Realizan proyecto de alimentación para poner en jaque a la medición de la pobreza

La familia Czekalinski apareció en la tapa de la revista Life el 19 de noviembre de 1951 rodeada de una tonelada y media de alimentos que representaba lo que comerían durante todo un año. Era una marquetinera demostración de las bondades de pertenecer a un sistema capitalista demonizando al comunismo.

Casi 70 años después un grupo de politólogos cordobeses y científicos relacionados al Conicet tomaron el apellido de esa familia para bautizar un proyecto que busca poner en jaque la verdadera filosofía de la canasta básica de alimentos como medidor de pobreza en nuestro país.

Es un “un pseudo experimento”, define Sofía Chacón politóloga y una de las voceras del proyecto Czekalinski.

“Se nos ocurrió el año pasado cuestionar un poco como se viene midiendo la pobreza en la Argentina y por eso nos involucramos con la canasta básica. Sabemos que es uno de los medidores centrales y que se utiliza desde el año 1988. Está compuesta por 64 productos. Lo que nunca se hizo con esta canasta es ponerla a prueba en el cuerpo. La idea básicamente es que una persona consuma estos productos en un período prolongado de seis meses”, cuenta Chacón.

Son 18 voluntarios. Un grupo de seis se va a alimentar comiendo lo que propone la canasta del Indec, otros seis lo harán con lo que proponen las guías de alimentación en Argentina (GAPA) oficializadas por el Ministerio de Salud de la Nación (obviamente esas dos propuestas son muy diferentes entre sí) y otro grupo de seis personas comerá lo que consume habitualmente y lo reportará. No cambiarán sus hábitos en absoluto. Son tres mujeres y tres varones para cada grupo.

La dieta está apuntada a lo que se denomina un “adulto equivalente”. Las proporciones son muy pequeñas en lo diario. La prueba se hace sobre una persona que realiza actividad física moderada y va a variar según el sexo.

Martin Maldonado, uno de los responsables del proyecto, será el primer voluntario consumiendo durante seis meses los alimentos de la canasta básica.

Son varios los especialistas que forman parte del equipo de investigación. No solo politólogos, sino que lo componen médicos, periodistas, nutricionistas, psicólogos y un cocinero que harán el seguimiento durante esos seis meses.

El grupo de voluntarios fue previamente chequeado clínicamente. Se va ha hacer el seguimiento durante el experimento, y obviamente para conocer después cuales son los resultados. La hipótesis es que habrá un grupo que va a haber modificada favorablemente su nutrición y otro que se alimenta con una dieta saludable la verá mejorar.

“Lo que queremos hacer es modificar como se mide la pobreza en Argentina. Queremos que la canasta básica sea reemplazada por las GAPA, que son estas guías saludables y queremos que no se mida por ingresos la canasta básica, pedimos que sea medida de manera multidimensional como ya lo vienen haciendo otros países, también intentamos poner en cuestionamiento lo que es “ser pobre” ya que la única base que tenemos para medirla es una que tiene una cantidad de alimentos y nada más y encima que no son de la mejor calidad. El costo se forma en la góndola comprando lo más barato y de peor calidad, así se conforma la canasta”, afirma Chacón.

GAPA es una guía de alimentación, oficializada por el Ministerio de Salud de la Nación. Se habilitó en 2010 y se actualizó cuatro años después. A diferencia de la canasta básica incluye otros productos como frutos secos legumbres, carnes de mejor calidad, más frutas y verduras.

El grupo de investigación tiene que adquirir 72 canastas para garantizar el alimento para todos los grupos y por ende el experimento. Es por eso que reciben donaciones a través de la plataforma noblezaobliga.com, el costo total del proyecto es de 3, 3 millones de pesos.