Una chance más para Cobos
Con gran desgaste, el gobierno se salió con la suya: echó a Redrado con el voto positivo del vice. El consejo del mendocino provocó un tembladeral entre lo suyos y en la Unión Cívica Radical. El viernes tratarán de ordenar el funcionamiento entre el partido y los bloques legislativos.
¿Qué margen tiene Julio Cobos de seguir alimentando las expectativas de convertirse en candidato del radicalismo en el 2011, tras haber votado con el kirchnerismo la remoción de Martín Redrado como titular del Banco Central?
¿Podrá aminorar la ventaja que, en esta instancia, le sacó Elisa Carrió, aliada con la UCR en el marco del acuerdo cívico del que participa también Hermes Binner, gobernador socialista? «Lilita» es una de las que le viene enrostrando como «peligrosa» su doble faz como fuerte referente opositor y vicepresidente del gobierno.
El mendocino había sido «expulsado de por vida» de su partido por haber liderado el radicalismo K e integrado, en el 2005, la fórmula con Cristina Fernández. Luego de su «voto no positivo» que en julio del 2008 hizo trastabillar al oficialismo en el pleito con el campo, «resucitó» y, aún atrapado en la ambivalencia, siguió manteniendo alta su ponderación pública.
Pero llegó el nuevo conflicto de los DNU (está comprobado que los Kirchner dan pelea sin pedir tregua en cada una de las trincheras) y Cobos se vio envuelto en otra encrucijada de la que no salió bien parado. Lo cascotearon sus potenciales competidores, radicales que cada vez con más fuerza resisten su retorno y kirchneristas que lo hostigaron al grito de «golpista».
«Dos más como ésta y queda desguarnecido», señaló apesadumbrado un radical que lo acompaña, pero que en esta ocasión no fue escuchado cuando le aconsejó que había que detener «el atropello institucional» parándose «en la vereda de enfrente» del gobierno.
«¿Dos más? No hay espacio para una defección más. Ya vendrá un nuevo desempate. Si sigue actuando con oportunismo, de acuerdo con su propia conveniencia, tendremos que implementar el plan B», arriesgó un radical histórico, mirando hacia Ernesto Sanz y Ricardo Alfonsín.
Sanz trató de poner paños fríos, pero era uno de los más enojados con Cobos, recostado en las consideraciones de la senadora Laura Montero, del Confe mendocino, a la que el jefe del bloque Gerardo Morales tildó de «advenediza».
-¿Estás consultando con Sanz? -urgió un diputado a Cobos cuando ya éste le había bajado el pulgar a Redrado.
-No, todavía no…
-Apurate, no se puede enterar por los diarios. Es algo de manual. No es cualquier presidente de la UCR, es el que vos pusiste después que te rechazaran al gordo (Raúl) Baglini.
Cobos percibió que de seguir mucho tiempo en este ir y venir, encerrado con 4 ó 5 mendocinos e ignorando a radicales del resto de los distritos (gobernadores, intendentes, concejales, diputados, senadores), se le hará difícil tomar el timón partidario, detrás de un programa.
«Julio, el radicalismo es como un gran portaaviones, algo vetusto y lento, pero grandote. Hay que aterrizar ahí, no hay otra posibilidad», le avisó uno de su propia tropa que está pidiendo pista para una reunión previa a la que el comité nacional de la UCR está convocando para el jueves y el viernes en San Nicolás
«Con (Raúl) Alfonsín se fue el último líder. Cuando él llamaba por teléfono todos temblaban y, si pensabas y querías hacer las cosas distintas, te convencía y actuabas siguiendo sus órdenes… Vos tenés que saber cómo resolver estas cosas», lo alerta- ron también desde su propio sector.
En la ciudadela de Sanz y Morales, el grupo Rosario donde está muy activo, por caso, Juan Manuel Casella, señalan que el desafío más que concentrarse hoy en el candidato es insuflar energía al acuerdo cívico y social para que la oposición no se divida -como quiere Néstor Kirchner- y fuerce unida una segunda vuelta, en octubre del año entrante.
Es evidente que con la desarrollista Mercedes Marcó del Pont al frente del Central, el FpV concentrará sus cañones en los gobernadores urgidos de dinero, para que sus legisladores voten el Fondo del Bicentenario, tema que avivará la batalla en marzo en el Congreso.
En el acuerdo cívico están Cobos, Carrió y Binner. Navegantes solitarios. El mendocino, imparable en noviembre, perdió acciones cuando se pronunció a favor del despido de Redrado. «Lilita» demostró capacidad de conducción estratégica al disciplinar a Alfonso Prat Gay, desde un plano individualista con incierto peso electoral. Y al santafesino le caben las generales de la ley: como gobernador, es prisionero del Tesoro central para pagar los sueldos de fin de mes de los empleados públicos.
Con deserciones y equivocaciones manifiestas, el gobierno no cede la iniciativa y mantiene el rumbo de su modelo.
Y los tiempos para Cobos y su vuelta al radicalismo se van agotando. A través de la senadora Montero, el vicepresidente procuró ponerse por encima de todos. Señaló errores del «arco político» que «dan vergüenza» y aseguró que su dictamen sobre Redrado lo llevó a cabo «al margen de las presiones partidarias, las especulaciones periodísticas y las chicanas cortoplacistas del oficialismo y la oposición».
Pero el viernes, en San Nicolás, Montero se notificará de que Cobos tiene una chance más y que no le podrá fallar el cálculo.
ARNALDO PAGANETTI
ARNALDO PAGANETTI
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