Una jueza neuquina defiende el lenguaje inclusivo en sus sentencias
En sus fallos evita emplear el genérico masculino y lo sustituye por la letra "e". Aseguró que nunca recibió cuestionamientos ni de sus colegas, ni de las partes. "Cuando usamos latinazgos es cuando hacemos poco comprensibles nuestras resoluciones", señaló.
El lenguaje inclusivo logró colarse en los fallos judiciales. Ayer se conoció la decisión de la magistrada porteña, Elena Liberatori, que le ordenó al gobierno de CABA garantizar el acceso de los chicos a la primaria y a la secundaria. “Miles de niñes y adolescentes no logran obtener una vacante en el sistema de educación de gestión estatal de la ciudad”, escribió. La jueza de Garantías de Zapala, Leticia Lorenzo, también adoptó la “e” y jubiló al latín de sus sentencias.
“Muchas veces hago votos unánimes, y nadie, nunca, ninguno de mis compañeros o compañeras me dijo: “che, no, corregí”, afirmó la magistrada. Tampoco recibió cuestionamientos de fiscales, defensores, víctimas, imputados por la redacción de sus resoluciones en las que evita usar el genérico masculino.
Sostuvo que siempre empleó lenguaje inclusivo. “Usaba el asterisco, después el arroba, después la equis. Tenía el inconveniente de que no podían traducirse en la lectura, la «e» si. “Les” me parece maravilloso, porque de alguna manera economizas, en estos términos, de que no tenes que estar escribiendo las juezas y los jueces, sino que pones “les jueces” y estas abarcando a todos. Por otro lado me parece que las palabras significan el mundo, entonces en la medida en que nosotros usamos lenguaje inclusivo estamos hablando de todos, todas y todes. En las sentencias judiciales también hay que considerar que en general una no está hablando de toda la población, sino que estas hablando de un conflicto específico, pero muchas veces hay que referirse a conjuntos mayores y ahí creo que el lenguaje inclusivo para nosotros es una obligación.”
En cuanto a si el uso de la “e” compromete la posibilidad de una resolución comprensible, Lorenzo manifestó: “el hacer comprensible las resoluciones para mí no tiene que ver con estructurar de una forma la comunicación y el lenguaje, sino que tiene que ver con pensar a quien le estás comunicando y estructurar la resolución en función a todas las herramientas que tenés disponibles. Eso es para que ese mensaje sea lo más claro y preciso posible para los destinatarios y destinatarias de la resolución directas, en primer lugar, pero también para toda la comunidad, porque no nos podemos olvidar de que la sentencia es un acto público. Es el único acto público y controlable que tenemos los jueces.”
Y agregó: “cuando usamos latinazgos, párrafos interminables, oraciones con tantas comas en el medio, es ahí cuando hacemos poco comprensibles nuestras decisiones.”
Ya se admite formalmente en la academia. La facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires aprobó el reconocimiento del lenguaje inclusivo “como recurso válido en las producciones realizadas por estudiantes de grado y posgrado”.
También lo hizo la facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional del Comahue. En el artículo 22 del reglamento de Posgrado se establece que en las presentaciones de cursos, seminarios, programas de actualizaciones y carreras se sugiere la utilización artículos y pronombres en todos sus géneros o bien el uso de la “x” o de la “e”.
Lorenzo planteó que el empleo de lenguaje inclusivo en una sentencia le da otra legitimidad. “Cuando lo usan los adolescentes y las adolescentes lo toleramos, que la tolerancia es una palabra horrible: “lo aguanto más allá de que sé que no corresponde porque: “bueno, son chicos, son disruptivos, ya sé les va a pasar”. Cuando lo usa una autoridad pública en un acto público le está dando, en esta caso al “les”, una legitimidad distinta y está intentando, por lo menos esta es mi intención, provocar el inicio de un cambio cultural. Que no es un cambio estético, o no lo es solamente, sino que también es un cambio en como nosotros construimos nuestra convivencia social en relaciones igualitarias entre todes, y no en relaciones de poder entre: “él que manda, y la que obedece”, subrayó.
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