Un milagro solidario en tiempos de pandemia en Bariloche
Las hermanas Raquel y Daniela vendían tortas fritas en la calle para reunir el dinero necesario para comprar unos lentes especiales que necesita su madre. Pero apareció una donante anónima y alcanzaron la meta.
Cuando el óptico les dio a principios de agosto pasado el precio de los lentes de contacto especiales que necesitaba su madre, Raquel y Daniela se miraron angustiadas. Los lentes costaban 22.500 pesos. Ninguna de las hermanas tenía trabajo. ¿Y ahora qué hacemos?”, se preguntaron.
Comenzaron a pensar una alternativa para reunir el dinero. Era urgente resolver el tema de los lentes de su madre, que padece desde hace años una miopía galopante. Lola Poblete tiene menos 28 y menos 29 dioptrías en sus ojos. Su visión es muy baja y debe usar lentes de contacto. Es una prioridad para ella.
“Cuando nos enteramos que había que pagar ese precio no sabíamos qué hacer para ayudarla. Yo no tengo trabajo”, cuenta Daniela Hernández, hermana por parte de madre de Raquel.
Los lentes que Lola usa tienen 4 años y sus ojos lo padecen. Por eso, Raquel estaba urgida. “El oculista de la óptica nos dijo que se lo pagáramos como pudiéramos, que nos daba un mes porque había que encargar los lentes, pero no teníamos ni siquiera un ahorro”, relata.
Raquel es la mayor de las tres hermanas. Resolvió que no les quedaba otra opción que volver a vender tortas fritas en la calle como lo habían hecho hasta marzo pasado.
Desde el año pasado, la venta de tortas fritas, con jamón y queso, se había convertido en el único ingreso para Raquel y su hermana, Daniela. Pero habían suspendido la venta, cuando empezó la cuarentena obligatoria por las restricciones.
Raquel cuenta que reunió a su grupo familiar. “Les dije vamos a colaborar entre todos. Necesito que cada uno ayude”, recuerda que fue el mensaje. Todos estuvieron de acuerdo.
El jueves pasado, Raquel y su madre se levantaron de madrugada y elaboraron las tortas fritas, que Daniela y su novio salieron a vender a la calle Esandi, como lo había hechos meses atrás. Junto con las tortas, ofrecieron café.
Daniela no estaba demasiado convencida. “Pensaba que le gente por ahí no me recibiría la mercadería por el miedo de los contagios y todo eso”, cuenta.
Los dos primeros días de venta reunieron solo 2.300 pesos. “Yo pensé en ese momento que no estábamos ni cerca de la mitad de la plata que necesitábamos”, comenta Raquel. El objetivo se había puesto demasiado difícil.
Decidió comunicarse con Radio Seis para comentarles la situación. No era una decisión fácil ventilar por los medios el tema. “Mi madre siempre trabajó y nos enseñó a trabajar, nos inculcó valores”, valora Raquel. Pero se trataba de difundir la campaña. Apenas salió el viernes la noticia, la repercusión fue inmediata. Muchas personas se acercaron a comprar las tortas fritas que su hermana y su cuñado vendían en la calle Esandi. “Fue una bendición enorme”, destaca Raquel, que es una mujer muy creyente.
Tiene sus motivos. Pasó por una severa depresión tiempo atrás por no tener trabajo y por un problema de salud. Sin embargo, salió adelante “aferrándome a la fe”. Es más, este año retomó sus estudios con la intención de finalizar la secundaria.
Enseñanzas
“Lo que me pasó desde el año pasado hasta ahora me enseñó a valorar esas cosas grandes, que nos parecen pequeñas. Valorar más la vida”, explica Raquel. “Podés tener todo el dinero del mundo, pero no hay nada que pueda comprar la salud, el amor y la paz”, sostiene.
Daniela dice que el sábado se acercó mucha gente a comprar y el lunes las tortas fritas y el café volaron. “Mucha gente me compraba una torta frita y le quería entregar el vuelto y me decía: no dejalo es para tu mamá”, afirma.
Pero la sorpresa mayor ocurrió el lunes por la mañana. Raquel llamó a la óptica para preguntar unos datos del historial de su madre. “Me atendió la persona encargada y me dice que el tema de los lentes de mi mamá ya estaba pago”, narra. No lo podía creer. Preguntó otra vez porque no entendía qué pasaba. “Mi mamá había dejado de seña 2000 pesos nada más”, explica.
El responsable de la óptica le contó que una mujer había pasado por el local y había pagado los 20 mil pesos que faltaban. Fue un aporte solidario anónimo. La mujer no quería que trascendiera.
“Le doy las gracias de corazón a esa señora”, afirma, emocionada. “Tanta empatía es reconfortante para el alma”, destaca. “Que Dios le triplique inmensamente”, expresa.
Daniela afirma que se enteró de la donación anónima el lunes mientras vendía tortas fritas en la calle. “Me emocioné mucho. Era como un milagro. Estoy muy agradecida de todos los que ayudaron de una manera u otra”, asegura.
Raquel dice que seguirán con la venta de tortas fritas, para ganarse el sustento diario y aclara que el objetivo de los lentes para su madre ya se logró. En la óptica les informaron que llegarán para finales de septiembre.
“Todavía hay gente buena en el mundo. Quiere decir que todavía hay esperanza”, sostiene.
«Estoy orgullosa de mis hijas»
“Le damos gracias a Dios porque fue una sorpresa enorme”, afirma Lola Poblete. Dice que ha luchado toda la vida para salir adelante con sus tres hijas, Raquel, Daniela y Gabriela. Pero su miopía se complicó mucho con el paso del tiempo. “Tengo menos 28 en un ojo y en el otro menos 29 (dioptrías)”, explica la mujer.
“Cada cuatro años cambio los lentes de contacto. Los últimos los compré hace cuatro años y me costaron 8 mil pesos”, cuenta. Era otro contexto. Había trabajo y no había pandemia por coronavirus.
“Ahora salen 22.500 pesos. Nunca pensé que habían aumentado tanto”, afirma Lola. “Estoy emocionada por lo que hicieron mis hijas, por su ayuda”, sostiene la mujer, que tiene una pensión como único ingreso. “Orgullosa de mis hijas. Y agradecida de la persona que hizo la donación”.
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