Una bacteria para mejorar el rendimiento de la planta de papa

Investigadoras del CONICET describieron por primera vez la cepa de una bacteria que podría convertirse en un biofertilizante, en un estimulador del crecimiento vegetal y también en un biocontrolador amigable con el medio ambiente. Su aplicación biotecnológica podría mejorar el rendimiento de varios cultivos y ser un sustituto de fertilizantes y fungicidas químicos.

Las plantas están expuestas a una variedad de estímulos externos que afectan y modulan su desarrollo y, en el caso de cultivos agronómicos, estos impactan directamente sobre su rendimiento. En el Laboratorio de Transducción de señales en Plantas dependiente del CONICET, un equipo de investigadoras busca estudiar el papel de determinadas enzimas para, mediante manipulación biotecnológica, obtener plantas de papa más resistentes y con mejor rendimiento.

“Con el correr de los años, habrá una prevalencia cada vez mayor de la agricultura en tierras marginales, áridas y semiáridas, por lo tanto, es preciso mejorar la productividad de los cultivos para sustentar la alimentación mundial. Nosotros nos abocamos a mejorar la respuesta de la planta ante la salinidad de los suelos y el tizón tardío, una enfermedad que causa importantes pérdidas productivas”, explicó Rita Ulloa, investigadora principal del CONICET.

En esta búsqueda, las científicas encontraron una bacteria promotora del crecimiento vegetal que generó cambios muy positivos. “Inoculamos a las plantas con Methylobacterium sp. 2A, una cepa nueva de este conocido género de bacterias, y se registró un cambio en la arquitectura de la raíz, un mayor desarrollo de los pelos radiculares y una mejor respuesta ante situaciones de estrés salino”, detalló la Licenciada en Genética Cecilia Grossi, becaria doctoral del laboratorio.

“Este aislamiento no había sido descripto hasta el momento y la secuenciación de su genoma nos permitió identificar genes involucrados en distintas vías metabólicas asociadas con su capacidad promotora del crecimiento vegetal y biocontroladora de microorganismos perjudiciales para los cultivos”, aseveró Grossi, quien acaba de publicar un artículo sobre este descubrimiento en la revista científica Frontiers in Plant Science.

Estos enfoques, también, presentan una alternativa a biocontroladores poco amigables con el planeta. “Para estos problemas, el manejo químico es una estrategia popular, pero puede producir daño en el medio ambiente y, para garantizar la producción de alimentos a largo plazo, debemos desarrollar prácticas agrícolas sostenibles y con un impacto adverso mínimo”, planteó Grossi a la vez que aseguró que también tienen la intención de realizar ensayos en cultivos de tomate y arroz, ya que creen que estos efectos benéficos se pueden replicar en otras plantas.

Al destacar la importancia de investigar sobre estos recursos presentes en la tierra de forma natural, la doctora Rita Ulloa señaló: “Se estima que en un gramo de tierra puede haber miles de especies de bacterias y hasta 40 millones de células bacterianas. Las del suelo son el grupo más abundante y diverso entre los organismos vivos y, aunque han sido estudiadas por más de un siglo, la mayoría todavía no fue descripta”.

En la foto se pueden apreciar los pelos radiculares con un crecimiento notable luego de haber sido inoculados.

¿Por qué estudiar a la papa?

En 30 años, habrá entre dos y tres mil millones de personas más para alimentar. Según la base de datos estadísticos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el 50 por ciento de la tierra habitable se utiliza hoy en día para la agricultura, la mayor parte está abocada a la cría de ganado y solo el 23 por ciento es para la producción de cultivos alimentarios.

Según lo que declararon las investigadoras a la Agencia CTyS-UNLaM, el desafío actual de la industria agraria es aumentar la productividad de los cultivos a un ritmo más rápido que el crecimiento de la población y lograr que sus variedades se adapten a ambientes cada vez más hostiles.

“La papa se produce en más de 100 países y es el tercer cultivo alimenticio más importante del mundo, después del arroz y el trigo. Una hectárea de esta planta puede producir de dos a cuatro veces la cantidad de alimento que los cultivos de cereales y son hasta siete veces más eficientes en el uso de agua”, explicó la investigadora principal del CONICET Rita Ulloa al destacar la importancia de este tubérculo.

En Argentina, se destinan cerca de 62 mil hectáreas a la producción de papa. Sin embargo, se estima que el rendimiento productivo de este tubérculo es solo del 40 al 76 por ciento dependiendo la zona, por lo que trabajar en tratamientos que disminuyan sus limitaciones, puede elevar esos porcentajes y representar una gran mejora económica para el sector agrario y alimentario.

Fuente: Agencia CTyS


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