Unidas por la lucha y la sangre

La comunión que surgió entre madres e hijas a la luz de las manifestaciones feministas fue una herencia impensada que fortaleció la lucha y fusionó aún más los lazos sanguíneos entre las participantes. El caso de Mariana y Diana, de Neuquén.

Mariana y Diana, a la derecha de la foto, compartiendo la lucha.

La revolución de las hijas fue uno de los aspectos que el feminismo trajo a la luz de la mano de la marea verde que se manifestaba frente al Congreso de la Nación por la aprobación del proyecto de interrupción voluntaria del embarazo. Pero el otro costado es el de las mujeres que le fueron contagiando, como herencia impensada, las ganas de luchar a sus propias hijas, cuestionando y cuestionándose cada idea instalada, a la vez que crecían juntas.

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