Una gran puesta en escena con estilo Ratzinger
La Iglesia Católica repitió ayer un viejo ritual abarrotado de símbolos ante la gran salida a escena del nuevo papa. Joseph Ratzinger compareció ante la multitud en la plaza con seguridad, como si el cargo se lo hubieran hecho a medida.
ROMA.- Al inicio de su «gran día», Joseph Ratzinger desciende a las profundidades del tiempo.
Con sotana dorada se dirige hacia la oscuridad ante la tumba del apóstol San Pedro.
Lleva el báculo pastoral tomado fuertemente en la mano. El anillo del Pescador y el palio los recibirá en breve.
Antes de la gran salida «a escena», el ex cardenal alemán desciende al silencio sepulcral, donde se encuentra enterrado, según la Iglesia Católica, el primer papa: aquí empezó la «historia récord» de la Iglesia Católica.
La institución de la Iglesia ha sobrevivido durante dos milenios, mucho más tiempo que cualquier otra en toda Europa. Sobrevivió a guerras, hambrunas y miles de problemas, extremos que el nuevo papa Benedicto XVI se esfuerza ahora en resaltar.
En pocos minutos, el Papa saldrá a la luz del sol en la Plaza de San Pedro, saludará a los fieles y recibirá las insignias del poder – y ya tiene una orgullosa frase en la cabeza, que pronunciará ante la entusiasmada multitud: «La Iglesia vive. Y la Iglesia es joven.»
Este bávaro sólo lleva cinco días en el cargo, es su primer domingo como pontífice, su primera misa como papa en la Plaza de San Pedro – pero «papa Ratzinger», como le llaman cariñosamente los italianos, comparece con autoridad y seguridad, como si el cargo se lo hubieran hecho a medida.
La persona que ayer se presentó ante la comunidad creyente bañado en un mar de banderas no es dubitativa ni vacilante. Todo lo contrario
«Lo que me conmueve es, sobre todo, que el Papa irradia fuerza nuevamente», dice un feligrés procedente de la ciudad bávara de Traunstein, que ondea una bandera de la patria, con rombos azules y blancos.
Tras el enfermo Juan Pablo II, el Papa que ya no podía hablar, muchos de los congregados en la Plaza de San Pedro reciben la clara voz de su sucesor casi como una redención.
El recién nombrado papa Benedicto XVI aún sonríe algo contenido, su saludo con la mano aún se asemeja a un torpe movimiento. Aún toma asiento algo rígido en su silla papal – con la es
palda recta, como si no se atreviera a tocar el respaldo. Pero su mensaje, pronunciado con un fino acento bávaro, es directo, sencillo y atrevido, como le gusta a la gente.
«El que cree no está sólo -ni en la vida ni en la muerte». De forma tan simple no había hablado hasta ahora Ratzinger públicamente. Son las palabras de un padre espiritual y un pastor, no de un intelectual o un pensador.
La gente se lo agradece con grandes ovaciones – Juan Pablo II no podría haber pronunciado mejor algunos de los pasajes.
«En pocos días, Ratzinger ha demostrado que tiene un estilo propio», opina un vaticanista romano, «muy diferente a la coreografía de Karol Wojtyla».
«La Iglesia vive, lo vemos y vemos la alegría». Siempre que puede Ratzinger vuelve a tocar el tema de una Iglesia dinámica, en expansión. Una y otra vez es interrumpido por aplausos. Son las impresionantes imágenes que los fieles contemplan, al igual que millones de fieles en el mundo, lo que les fascina. Ahí está: el más grande de entre todos los cardenales, con sus hábitos resplandecientes a los rayos del sol romano ante la presencia de los más altos dignatarios y poderosos del orbe.
«Son las imágenes y el ritual lo que conmueve profundamente en el corazón a la gente», afirma un teólogo alemán en medio de la multitud en San Pedro.
Benedicto XVI aparece ante la multitud como un verdadero «pescador de hombres».
(DPA, Peer Meinert)
Nota asociada: Apostillas ASUNCION DE BENEDICTO XVI: La misión de Ratzinger: «No haré mi voluntad sino la de Cristo»
Nota asociada: Apostillas ASUNCION DE BENEDICTO XVI: La misión de Ratzinger: «No haré mi voluntad sino la de Cristo»
Comentarios