Un “dèjá-vu” con Trump y la deuda
Para Alberto Fernández el escenario podría empezar a parecerse al que enfrentó Néstor Kirchner con George Bush en el 2003. Pero hay que ver si es lo que realmente desea.
Alberto Fernández debería prestar atención a cuanto haya dicho y escuchado durante el diálogo con Donald Trump. Una charla telefónica con el presidente de Ucrania Vladimir Zelenski ha puesto esta semana al magnate a las puertas de un juicio político en el Congreso por abuso de poder y obstrucción a la Justicia: transcripciones de ese diálogo revelan que presionó al ucraniano para que complique a uno de sus rivales demócratas en la próxima elección presidencial.
La posibilidad de una destitución de Trump parece lejana y el Congreso estadounidense suma tanto o más desprestigio que el presidente. Pero aquel diálogo puso en ridículo a Zelenski, un comediante aliado de Washington que llegó al poder en Kiev en mayo pasado. Además de humillar a su país frente a Rusia, con el que mantiene un conflicto secular.
Nada indica que Fernández haya corrido ningún riesgo el viernes cuando se contactó con el presidente de los Estados Unidos. Pero Trump es un mundo inagotable de sorpresas.
Bush lo alentó a seguir negociando “con firmeza” con los acreedores privados. Al día siguiente, Kirchner lanzó su recordada frase “los muertos no pagan”.
La versión de la Casa Blanca sobre el diálogo se ciñe a las formalidades. Pero destaca la voluntad de Washington de colaborar con Fernández para superar los desafíos económicos de la Argentina y su deseo de cooperación en temas de “seguridad, democracia y desarrollo”. No precisa que el presidente hubiera hecho ninguna mención a las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional ni dado instrucciones a su representación en el organismo de apoyar a la Argentina.
La versión del equipo de Fernández resulta sin embargo verosímil. Trump ha sido el principal promotor de la ayuda financiera a la Argentina en el FMI por una serie de razones que van desde su conocida cercanía con Mauricio Macri hasta otras más profundas como la seguridad continental. Hoy es del interés de Washington que la Argentina retome las negociaciones con el Fondo y cumpla sus obligaciones con el organismo. No es una inferencia: el secretario del Tesoro Steven Mnuchin lo dijo dos días antes con toda claridad: “La expectativa es que Argentina cumpla sus compromisos con el FMI”.
¿Un dèjá-vu? Para Fernández, el escenario podría empezar a parecerse al que enfrentó Kirchner en 2003. En septiembre de ese año, en un encuentro en Nueva York en el marco de la asamblea general de la ONU, el entonces presidente George W. Bush felicitó a Kirchner por el acuerdo que acababa de alcanzar con la Argentina para la renegociación de su deuda con el FMI, en la que la intervención de Washington había sido crucial. Pero Bush además lo alentó a seguir negociando “con firmeza” con los acreedores privados. Al día siguiente, Kirchner lanzó su recordada frase “los muertos no pagan” en la tribuna de la asamblea. Ha vuelto a sonar en estos días.
Aún es pronto para saber si, como Bush, Trump privilegiará la negociación con el FMI a un acuerdo con los tenedores de bonos argentinos. Tampoco está claro qué tiene en mente Fernández. Dijo a finales de septiembre que no prevé una quita en la deuda con los privados -como ocurrió en la gestión Kirchner a instancias del Fondo- y se inclinó por una extensión de los vencimientos, según el modelo que siguió entonces Uruguay.
Para Fernández, un acuerdo con el FMI podría liberar los fondos pendientes del stand-by firmado con el gobierno de Macri, el más importante de la historia del organismo. Son US$ 5.400 millones de dólares de la última revisión del acuerdo y otros US$ 7.000 millones previstos para el 2020. Imprescindibles para fortalecer las reservas y cumplir con los acreedores privados.
La Argentina no tiene compromisos con el FMI hasta el 2021. Lucen impagables en los siguientes cuatro años. Fernández llegó ayer a México para un encuentro con el presidente AMLO en su primera aproximación regional después de electo. El comunicado con el que la Casa Blanca informó sobre el diálogo con Trump encierra una clave: cuando dice “democracia” debe leerse “Venezuela”. Todo depende en definitiva de cómo Fernández enfrentará ese reto.
Para Alberto Fernández el escenario podría empezar a parecerse al que enfrentó Néstor Kirchner con George Bush en el 2003. Pero hay que ver si es lo que realmente desea.
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