Una carta para el niño que me hizo jugar
La psicopedagoga Laura Collavini aprovecha que llega el Mes del Niño y recupera un texto que escribió once años atrás, con la llegada de su primer hijo.
Hace once años esperaba la llegada de mi segundo hijo. Los embarazos son todos diferentes, no hay un proceso igual al otro. Nos atraviesan contextos sociales, personales, experiencias, expectativas.
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En lo personal tuve la dicha de desear ambos embarazos y dejarme sentir. ¿Qué implica esto? Me conecté con mi alegría, mis temores, frustraciones, expectativas…Canté, bailé, lloré, reí. Y a ambos les hablé siempre. Charlé un montón los 9 meses y les canté canciones que hoy siguen estando presentes.
Considero que la llegada de una vida nos transforma. Y me dejé transformar. Me modifico todos los días en mi lugar de mamá, pero también atraviesa mi ser mujer y mi ser profesional. La niñez es una riqueza absoluta no solo para quien la atraviesa sino para quien se deja atravesar por ella.
Ser padre, madre, tutor o encargado es un regalo para quien se deja sumergir en el lugar de lo nuevo. Comenzamos el mes de la niñez y los invito a embarcarnos juntos en la posibilidad de atravesarnos por la no estructura, lo nuevo, la magia y hacer posible lo imposible.
Para empezar nuestro crucero les comparto unas palabras que hace algo más de once años le dediqué al niño que me hizo jugar a lo que jamás jugué. A quién me pregunta cosas que jamás pensé. A quien amo hasta el infinito y más allá y con quien me embarco en situaciones que no sé a dónde me llevan… Pero siempre termino riendo.
Para Valentín:
Comienza una nueva aventura. Y es una aventura porque no sé lo que sucederá.
Será todo nuevo aunque algún camino ya haya transitado.
Será nuevo conocerte, sentirte, mimarte, reconocerte en los llantos, en las risas, en las miradas y en los silencios.
Serán nuevos y mágicos los encuentros y las palabras que encontremos juntos para agradecer a la vida por estar.
Me enseñarás mil juegos y aprenderé a jugarlos recordando que no hay nada más hermoso que ser niño y crear.
Me hundo en la aventura de dejar mis miradas para conocer las tuyas, y abrirme así a un mundo nuevo, el que vos quieras transitar.
Me sumerjo en el compromiso de respetarte y acompañarte en cada instante de mi vida y cuando ella finalice te seguiré desde donde esté.
Te seguiré dándote fuerzas y alentándote en cada aventura que desees emprender.
Me comprometo a cuidarte más allá de tus deseos. Peleándome con vos si es necesario, en aquellos momentos en los que tu inexperiencia, ansiedad o entusiasmo te puedan poner en peligro.
Pero al hacerlo prometo reflexionar todo lo que razón logre para intentar conocer lo mejor para vos en ese momento y que no esté mezclado con mis temores ni egoísmos.
Lucharé por tu felicidad por siempre, pero haciéndote conocer que tu vida está inmersa en un mundo de muchas más.
Te mostraré entonces el respeto por cada una de ellas al igual que a la propia.
Intentaré que puedas sentir la maravillosa experiencia de brindarse al otro sin esperar nada a cambio y vivir la propia vida sin pedir permisos.
Te espero, te ansío y deseo que seas fuerte, generoso, inteligente, capaz de reír con otros y disfrutar tiempos en soledad.
Deseo que no se te dé todo en el momento que lo pidas, para que puedas disfrutarlo a pleno cuando lo consigas y que reconozcas el valor del esfuerzo.
Deseo que tu vida esté plagada de amor por donde camines pero que seas hábil en reconocer quienes no lograron la paz interior y que puedas darle una mano sin que te lastimes.
Deseo que seas fiel a tus convicciones pero que puedas reconocer que el otro también las tenga y ser flexible para que siempre estés con la enriquecedora presencia del compartir.
Deseo seguir sintiéndote todos los días como hoy dentro de mí. Imagino que estás bailando y que comenzás a disfrutar de esta vida. Como yo lo hago también con vos.
Sigamos entonces construyendo nuestra danza.
Hoy nos mantiene unidos, pronto será sólo tuya y velaré por eso.
Tu mamá.
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