Un atentado a la libertad
NICOLÁS SUÁREZ COLMAN *
Los ataques realizados por los dirigentes de CTA -ODEL contra el diario Río Negro son el fruto de una parte de la sociedad que aún no comprende reglas y límites. Esa pequeña línea entre una acción disruptiva o una acción ilegal desaparece cuando se trata de dirigentes como Miguel Ángel Báez y su orga. En un Estado de derecho lo más elemental que tenemos los ciudadanos es la protección de la ley a nuestra libertad, tal es así que ni siquiera el Estado puede impedirla arbitrariamente.
El concepto de manifestación y extorsión se han transformado para estas organizaciones en conceptos idénticos, al punto tal que la protesta social ha perdido el verdadero rol que el ejercicio de la libertad le asigna. Tanto que parece menor que hace algunos meses hayan impedido circular vehículos por haber cortado calles, o destruido y usurpado más de una docena de veces edificios públicos, amedrentando, privando de su libertad y lesionando a trabajadores, funcionarios y ciudadanos.
No había motivos, además, para semejante movilización. Inexplicable en el nivel de violencia e injustificable desde el punto de vista económico. Al dirigente sindical del kirchnerismo y de la CTA no se le podía endilgar persecución política. Mientras el Poder Judicial se encontraba sitiado por la orga, en la sala de audiencias se le estaban formulando cargos por abuso sexual en reiteradas ocasiones contra una joven militante de su espacio. Hecho que además demuestra un marcado accionar machista basado en su posición de poder. Afuera la orga le hacía “el aguante” sitiando la sede judicial.
La víctima de un delito tan aberrante y doloroso desde lo físico y emocional, jamás se vio tan revictimizada como en el martes, donde cientos de mujeres que formaban parte de esas columnas la amenazaban, insultaban y pegaban fotos por la ciudad con su cara. Sí, como leíste, la víctima de abuso sexual revictimizada por mujeres que priorizan la obediencia de vida a un líder sindical y no la sororidad que el martes debió ser practicada en todo su esplendor.
Una cultura selectiva de hacer la vista gorda cuando el abusador es el líder del movimiento. Una cultura del anti-Estado que mostró su peor cara cuando no conformes con sitiar el poder judicial y escrachar a la víctima, decidieron hacerlo conmigo como abogado de la víctima y peligrosamente contra el periodista que estaba siguiendo la noticia. A ello sucedió el terror más absoluto. La invasión bárbara a la sede del diario Río Negro. Esa acción ilegal ejercida con extrema violencia tenía por finalidad amedrentar a la prensa e impedir que se publique la noticia. Una actitud propia del fascismo más fanatizado e irracional.
Tal vez la libertad no sea un valor tangible para estos grupos, probablemente tantos años de impunidad y falta de límites les hayan enseñado que todo es válido y haga lo que se haga no existen consecuencias. Es la expresión más cabal del odio moviéndose libremente por un sistema que se ha roto. Ese sistema tiene, con la interpelación de todos nosotros, un gran desafío por reparar el daño hecho y garantizar que cada ciudadano pueda ser libren en el sentido más cabal de la expresión.
* Abogado
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