Una increíble ruta de la Patagonia que tenés que conocer, el Camino de la Costa

La ruta provincial 1 bordea el mar en Río Negro. Aldana y Lucas hicieron unos 200 km en moto desde El Cóndor a San Antonio Este y aquí ella describe paso a paso esta maravillosa aventura.

Algunos ya han leído sobre mis recorridos, mi nombre es Aldana de @porlatierrayelmar y después de unos meses quieta volví a salir en moto desde Villa Gesell rumbo a Puerto Madryn, pero está vez acompañada por Lucas de @exp_tierra. En esta ocasión les voy a contar sobre un tramo maravilloso de la Ruta 1, desde El Cóndor hasta Punta Perdices.

Después de una pasadita por Viedma, a cargar nafta, al súper, a dar una vueltita por la costanera, salimos rumbo a El Cóndor, desde donde comenzó nuestra aventura por la Ruta 1, el camino de los acantilados.


Llegamos con un sol radiante, y a pesar de que vivo en la costa, no dejo de emocionarme cada vez que llego al mar. El Cóndor tiene unas playas tan extensas que con la marea baja hay que caminar como dos cuadras para llegar al agua.


Buscamos camping y una vez acomodados nos fuimos a ver el atardecer a La Boca, lugar en el que el río Negro se hace uno con el mar, no solo vimos un atardecer mágico, sino que el día nos regaló una pareja de delfines saltando río adentro. No había mejor manera de haber terminado este tramo.

El paso por la capital de Río Negro, punto de partida de la ruta 1.. Foto: Por la Tierra y el Mar.


Noche húmeda y un poco fría, que se opacó al despertar al otro día con un sol increíble.
Equipo de mate en la mochila y a caminar por la playa, bordeando los acantilados desde abajo. Los protagonistas de este pueblo son los loros barranqueros, hay miles, por no decir millones por todos lados. Durante la noche se los ve en los cables de todo el pueblo y en el día en sus cuevitas en los barrancos.


Hicimos una caminata de unos 2,5 km, subimos y volvimos costeando los acantilados, está vez desde arriba. Los infaltables mates con esas vistas que parecen postales y de vuelta, despacito de regreso al camping.

Después de dos noches tranquilas en El Cóndor comenzó la pequeña aventura. Al fin ripio nuevamente, desde la Ruta 40 que no lo pisaba y me encanta.


Este tramo de la ruta 1, llamado Camino de La Costa o de Los Acantilados comienza en El Cóndor y termina en San Antonio Este.

Nos habían dicho que en El Cóndor había una estación de servicio y para nuestra sorpresa no era así, no podíamos salir con la nafta que nos quedaba al medio de la nada, así que preguntamos por todo el pueblo, hasta que conseguimos que el dueño de un taller nos vendiera, llenamos los tanques y un bidón de 4 litros. Casi seguro llegábamos a San Antonio Oeste con lo del tanque, pero para que arriesgar.


A 30 km de El Cóndor se encuentra un pequeño poblado llamado La Lobería, sacamos unas fotos desde un mirador a los piletones enormes que se dejan ver al bajar la marea, frenamos en un puesto policial a cargar botellas con agua y seguimos 3 km más hasta la Colonia de Lobos Marinos de un pelo, considerada la más grande de Sudamérica, está dentro de la Reserva Punta Bermeja.

La entrada es gratuita y el guardafauna muy amablemente nos explicó varias cosas, entre ellas, que en ese momento había unos 7000 ejemplares de lobitos. Se los ve desde arriba del acantilado, es maravilloso verlos, a ellos, a las gaviotas y a los loros pasándoles cerca en vuelo rasante.


Seguimos camino y a unos 8 km de ahí encontramos un lugar tranquilo entre los tamariscos, reparado del viento y a pocos metros unas vistas imperdibles desde lo alto al mar. No dudamos en armar la carpa ahí. A la luz del día tomamos los mates de siempre, juntamos leña para cuando anocheciera y preparamos todo para no pasar frío.

Estábamos en medio de la nada y a la misma vez en medio de todo, un cielo estrellado como hacía rato no veía, la Vía Láctea casi perfecta y el sonido del mar de fondo. Qué más se podía pedir?

A la noche se levantó un poco de viento. Pero nada que no pudiera soportarse.
Nos despertamos, mates calentitos y un último regalo de este rinconcito… ahí estaban, dos hermosas ballenas, saludando desde el medio del mar.

Fue una noche increíble la anterior, pero hoy nos tocaba seguir hasta Bahía Creek.
Motos cargadas y al camino nuevamente, el ripio nos esperaba. Fuimos tranquilos, frenando y entrando en varias pequeñas callecitas que van hacia el lado del mar, dónde las vistas desde los acantilados son mágicas.
En cada parada dan ganas de sacar mil fotos, mires donde mires es un cuadro perfecto.


En un tramo, la ruta casi que se pega a la playa, dando lugar a ingresar con el vehículo (aunque es preferible que no lo hagan), estar manejando la moto y tener el mar a un costado tan cerquita es impagable. Son esos momentos en los que sentís la libertad en su máxima expresión.

Faltando unos 10 km para llegar a Bahía Creek se largó a llover, pero no torrencial, así que pudimos seguir así como estábamos.


Entre la lluvia y la temporada baja, en el pueblo no volaba ni una mosca.

Nos esperaba Raúl en una de sus cabañitas, desde dónde tuvimos nuevamente el privilegio de ver ballenas durante el atardecer.

Dos noches en Bahía Creek y seguimos viaje. La idea era salir cerca de las 10 am, ya que la ruta 1 en un tramo está cortada y había que hacer 7 km por playa. Yo sabía que con mi moto no iba a tener problema, pero teníamos que ver cómo se comportaba la de Lucas.
Esperamos hasta las 12 para que levante la terrible niebla con la que había amanecido. Al ver que no se iba ni un poquito decidimos salir así igual.


Después de unos 4 km por el ripio, la ruta se esconde bajo unos médanos formados por la fuerza del viento. Ahí comenzó la aventura, que al final, fue más fácil de lo que nos imaginábamos, bajamos a la playa por unas casi invisibles huellas y una vez que pisamos arena húmeda fuimos de maravillas durante los 7 km, lo único que teníamos a nuestro alrededor era niebla, no vimos mucho paisaje pero fue algo distinto que también gustó.


Yo había calculado con el cuenta km porque sabía que con esa niebla no íbamos a ver la salida. Pasando apenitas los 7 km se ven unos palos dónde en algún momento amarran lanchas, ahí es dónde hay que salir, casi llegando a Caleta de Los Loros, y retomar nuevamente el camino de ripio.

Desde ahí son unos 70 km más, de los cuales casi 30 km son costeando el mar (en alguno de esos km fue nuestra parada para mate y almuerzo) y se llega al asfalto, hay una rotonda, dónde comienza la ruta 25 hacia la derecha vas a ruta 3 y hacia la izquierda a San Antonio Este.

Mateada en Punta Perdices.


Nosotros tomamos la segunda opción, ya que queríamos conocer Punta Perdices. Frenamos en San Antonio a hacer algunas cositas y seguimos los 4 km que nos llevarían a la playa.


Llegamos al atardecer, el lugar es hermoso, extensas playas de puros caracoles blancos y agua cristalina. Vimos caer el sol. Impresionante. Después llegaría el momento de continuar viaje hacía Las Grutas, agradecidos de haber decidido hacer la Ruta 1, fue maravilloso.


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