras que se venden en cantidad en las tiendas.
“Este cuero es natural el otro viene curtido, lo pelan con cal y le echan piedra lumbre”, señaló.
“El cuero que trabajo se lonjea, se pone en la maroma y se le echa grasa para sobarlo y queda blandito”, destacó el soguero.
El artesano remarcó que la calidad es mucho mayor porque “he visto lo que venden los pilcheros y mañana si pega una sentado un potro, el bozal se corta en dos o tres pedazos”.
“Esas sogas se doblan y se quiebran en cambio estás no se quiebran nunca”, aseguró orgulloso.
Entusiasmado mostró sus últimos encargos que ya están listos para ser entregados: “dos juegos para hacer completos bozales, cabestro, riendas, cabezada y rebenque.
A Pedrito le apasiona trabajar el cuero al aire libre, aprovechando la luz del día porque en su puesto la vida es muy tranquila y ese ambiente lo ayuda a relajarse.
“Me gusta trabajar afuera y no estar adentro, uno puede mirar para todos lados. Me siento acá, me pongo ojear las ovejas mientras están comiendo”, dijo.
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“Con estas riendas tiene para rato compañero, las puede pisar, se puede sentar el caballo y duran hasta cinco años”, exclamó con firmeza.
Además de la gente de campo también le compran bozales los corredores de caballos.
“Muchos de los que vienen a comprar me dicen que soy un artesano. Es lindo porque se corre la voz y hay trabajo”, expresó emocionado.
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