Un monocolor libro de campaña

La biografía de Sandra Russo se inscribe en una saga histórica como las de Oyhanarte sobre Yrigoyen y Groussac sobre Sáenz Peña, que abogan por el líder. Las debilidades.

“La presidenta. Historia de una vida” (editado por Sudamericana) es una biografía escrita por la periodista del programa “6, 7, 8” Sandra Russo que se ocupa de la trayectoria tanto pública como privada de Cristina Fernández de Kirchner. Publicado en el contexto de una campaña electoral, el libro tiene el propósito de presentar la candidatura, de abogar por su reelección.

No es la primera vez que se escribe un libro así. En 1916, Horacio Oyhanarte publicó “El Hombre”, una biografía destinada a presentar la candidatura de Hipólito Yrigoyen, y un poco más atrás, en 1910, había sido Paul Groussac quien había dedicado un medallón a Roque Sáenz Peña con el mismo fin.

Russo sigue la trayectoria de la presidenta desde su infancia y juventud en La Plata hasta su llegada a la Casa Rosada y el fallecimiento de su esposo, Néstor Kirchner. El libro está construido sobre la base de entrevistas a personas que estuvieron cerca de la presidenta en las diferentes etapas de su vida. También la autora se basó en entrevistas otorgadas por la misma biografiada; es más, en el capítulo 16, en el que se habla del conflicto con el campo, le cede la palabra directamente a CFK.

Una primera debilidad del texto, entonces, es que resulta monocolor. En ningún momento aparecen voces críticas de la presidenta. Todas las voces que son escuchadas y reproducidas por Russo se caracterizan por ser elogiosas.

El libro no hace aportes importantes en cuanto a lo que ya se sabe del matrimonio Kirchner y de su historia. Sí puede considerarse que precisa y difunde una imagen de Néstor y de Cristina que sus seguidores ya comienzan a tomar como canónica.

Russo los presenta como integrantes de lo que denomina “la generación del 73”. Pero con una particularidad: no apoyaron la lucha armada.

De Cristina nos dice que fue una sobresaliente y destacada universitaria que a la vez militaba en el peronismo. Sus lecturas consistieron en autores que conformaron el subsuelo de esa cultura juvenilista tan propia de los años 70: “Hernández Arregui, Rodolfo Puiggrós, Arturo Jauretche, Cooke, Franz Fanon, Walsh, Perón, Galeano, Benedetti, Darcy Ribeiro, Paulo Freire y Sartre, entre otros”, precisa Russo.

Y, si bien el encuentro de Néstor y Cristina parecía el de dos personas muy distintas, terminaron complementándose y dando vida a una sociedad que fue más allá de lo matrimonial. Cristina siempre sería puntillosa en la búsqueda de argumentos para los debates, Néstor se caracterizaría en cambio por la síntesis y por la facilidad para explicar lo difícil en términos sencillos.

Una segunda debilidad que puede encontrarse en el texto es que Russo aplana la historia que cuenta, tanto la del matrimonio Kirchner como la más general de los setentistas y del peronismo.

Néstor y Cristina son presentados como jóvenes peronistas de los años 70 que finalmente llegaron a la presidencia de la República. Con la singularidad de que siempre fueron fieles a sí mismos, nunca abandonaron sus ideales. De allí el énfasis con que Russo subraya la frase de Néstor cuando asumió la presidencia de la República de que no dejaría sus convicciones en nombre del pragmatismo en la puerta de la Casa Rosada.

Russo nos cuenta que dicha frase fue sugerida por Cristina.

Con la llegada de ellos al poder, en consecuencia, el modelo “nacional y popular” por fin pudo concretarse.

Es un relato que por lo tanto no presenta fisuras ni contradicciones. Néstor Kirchner siempre se opuso frontalmente al menemismo. El peronismo fue a lo largo de toda su historia uno solo: un movimiento nacional y popular enfrentado a la oligarquía y a los intereses foráneos que quisieron hacer de la Argentina una colonia.

El triunfo de éstos, sin embargo, no fue concluyente. De ahí que CFK haya recibido los embates durante su gobierno de una “oposición destituyente”.

La política argentina aparece entonces en el libro cargada de dramatismo, tensionada. “A mí en el 2008 me quisieron destituir”, le dice Cristina a Russo. “Fundamentalmente el Grupo Clarín”, prosigue. Éste es el pasaje del texto en el cual CFK denuncia que Alberto Fernández, su ex jefe de Gabinete, era un vocero del Grupo.

Pero los responsables de esa crispación no fueron ellos, le dice a su vez Cristina a su biógrafa, fueron sus enemigos que no han dejado de atacarlos.

Russo está tan compenetrada con el personaje de su biografía que llega a afirmar que durante el conflicto por la resolución 125 sobre derechos de exportación, en el 2008, de haber habido “una presidenta con menos estatura política y otras particularidades de carácter hubiese sido derrocada”. Y dice, a manera de confesión: “creo que la angustia que muchos vivimos ese año se debía a que de verdad temimos que un error nos costara la democracia”.

El relato, de esta forma, resulta poco verosímil y, sin embargo, ha sido creíble para una inmensa cantidad de argentinos que han acompañado a la presidenta con su voto en las internas abiertas y que volverán a hacerlo sin duda en octubre.

Marcelo Padoan

mpadoan@fibertel.com.ar

Reseña de “la presidenta. Historia de una vida”


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