“Un negocio fundado en la realpolitik”
Con profesionalidad, durante cuatro años, Hernán Dobry investigó el mundo de decisiones que implicó para el país la compra de armamentos en dos instancias críticas de su existencia: el conflicto del Beagle con Chile y la Guerra de Malvinas.
entrevista: Hernán Dobry, autor de “Operación Israel”
CARLOS TORRENGO
carlostorrengo@hotmail.com
A la hora de armar su libro, creo que se convirtió en el argentino que tuvo el privilegio que hasta hoy sólo había tenido un americano, Robert Potash: escribir sobre el poder militar argentino en acción política y que los militares fueran la fuente principal del relato. ¿Es así?
– Bueno… cuando Daniel Santoro de “Clarín” –que investigó el famoso contrabando de armas argentinas a Ecuador, Croacia, etc.– presentó mi libro, me dijo que me envidiaba porque él jamás había logrado un “on” por parte de militares. Sucede que yo trabajé un tema más lejano, de más de 30 años. Él había investigado un delito. Por eso el silencio militar. Yo en cambio trabajé sobre operaciones legales a las que había que echar luz. Busqué determinar su magnitud. Yo no venía a enjuiciar a los militares, a polemizar sobre si es o no ético vender y comprar armas… Y los militares con los que hablé –generales, almirantes, brigadieres, y de ahí para abajo en el campo de los rangos– estaban orgullosos de cómo decidieron y manejaron esas compras… y es cierto: lo hicieron bien. Y pagaron todo.
– Del libro se puede inferir que una cuestión son las fuentes militares que tomaron las decisiones políticas de comprar a Israel y otra, no contradictoria a esos fines, son las fuentes militares técnicas que usted consultó, las que tuvieron que asimilar los sistemas de armas que se adquirían. ¿Cómo les reflexionaron ellas esos procesos?
– Es una pregunta que enlaza muchas respuestas. Estas fuentes, ingenieros, técnicos navales, de Aeronáutica, Ejército… pilotos, marinos… estuvieron en algunos casos mucho tiempo en Israel en contacto diario con sus pares israelíes, una experiencia que querían contar. Pero no era una experiencia más, era en Israel.
– ¿Lo dice por la eficiencia del poder bélico israelí?
– Eso hace, digamos, a mucho de la centralidad de mi libro. Yo trabajo el proceso de rearme argentino ´76-´78. En ese período, Argentina tiene –primero–- cortado el suministro de armas por parte de los EE. UU. debido a las violaciones de derechos humanos. Pero a su vez, con Malvinas, Europa también corta. No podemos olvidar que cuatro años antes, Inglaterra había fabricado la fragata “Hércules” del Tipo 42 y aquí, con licencia inglesa, se fabricó otra: “Santísima Trinidad”. Ante la necesidad de armas, Argentina busca a Israel. Podía haber buscado a la entonces URSS, como hicieron los peruanos a partir de finales de los ´60, pero era muy complejo desde lo político y desde lo técnico porque había que aprender el funcionamiento de sistemas totalmente ajenos a los que tenía Argentina. No para el caso Israel: ellos tenían Mirage en sus distintas versiones, de los cuales habían derivado el Neyer, Khafir. Nosotros teníamos Mirage. Tenían Skyhawk, nosotros también. Pero además pesaron otras dos cuestiones. Una: la eficiencia el poder bélico de Israel “probado en combate” desde su nacimiento como Estado, en el ´48. “Probado en combate” no es una circunstancia menor en la venta de armas. Me lo dicen claramente los brigadieres retirados Horacio Rodríguez y Antonio Rodríguez, en coincidencia con otras fuentes. El primero, dice: “La experiencia de guerra no te la vende nadie. Vos podes vender cualquier verdura, pero a la hora de los fierros uno esta probado en combate y lo otro es muy lindo, pero está por verse”. El segundo me señala: “El arma más segura es la israelí. Allá son todos técnicos y están comprometidos con la vida o la muerte”. A esto se suma, al menos en armas, que es seguro y rápido para cumplir con sus ventas.
– ¿Esto se demuestra en el caso de las compras por el conflicto del Beagle?
– En gran parte sí. En agosto del ´78 la dictadura ya planea la guerra para diciembre. Pero se da cuenta que no tiene munición en cantidad. Tampoco Argentina se da cuenta de que no tiene buenos equipos de comunicación y le faltan aviones, y etc, etc. ¿Quién podía en esos cuatro meses entregar todo esto? Israel. Que además –y esta es otra de las características de cómo maneja su negocio de armas–, entregaba material que estaba en actividad. En este marco se da la compra de los Neyer, que es una variante israelí del Mirage V. Israel los tenía en uso. No estaban abandonados en un galpón. Pero tenía decidido cambiarlo por otra variante suya del Mirage V: el Khafir. Argentina dijo: “los queremos ya” y en diciembre, antes de la hora crítica con Chile, estaban en nuestro país. La tapa de mi libro es la foto del transporte de esos Neyer, que acá llamamos Dagger. Se compraron 26. En el ´80, 13; y en el ´82, 14 Mirage III C. Esas tres compras para la Fuerza Aérea tuvieron un costo de 350 millones de dólares, en términos redondos… Estas compras tenían más sentido para un conflicto con Chile que para lo que pasó luego con Gran Bretaña en Malvinas.
– ¿Por qué?
– Porque la táctica de la FAA en la Guerra con Chile pivoteaba en una pelea de “perro a perro”, es decir combate aire-aire. O sea combate aéreo facilitado por el hecho de tener las bases aéreas muy cerca de la frontera, con lo cual se incrementaba la autonomía de vuelo de los Mirage. Cuestión que no se dio en Malvinas, que por razones de distancia determinaban que los Mirage que llegaban a las islas tuvieran muy pocos minutos para operar…
– Isrex, la empresa israelí que formó parte de las ventas de Israel, ¿sigue existiendo?
– Por supuesto. También su filial argentina: Isrex Argentina SACIF. Es una “trading”. No produce nada, pero representa a las compañías más importantes de Israel, entre otras las militares. Organiza ventas, desde… desde rabanitos, por así decir ligeramente, hasta sistemas de riego por aspersión, que fue una de sus primeras actividades en el país; o puede vender misiles, tanques, lanchas de patrulla o aviones de combate. Se creó en 1968…
– ¿Cómo fue hablar de todo este tema con Israel Lotersztain, uno de los negociadores por parte de Isrex?
– Bien. Claro. Seguro, sin duda, de la legalidad de todo en lo que participó. Igual que otra gente que trabajo con él. Vive en Buenos Aires. Queda claro que no es un contrabandista de armas…
– En una biografía de Ned Temko sobre Menachem Begin –“Ganar o morir”– queda claro que Begin odiaba a los británicos, contra los que había pelado durante la ocupación inglesa de Palestina. Pero parece un poco fuera de razón que, como usted lo señala en su investigación, al momento de Malvinas Begin siga odiando a Gran Bretaña en los mismos términos. ¿Qué opina?
– Es una realidad. En mi libro, cuando en pleno proceso de Malvinas es informado de que Argentina busca armas israelíes, él dice: “Si es para matar ingleses, adelante”. Pero ordena hacerlo bien, es decir cuidando todas las formas. Después de Malvinas, Israel sigue vendiendo Mirage a la Argentina, pero en los papeles Perú figura como comprador. Y por ahí se triangulan los aviones, aun a sabiendas de Gran Bretaña. Como también es cierto que durante la guerra, en las islas hubo dos técnicos israelíes poniendo a punto equipos vendidos a Argentina. Eran Ioran Guidot e Ika, pertenecientes al complejo militar industrial israelí. Ika salió semanas antes del final, y Guidot unos días… Es decir, si hay dinero, siempre hay armas. Lo dijo Dayan: “Teniendo dinero, no hay ningún inconveniente para comprar armas en cualquier lugar del mundo y para cualquier fin”. En fin, unos y otros fundaron su negocio en la realpolitik.
Martín Heer
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