Un paro general presiona a Piñera en la cuarta semana de protestas en Chile
Con barricadas incendiarias en varios puntos de Santiago arrancó hoy un llamado a paro general convocado por un centenar de organizaciones sociales para presionar al gobierno de Sebastián Piñera para que profundice en las reformas sociales.
Las fogatas impedían el paso de vehículos en algunos accesos a Santiago, donde el transporte publico operaba con relativa normalidad, tanto en el tránsito de autobuses como en el ferrocarril metropolitano.
En la autopista del Sol -que conecta a Santiago con el puerto de San Antonio y otras localidades agrícolas de la periferia de la cuidad-, grandes barricadas impedían el paso de vehículos en ambos sentidos. Medios locales reportaron, además, otras fogatas en al menos 10 puntos de la cuidad.
El llamado a huelga general se produce a más de tres semanas de que estallaran las primeras protestas sociales, con ataques a la mitad de las estaciones del metro de Santiago, saqueos a tiendas y supermercados, y multitudinarias manifestaciones callejeras.
«Llamamos a paralizar totalmente las faenas productivas y puestos de trabajo», afirma una convocatoria de la llamada «Mesa Social», que reúne a más de un centenar de organizaciones sociales, entre ellas la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (Anef), el Colegio de Profesores, trabajadores de la salud pública, empleados portuarios y de los aeropuertos.
La Confederación Nacional del Cobre, que agrupa a trabajadores tercerizados de la minería, también se unió al llamado.
La empresa estatal Codelco, la mayor productora mundial de cobre, operaba con normalidad aunque de camino a algunos yacimientos del norte del país se produjeron algunos incidentes, según confirmó un vocero.
Con casi un tercio de la oferta global, equivalente a unos 5,6 millones de toneladas producidas al año, Chile es el principal productor mundial de cobre.
Los colegios públicos se adhirieron en pleno al llamado y gran parte de los colegios privados también, algunos por razones de seguridad. La mayoría de las universidades no tiene actividades desde que estallaron las movilizaciones.
En los sectores privados, los llamados de la Central Unitaria de Trabajadores -la mayor multisindical del país- tienen un escaso apoyo, en un país con bajo nivel de sindicalización.
Giro presidencial
La pulseada llega en la cuarta semana de manifestaciones -que se saldan con 20 muertos y miles de heridos-, poco después de que el presidente Piñera diera un giro y anunciara el inicio de un proceso para cambiar la Constitución que se mantiene como herencia de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), aunque no con una Asamblea Constituyente -como se pide en las calles – sino a partir de un Congreso Constituyente, cuyos detalles y composición aún no se definen.
El gobierno de Piñera logró también un acuerdo con la oposición política para impulsar una reforma tributaria que recaudaría unos 2.000 millones de dólares, destinados a financiar parte de los anuncios sociales que ha realizado para acallar las protestas sociales.
Pero los gremios exigen reformas más profundas al sistema de pensiones -heredado también de la dictadura- y que entrega pensiones bajas a la mayor parte de sus jubilados, por debajo del salario mínimo (420 dólares). También piden incrementar el presupuesto a la salud pública, donde se atiende casi el 80% de la población chilena, y aumentar el salario mínimo.
Tras casi cuatro semanas de manifestaciones, el golpe a la economía ha sido fuerte, afectando especialmente al comercio y al turismo.
La Cámara de Comercio de Santiago estimó que desde el estallido social las ventas han caído en promedio un 50%. Tras la cancelación de dos reuniones internacionales (Apec y la COP-25), además de la final a partido único de la Copa Libertadores, el sector del turismo acusaba igualmente pérdidas millonarias .
El gobierno ya estimó para octubre una caída del PIB de hasta 0,5%.
Fuente AFP
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